La Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid ha confirmado dos casos del virus de fiebre hemorrágica Crimea-Congo, tras recibir, por parte del Centro Nacional de Microbiología, los resultados de las analíticas de los dos pacientes en estudio. El primero de los pacientes, un varón de 62 años, falleció el pasado 25 de agosto en el Hospital Universitario Gregorio Marañón, tras haber sido atendido inicialmente en el Hospital Infanta Leonor.
La segunda paciente, una enfermera de la UCI del Hospital Infanta Leonor que atendió al primero, fue trasladada anoche en una UVI móvil del SUMMA 112 a la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel del Hospital La Paz-Carlos III, con todas las medidas de aislamiento protocolizadas para estos casos. Está recibiendo el tratamiento previsto para este tipo de patologías. Tanto la paciente, que se encuentra estable, como sus familiares han sido informados de las características de su proceso.
Todo apunta, según se informa desde la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid, a que el origen de la enfermedad en el primer caso está en la picadura de garrapata que refirió el propio paciente tras un paseo por el campo en una localidad de Castilla y León, y que la enfermera pudo contagiarse al estar en contacto con sus fluidos mientras lo atendía en la UCI del Infanta Leonor. Las medidas de seguridad establecidas para la atención que se prestaba a este paciente eran las estándar, dado que clínicamente no había sospecha de una enfermedad de estas características. Las garrapatas pueden transmitir y ocasionar diferentes patologías víricas y bacterianas.
Tras identificar en la enfermera síntomas similares al primer paciente, sus propios compañeros del Hospital Infanta Leonor comunicaron a la Dirección General de Salud Pública la posibilidad de estar ante un tipo de fiebre hemorrágica, por lo que se activaron los protocolos adecuados de aislamiento y control.
Primer caso de Europa Occidental
La fiebre hemorrágica Crimea-Congo es endémica en el este de Europa. El país más cercano a España con presencia habitual de este virus es Croacia. Recientemente se registró en Alemania un caso importado, transmitido entre personas. El caso detectado en Madrid sería el primero de Europa Occidental con carácter autóctono, no importado de otro ámbito geográfico. Se trata de una enfermedad muy extendida a nivel mundial, cuya mortalidad puede llegar a oscilar entre el 10 y el 40%, aunque el contagio fuera de hospitales o residencias es anecdótico, según la experiencia registrada en los países en los que es endémico.
Junto al aislamiento y atención a la paciente, la Dirección General de Salud Pública ha identificado a las personas que estuvieron en contacto con ambos pacientes, que suman cerca de 200, y que podrá ampliarse. Todas ellas han sido informadas y están siendo objeto de seguimiento que incluye dos tomas de temperatura al día. En los casos con mayor exposición a fluidos de los pacientes se ha determinado inicialmente el aislamiento domiciliario.
Los signos y síntomas
La duración del periodo de incubación depende del modo de contagio del virus. Después de la picadura de garrapata, la fase de incubación es generalmente de uno a tres días, con un máximo de nueve días. El periodo de incubación tras el contacto con sangre o tejidos infectados es normalmente de cinco o seis días, con un máximo documentado de 13 días.
Los síntomas comienzan de forma súbita, en forma de fiebre, mialgia (dolor muscular), mareo, dolor y rigidez de cuello, lumbago, cefalea, irritación de los ojos y fotofobia (hipersensibilidad a la luz). Puede haber náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y dolor de garganta al principio, seguidos de bruscos cambios de humor y confusión. Al cabo de dos a cuatro días, la agitación puede dar paso a somnolencia, depresión y debilidad, y puede aparecer dolor abdominal en el cuadrante superior derecho, con hepatomegalia detectable, según se informa desde la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Otros signos clínicos posibles son taquicardia (aumento del ritmo cardiaco), adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos), y erupción petequial (erupción por hemorragia cutánea) en mucosas internas, por ejemplo en la boca y la garganta, y en la piel. Las petequias pueden dar paso a erupciones más grandes llamadas equimosis, así como a otros fenómenos hemorrágicos. Entre los pacientes que se recuperan, la mejoría comienza generalmente al noveno o décimo día tras la aparición de la enfermedad.
El tratamiento general de sostén contra los síntomas es la principal opción ante esos casos. La OMS confirma que se ha utilizado el antiviral ribavirina para tratar la infección, con efectos claramente beneficiosos. Tanto la preparación oral como la intravenosa parecen eficaces.
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