Los seres humanos sensibles reaccionamos con enfado ante situaciones que nos disgustan. Ocultar emociones negativas, por desagradables que nos parezcan, es una tarea inútil. Como las circunstancias de la vida nos afectan, aparecen afectos
positivos y negativos. Si te sientes culpable por ello es como si te sintieras culpable por ser tan sólo un ser humano. Las personas tenemos derecho a sentir enfado, hostilidad e incluso odio; también sentir amor y respeto por las personas que conviven con nosotros no es obstáculo para sentir estas emociones en situaciones concretas.
Y tener estas emociones y sentimientos es una gran ayuda para nuestro amante si queremos que encienda nuestro deseo sexual haciendo lo que nos excita y nos estimula y evitando, si puede, lo que nos enfría y apaga nuestro deseo sexual. Además, darte permiso para experimentar estas emociones es una forma de tener un cierto control sobre ellas para que pierdan fuerza.
A qué carta quedarnos: ¿tomamos cartas en el asunto o lo ignoramos? A veces no merece la pena entrar al trapo para airear los motivos de ese último enfado; entonces tenemos que revisar nuestra ideología sobre lo que es o no importante para nosotros, puesto que de alguna manera somos responsables de lo que sentimos.
Si nos dejamos llevar por nuestro diálogo interno, podemos hacer un drama, o valorarlo como una tragedia, si nuestro amante ha olvidado una fecha clave con significado emocional para nosotros, e incluso concluimos sin base alguna que nuestro compañero no nos ama o nos engaña. Entonces es probable que nuestra reacción sea de irritabilidad y enfado y estallemos sin control alguno. Sin embargo, si lo valoramos como un olvido importante y no como un indicador de su desamor o de su engaño, reaccionamos con más calma. Si pensamos en nuestros criterios perfeccionistas y exigentes, podemos valorar aspectos de la convivencia y del sexo en nuestra vida que pueden desactivar ese malestar.
Si nuestra pareja, al hacer el amor, se preocupa habitualmente de lo que hemos sentido, de si hemos disfrutado y nos sentimos satisfechas con ese encuentro y un día aislado nos damos cuenta de que está muy cansado y no nos presta la atención acostumbrada, ¿tendríamos que sentirnos mal o ignorarlo? ¿Y nuestro amante cómo se sentiría si tomamos en cuenta un fallo circunstancial?
Es importante hablar para que no se acumule el malestar ni los enfados, lo que equivale a ocuparse del asunto y a afrontar la situación que ocasiona estos sentimientos, directamente. Es una forma, la mejor, de prevenir el resentimiento. Recomendable hacerlo en un momento en el que no haya problemas acumulados, poque será mejor nuestro estado de ánimo y lo podemos expresar de forma constructiva.
Y cuando se instala el enfado por algún motivo, por algo que nos dice o nos hace nuestro amante, sea presente o pasado, nos defendemos contraatacando, y más o menos conscientemente tratamos de herir al que nos causa ese malestar. Aquí se puede establecer una contienda estéril… y si expresamos nuestro enfado inadecuadamente nuestro amante contraataca también e incluso con más vigor.
Si queréis afrontar la situación de manera efectiva, conviene que lo habléis con un sexólogo o terapeuta de pareja que os enseñe a hacer del enfado una señal y a contar hasta diez o pensarlo, igual que el semáforo rojo nos enseña a pisar el freno. Lo que contribuye a enfriar la temperatura de esas emociones y a hacer una breve pausa en la que nos permitimos pensar en lo que pretendemos cuando se dan estas situaciones.
Autora del libro El sexo, magia para tu cuerpo
Tf.: +34 639 555 994
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