Por su contribución a la lucha contra el cáncer, la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) ha otorgado su galardón V de Vida a los científicos responsables del hallazgo de la técnica CRISPR/Cas9: Francisco Martínez Mojica, Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier.
En 2005, Francisco J. Martínez Mojica publicó el descubrimiento que desató la revolución CRISPR. En junio de 2012 Emmanuelle Charpentier (Juvisy-sur-Orge, Francia; 1968) y Jennifer Doudna (Washington D.C., Estados Unidos; 1964) hallaron cómo usarlo para cortar y pegar ADN.
Hoy miles de laboratorios en todo el mundo usan CRISPR/Cas9 e incluso ya se ha empezado a ensayar su aplicación en humanos en tratamientos contra varios tipos de cáncer. Esta técnica, también es conocida como el “corta y pega” genético, podría generar cambios sustanciales en toda la sociedad en un futuro no muy lejano como ya está provocando cambios profundos y ya visibles en la biología en general.
Esta técnica tuvo su origen en el trabajo del microbiólogo español de la Universidad de Alicante Francisco Juan Martínez Mojica. En 1989, mientras trabajaba midiendo la calidad del agua de las playas alicantinas, comenzó su tesis doctoral sobre un microorganismo aislado en las salinas de Santa Pola, Haloferax mediterranei.
Mojica observó en el genoma de este organismo una serie de secuencias genéticas que se repetían a intervalos regulares. Nada en la literatura científica explicaba la función de esta rareza, por lo que Mojica tuvo que esperar a los resultados de su propio trabajo para dar una explicación científica. Este investigador buscó en las bases de datos de información genómica y lo que descubrió fue que en el mundo microbiano abundan las secuencias repetidas a intervalos regulares lo que sugería “una gran relevancia biológica”. En 2003, Mojica descubrió que la verdadera naturaleza de estas secuencias repetidas, que él denominó CRISPR, era ser un mecanismo de defensa de los microorganismos contra los virus.
El origen de grandes investigaciones
A partir de este descubrimiento, el microbiólogo se dio cuenta de que entre las secuencias de ADN repetidas lo que hay son fragmentos del genoma de los invasores, firmas moleculares que permitirán reconocerlos si atacan de nuevo. Es decir, una vacuna genética. Este hallazgo fue finalmente publicados en 2005 y, a partir de ese momento, numerosos grupos se lanzaron a desentrañar el funcionamiento exacto de CRISPR.
La doctora Emmanuelle Charpentier, que en la actualidad trabaja en el Instituto Max Planck de Biología de la Infección (Berlín, Alemania) y en la Universidad de Umeå (Suecia), descubrió una molécula clave en el sistema CRISPR/Cas9. A partir de este hallazgo, y con la necesidad de conocer su estructura tridimensional, se puso en contacto con Jennifer Doudna de la Universidad de California para iniciar una colaboración. Fruto de esta colaboración, en el año 2012 reprodujeron artificialmente el sistema y demostraron que es una potente herramienta de edición genómica que puede ser programada para reconocer cualquier fragmento de ADN.
En la naturaleza, el mecanismo CRISPR/Cas9 destruye a los invasores cortando su ADN con la enzima Cas9 que actúa de tijera molecular. En el laboratorio, el ADN vírico que en CRISPR sirve para reconocer al enemigo, es sustituido por otro fragmento guía, que lleva las tijeras a una región específica del genoma. Se obtiene así un método que corta el ADN con altísima precisión y además lo vuelve a pegar, introduciendo secuencias nuevas si se desea. Esto puede llevar a que en un futuro, gracias a esta técnica, se pueda editar el ADN de los humanos para, entre otras posibilidades, mejorar los tratamientos en cáncer.
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