Una investigación pone de manifiesto una sorprendente conexión entre el divorcio de los padres durante la infancia y un mayor riesgo de ictus en la edad adulta.
Científicos de las universidades de Toronto, Tyndale y Texas en Arlington han encontrado un dato revelador: entre los estadounidenses mayores de 65 años, uno de cada nueve que vivieron el divorcio de sus padres durante la niñez ha sido diagnosticado con un ictus, frente a uno de cada 15 que crecieron en familias sin separación.
El trabajo, publicado en la revista PLOS One, analiza más de 13 000 casos y abre nuevas perspectivas sobre cómo las experiencias tempranas pueden impactar la salud cardiovascular décadas después.
Mary Kate Schilke, autora principal del estudio, explica que este hallazgo es significativo incluso después de considerar factores de riesgo tradicionales como el tabaquismo, la inactividad física, los bajos ingresos, la diabetes o la depresión.
Los resultados sugieren que la experiencia del divorcio paterno podría tener consecuencias a largo plazo en la salud neurológica. “Nuestro estudio indica que incluso después de tener en cuenta la mayoría de los factores de riesgo conocidos asociados con el ictus, aquellos hijos cuyos padres se divorciaron todavía tienen un 61 % más de probabilidades de sufrirlo”, señala Schilke.
Este hallazgo es particularmente significativo porque la asociación entre el divorcio parental y el ictus es comparable en magnitud a otros factores de riesgo establecidos como la diabetes y la depresión. Además, la investigación replica un estudio anterior realizado hace casi una década que ya había encontrado vínculos similares, lo que refuerza la solidez de los resultados.
Estos resultados se mantuvieron incluso cuando se excluyeron de la muestra participantes con antecedentes de abuso infantil, lo que añade más peso a la hipótesis de la investigación.
Factores biológicos y sociales
Los investigadores sugieren que podría haber factores tanto biológicos como sociales involucrados. Esme Fuller-Thomson, coautora del estudio, propone: “Desde una perspectiva de incrustación biológica, el divorcio de los padres durante la infancia podría conducir a niveles sostenidos de hormonas del estrés”.
Los científicos aún no comprenden completamente los mecanismos que explican esta relación, pero proponen que el estrés infantil podría provocar cambios biológicos duraderos en la capacidad de respuesta del cerebro.
Estos resultados invitan a la comunidad científica a profundizar en la comprensión de cómo las experiencias emocionales de la infancia pueden manifestarse en la salud física durante la vejez.
Referencia:
Mary Kate Schilke et al.: Parental divorce’s long shadow: Elevated stroke risk among older Americans. PLoS One
Fuente: SINC
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