El sistema sanitario español necesitaría 144.150 enfermeras y enfermeros más para equipararse a la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que actualmente se sitúa en 8,8 profesionales por cada 1.000 habitantes, mientras que en España la tasa es de 5,7.
Esta es una de las conclusiones de un análisis comparativo que la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública (FADSP) ha realizado de los principales indicadores del último informe de la OCDE sobre los sistemas sanitarios (Health at a Glance 2019: OECD Indicators). Los autores reconocen que existen ciertas limitaciones en su estudio, teniendo en cuenta que la OCDE agrupa a 36 países –”supuestamente los mas ricos del mundo”–, con situaciones y sistemas sanitarios muy diversos, entre los que se incluyen “servicios nacionales de salud, sistemas de Seguridad Social y modelos ultraliberales”. Además, la realidad socioeconómica en algunos de ellos, “por ejemplo, Turquía o México, es muy distinta a la de España, lo que necesariamente debe ser tenido en cuenta a la hora de hacer comparaciones”.
Según el documento de la Federación, elaborado por Haran Alonso D’Alburquerque, Carlos Sánchez Fernández y Marciano Sánchez Bayle, “aunque existe la idea bastante generalizada de que en España faltan médicos, la realidad es que no es así”, al menos en cuanto a “densidad médica” (número de profesionales por cada 1.000 habitantes) aunque sí se produce, dicen los autores, “una mala distribución y planificación”.
En este sentido, los indicadores muestran que el sistema sanitario español contaba en 2018 con 3,9 facultativos por cada 1.000 habitantes, frente a los 3,5 de la media de la OCDE, si bien existe una horquilla amplia, siendo Grecia el país con la mayor proporción (6,1 médicos por millar de población) y Turquía, el que registra la más baja (1,9)
“Lo que sí faltan son profesionales de Enfermería“, asegura la FADSP, ya que España se encuentra 3,2 puntos por debajo del promedio de la OCDE, que el pasado año se situaba en 8,8 enfermeros por cada 1.000 habitantes, frente a los 5,7 de España.
“Esta situación no parece que vaya a cambiar, porque mientras la tasa de formación de profesionales de la Medicina (graduados por cada 100.000 habitantes) es superior al promedio de la OCDE (14,5, frente a 12,7) y se ha incrementado en este periodo más del doble que la media, la tasa de formación en Enfermería es claramente inferior al promedio (22,6 puntos menos) –21,7 graduados, frente a 44,3–, y no aumentó en este periodo, por lo que el déficit de Enfermería tiene todos los visos de convertirse en un problema crónico de nuestro sistema sanitario”, sostienen los autores del análisis.
En sus conclusiones, los autores de la evaluación también hacen referencia a la existencia de un déficit de camas en el sistema sanitario español que cifran en 79.000 para alcanzar el promedio de los países de la OCDE (4,7 puestos de ingreso por cada 1.000 habitantes, frente a los 3 disponibles en España). Esto, añaden, “probablemente condiciona un menor número de hospitalizaciones y una mayor tasa de consultas médicas por habitante, aunque este último hecho probablemente también está influido por tener un potente dispositivo de Atención Primaria” en nuestro país.
En cuanto a la dotación tecnológica, tanto la proporción de resonancias magnéticas (RMN) como de TAC por millón de habitantes, “ha aumentado en el periodo estudiado (2010-2018) tanto en la media de la OCDE como en la española”, que continúa algo por debajo del promedio global en el caso de las RMN (16,3 por millón, frente a 16,7) y 10 puntos por debajo en cuanto a los TAC (18,6 por millón en España, frente a 26,8 en el conjunto de la OCDE).
No obstante, desde las asociaciones en defensa de la Sanidad pública se considera que la evaluación debe hacerse en función de los exámenes de RMN y TAC que se realizan por cada 1.000 habitantes, un análisis en el que se observa, por ejemplo, que “teniendo un menor número de resonancias en España, se hacen más exploraciones que en el promedio de la OCDE, lo que supone una utilización mas eficiente de las máquinas existentes”.
En cuanto a los TAC, “el equipamiento por millón de habitantes es claramente inferior al promedio de la OCDE (10,2 máquinas menos por millón en 2018) y su utilización también menor (-29,2 exploraciones por 1000 habitantes), aunque en ambos casos, concluyen los autores, “es evidente que el promedio de la OCDE esta muy influido por EEUU, Japón y Alemania, que tienen niveles de equipamiento y utilización muy elevados, y también muy cuestionados, por la relación significativa que tienen las radiaciones ionizantes con la incidencia de cáncer, especialmente en el caso de los TAC”.
En relación a los indicadores de salud estudiados en el informe de la OCDE, los representantes de la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública destacan que en España son “favorables y han experimentado un avance positivo en el periodo 2010-2018, con diferencias remarcables entre hombres y mujeres”, que son las que los muestran mejores. Esto se observa, por ejemplo, en relación a la esperanza de vida al nacer (86,1 años en la población femenina y 80,6 años en la masculina) o en los años potenciales de vida perdidos por todas las causas, que miden la mortalidad evitable, y que en los hombres son muy superiores a los de las mujeres.
El único indicador que ha tenido una evaluación negativa es la tasa de suicidios, que se ha incrementado en 0,5 puntos en España, situándose la tasa en 6,8 por cada 1.000 habitantes, aunque sigue siendo mejor que la de la OCDE (11,5 suicidios por millar de habitantes).
Respecto a los determinantes de salud recogidos en el estudio de la FADSP, tabaquismo, consumo de alcohol y obesidad, la prevalencia de esta última “continúa su ascenso en nuestro país” (el 16,9% de la población tiene un índice de masa corporal superior a 30 kg/m2, frente al 15,7% de 2010) y se incrementa “de manera muy significativa por encima del ascenso promedio de la OCDE”.
Mientras, el consumo de tabaco disminuyó un 4,1% en el periodo estudiado (el 22,1% de la población adulta fumaba en 2018, frente al 26,2% de 2010), aunque se seguía manteniendo 4 puntos por encima la media de la OCDE (18,1%), y el de alcohol (medido en litros por habitante y año), se redujo notablemente en este periodo (8,6 litros al año por habitante mayor de 14 años en 2018, frente a los 9,8 litros de 2010), “mucho más que en el conjunto de la OCDE, cerca de cuyo promedio nos encontramos en 2018 (8,9 litros por habitante).
Para los autores de este análisis de la Federación, la evolución de los tres datos “puede haberse visto influida por la crisis económica, que favorece el consumo de comida basura, más barata, y disminuye la renta disponible para consumos no imprescindibles”. No obstante, hacen una advertencia: “El consumo de alcohol y el tabaquismo disminuyeron entre 2010 y 2018, pero el consumo de tabaco ha vuelto a presentar un incremento en este 2019. Esta situación de empeoramiento de los factores determinantes puede poner en peligro los buenos resultados en salud actuales”.
> Acceda aquí al análisis completo de la FADSP
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