La falta de medicamentos importantes y necesarios para personas con enfermedades crónicas que se viene produciendo en los últimos años en nuestro país, se ha convertido en una verdadera angustia en pacientes que necesitan una medicación sin la cual no pueden vivir, como son las enzimas pancreáticas (por carecer de páncreas y haber superado un cáncer, en la mayoría de los casos mortal), o en niños, adolescentes y adultos que no producen suficientes enzimas, así como el Clucagón, que puede salvar la vida de un diabético tipo 1 ante una severa hipoglucemia.
Las farmacias de Salamanca y las del resto de Castilla y León (al igual que las del resto de las comunidades españolas), ya llevan más de tres años sin recibir Clucagón, y desde hace meses, cada vez son más las carencias de enzimas pancreáticas que no tienen un equivalente o un genérico: no existe alternativa.
El principio activo del Kreón 10.000 es la pancreatina que facilita en su totalidad la digestión y la absorción de los alimentos a aquellas personas cuyo organismo no es capaz de fabricar enzimas pancreáticas. En mi caso personal, soy una de las pocas sobrevivientes de cáncer de páncreas -tampoco tengo bazo, ni vesícula biliar, ni medio estómago, ni medio intestino delgado- y sin la ingesta de este medicamento en todas las comidas no podría vivir.
Sí, el problema del Kreón se agrava. En primer lugar, este fármaco está sujeto a una patente controlada por BGP Producls Operations, S.L. que ostenta en exclusiva la autorización de la comercialización. El laboratorio que lo fabrica -Mylan Fharmaceuticals- ha reconocido problemas en su fabricación, debido a la disponibilidad limitada de pancreatina, uno de sus componentes que se extrae del páncreas del cerdo. Todo un vía crucis, no solamente para esta sobreviviente, sino para los niños, adolescentes y adultos que no tienen suficientes enzimas.
Las farmacias se sienten impotentes al comprobar cómo cada vez hay más desabastecimiento de medicamentos en España y cómo esta situación está provocando una especie de psicosis colectiva de pánico entre las personas con enfermedades crónicas, como es la diabetes tipo 1 (diabéticos insulinodependientes) y otras patologías que necesitan determinados fármacos para vivir.
Sobreviviente de cáncer
Hablo en primera persona, como sobreviviente del cáncer más agresivo y sorpresivo como es el de páncreas, pero que, gracias a las manos prodigiosas, al amor a su profesión y a su lucha continua contra el destino cruel del joven cirujano salmantino Dr. Juan Sánchez Tocino y su equipo, me resucitó de entre los vivos.
Desde entonces mi vida dio un giro de 180 grados, pues de ser un pájaro libre, de haber dado la vuelta al mundo, he pasado a ser una observadora agradecida con documentos suficientes (muchos kilos de papel) que constatan lo que he sido y lo que fui capaz de hacer en mi profesión, en los momentos más difíciles de mi vida como guerrillera de muchas batallas.
¡Vivir es lo único cierto! Y yo me pregunto: ¿Qué pinta este Gobierno? ¿Qué hace tanto político sentado (no precisamente a la sombra de un ciprés) comiendo la sopa reboba, cuyo sentido de la responsabilidad, su preparación intelectual y su amor a la patria están en los talones de sus pies? Es evidente que les importa un comino que la gente se muera, que las personas sufran, que no haya medicamentos, que los sanitarios se contagien por proporcionarles materiales tóxicos. La conciencia de esta gente es verde y se la comió un baifo.
Sin el Kreón no podemos vivir
Sin el Kreón hay enfermos crónicos que no podemos vivir. Sin el Clucagón (principal activo) un diabético tipo 1 no sobrevive a un coma diabético. Los endocrinos y los médicos de Familia de los centros de salud recomiendan tener siempre disponible en la casa una dosis de este fármaco dentro de una neverita a una temperatura entre 2 y 8º C, para que, en caso de necesidad, pinchar inmediatamente la dosis en la parte superior del brazo o en el muslo.
Los niños, los adolescentes, los jóvenes universitarios y las personas que trabajan fuera de casa y que padecen esta dolencia, hasta que dicho medicamento ha dejado de servirse en las farmacias, acudían diariamente a clase, o a su puesto laboral, transportando la referenciada medicina, junto con las insulinas diarias, en su pequeño maletín (refrigerado).
Pero hete acá (allá, y acullá) que fármacos como éste que pueden salvar la vida de las personas, los diferentes políticos que han venido pasando por el Ministerio de Sanidad, desde que el caballero Sánchez sentara sus glúteos en el sillón mullido presidencial (el “gobierno de la muerte” como yo le denomino), digamos que han demostrado tener muy malos sentimientos, una ignorancia supina y una pésima visión, puesto que todos han hecho la vista gorda o han mirado las muchas realidades con otro ojo, el que no tiene niña (“desde el balcón del olvido…yo te flagelo con el látigo de mi indiferencia”, que diría el poeta).
Visado para medicamentos
Los problemas del suministro de medicamentos que precisan receta médica, incluso en el caso de las encimas pancráticas que necesitan un visado (y que somos muchos los pobladores trabajadores del país, los que llevamos décadas cotizando a la Sanidad Pública, pero que en la actualidad y desde hace años tenemos que pagar una cantidad significativa a la hora de adquirirlos) cada vez son mayores.
El desabastecimiento en estos momentos afecta ya a más de un millar de fármacos, solamente en esta comunidad. Falta también el Primperan, recetado para vómitos y nauseas que lleva años sufriendo incidencias de abastecimiento. La Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios prevé (al igual que con el Clucagón) que la escasez dure hasta finales del año 2025, cuando, con toda seguridad, para entonces todos los pacientes estaremos ya calvos.
