A grandes rasgos, hoy te cuento que la hiperacusia o algiacusia es un trastorno auditivo relacionado con el umbral de audición. Este umbral se define como la mínima intensidad de sonido que el oído humano puede percibir, y puede variar en cada persona. El hiperacúsico posee una hipersensibilidad a los sonidos, es decir que su umbral de tolerancia auditiva en determinadas frecuencias, es baja.
Es un error pensar “que escuchan mejor que los demás”, su audición es normal. El problema radica en la tolerancia de frecuencias específicas. Se puede dar tanto en niños como en adultos, por eso es importante estar atentos a cualquier tipo de conducta significativa y detectarlo a tiempo.
Cuando se diagnostica hiperacusia, los sonidos del día a día se perciben intensamente y, dependiendo del grado de sensibilidad y el ambiente donde se desenvuelva, se tornan molestos e, incluso, hasta intolerables. Esta reacción anormal al ruido hace que la persona los rechace y comience a evitar lugares y/o actividades bulliciosas, con tal de no sentir dolor. Quedarse en casa conlleva muchas veces la pérdida del contacto social, inseguridad, tristeza y baja autoestima.
La sobrecarga sensorial continua a la que se ven afectos genera una disminución en el procesamiento de la información, siendo los principales síntomas: problemas de sueño, migrañas, cansancio, irritabilidad constante, estados depresivos y la presencia o no de acúfenos.
Aunque no están identificadas todas las causas, una de las más comunes son las lesiones en el nervio auditivo, los traumatismos craneanos, el estrés postraumático, los problemas emocionales y de ansiedad… El diagnóstico lo debe realizar el otorrinolaringólogo aplicando una serie de pruebas auditivas establecidas.
En cuanto a los tratamientos indicados, uno diría que con utilizar tapones para los oídos se podría solucionar en gran parte el problema, pero nada es más alejado. La explicación es la siguiente: si privamos al aparato auditivo de percibir sonidos, éste utiliza un método de compensación ante el silencio -generado por los tapones-, sensibilizándolos aún más y amplificando aquellos que suenan flojitos.
IMPORTANTE: La solución no está en aislar, ni en evitar el sonido, sino en desensibilizar los oídos con frecuencias determinadas (ejemplo: ruido blanco), para reeducar al sistema nervioso.
Dependiendo de la causa que lo haya generado, se utilizan diferentes fármacos y tratamientos. Uno de ellos consiste en exponer al paciente (durante un periodo de tiempo controlado) a grabaciones musicales en las que la intensidad va creciendo en cada sesión, con el fin de aumentar la tolerancia. En los casos de mayor ansiedad, angustia y/o depresión, puede combinarse con medicamentos. Otro de los métodos recomendados cuando se diagnostica hipoacusia neurosensorial son los audífonos.
Hay personas que aprenden a controlar la hipersensibilidad y pueden desarrollar una vida bastante normal. Lo que ayuda mucho en estos casos es la comprensión del problema en el entorno socio-familiar. Mostrar interés y empatía por este problema hace que el paciente se sienta contenido y motive su recuperación.
Entre otras terapias complementarias, la musicoterapia brinda un espacio en donde se trabaja, no sólo con los sonidos agradables de baja intensidad, sino también el desgaste emocional que acarrea la hiperacusia.
Si necesitas más información te dejo dos enlaces de la Asociación de Hiperacusia y Trastornos Sensoriales: http://www.facebook.com/hiperacusia/ y http://asociacionhiperytrast.blogspot.com.es/
(INFOGRAFÍA: morguefile.com)
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