Esto va camino de convertirse en una república bananera como la de la Cuba castrista (Castro por los Castros); como la actual Venezuela mísera (donde yo viví y donde trabajé durante doce meses porque siempre fue el país más rico de América, pero que desde que comenzó el chavismo loco la población se muere por falta de alimentos, desnutrida. Sí, se muere porque no tiene ni insulina para los diabéticos, los hospitales están despoblados sin un simple bisturí, e incluso no tienen ni tiritas); Bolivia y Nicaragua ídem de ídem; y la Colombia actual, que cuando comenzaba a salir hacia delante, llegó el Petro de sus guerrillas dando “un golpe sanitario” (y otros golpes morales que destrozan el alma) para que los enfermos con cáncer y otras patologías que precisan atención inmediata acaben muriendo, porque no son atendidos por falta de medicamentos en el país.
Realidad sufrida en primera línea
Esto no son suposiciones, sino la realidad sufrida en primera línea por los que mal viven el día a día, mes tras mes, año tras año, década tras década… el dolor, el mal de la indiferencia, el engaño, el desprecio más absoluto, la crueldad más despiadada por parte de unos mandatarios que llenan sus maletas de oro, mientras que el pueblo se muere.
Y mientras, en esta España mía, en esta España nuestra, como cantaba aquella compositora llamada Cecilia, el Ministerio de Sanidad no se entera de nada y con la justificación de que son perjudiciales (como el Paracetamol que lleva más de cincuenta años comercializándose y nunca ha pasado nada), deja desabastecidas a las farmacias de medicamentos que son imprescindibles para poder vivir y que solamente a los hospitales y algún centro de salud se lo sirven las distribuidoras del medicamento (y a cuenta gotas) para casos puntuales.
Eso sí, cada vez son más los ungüentos y las pócimas que sacan los laboratorios para los dolores de huesos (publicidad engañosa porque no hacen efecto), productos de belleza que aseguran “ser una especie de plancha (tururú) que quita las arrugas del rostro al instante”, incluso pastillas para adelgazar muchos kilos en poco tiempo que no sirven para nada y que en la mayoría de los casos dañan el estómago, y los colocan en las farmacias como reclamo a unos precios desorbitados.
¿Hasta dónde hemos llegado? Conviene recordar que el material del que se nutren semejantes lacras no es otro que una parte significativa de la sociedad sin conciencia, sin otra vocación que la de hacer mucha plata sin tener que hacer ningún esfuerzo. Una sociedad que se contradice a sí misma, que siente indiferencia ante los males que no les son propios, que borra de su memoria el sentido de la palabra filantropía, humanidad… Y en un mundo en el que la plata lo es todo, les apesta el hedor de la pobreza y el sufrimiento.
Mala gestión de Mónica García
Volviendo al tema de los ministros de Sanidad que han venido haciendo el “paseíllo” en los últimos tiempos (sanchistas) por el mencionado Ministerio del Gobierno de España, quiero hacer especial hincapié a la forma de proceder de ésta última ministra fichada, Mónica García, que desde que agarró la cartera de piel de dromedario (?) prometió a los españoles el “oro y el moro”, pero según parece la susodicha se debe haber quedado con lo último, toda vez que el oro ha resultado ser plástico, porque el valioso metal se ha esfumado gracias (desgracia) a su pésima gestión, a su ignorancia y a la mala conciencia que surge cuando el “director de la orquesta” de la Moncloa es arrítmico y lleva la batuta por el lado contrario… porque le sale de la peineta.
Esta mujer ha dejado sin fondos de la UE contra el cáncer a siete hospitales de Madrid que atienden el 40% de pacientes de toda España. El coordinador de la Estrategia del Cáncer del Sistema Nacional de Salud, José M. Borrás, ha reconocido el error garrafal el no destinar esta plata para lo que realmente tenía que haber sido destinada: A salvar vidas.
Porque el cáncer no logró llevarme a la “otra orilla”, ni tampoco arrebatarme la memoria, quiero recordar la primera disertación de la titular del Ministerio de Sanidad, cuando confesó que entre sus grandes retos se encontraba la salud mental, la Atención Primaria, la universalidad y el cuidar de la profesionalidad con los pacientes. “Voy a desempeñar, voy a hacer, voy a trabajar sola”. No, vos está haciendo igual que lo que han hecho sus predecesores, que a todos se les va la fuerza por la boca y se les escapa el baifo, como decimos los canarios. Y eso que la ministra es médica, pues si llega a ser bombera… prende fuego a todo el país y nos calcina por completo.
Educación de la ministra de Sanidad
Como decía Teócrito: “Los emprendedores tienen magnificas ideas, los mediocres… ideologías descafeinadas”. Y como repentizaba mi abuelo Antonio: “A mayor cargo en la empresa más chicas son las pelotas”.
No quiero cerrar las páginas de este artículo de opinión sin recordar a la señora ministra de Sanidad (licenciada en Medicina, pero que yo jamás me pondría en sus manos) que entre las reglas más elementales de educación se encuentran las de dar los buenos días y la de responder a las cartas (en mi caso personal enviadas por correo ordinario, correo rodante) de los ciudadanos españoles (que somos los que pagamos los abultados sueldos a los que llaman políticos) que exponen sus problemas.
Mes y medio después de haber sellado el sobre cargado de papiros donde esmalto la prosa, desde su Ministerio siguen haciendo mutis por el foro. ¿No será que el espíritu del gran crítico teatral (mal poeta) Muñoz-Seca está revoloteando continuamente por los despachos de las grandes estancias de los ministerios del Gobierno español para recordar aquello de “esa carta tan pedante que, hoy, enviado me has, y que ahora tengo delante, pronto la tendré detrás”?
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