La semana pasada tuvimos el privilegio de facilitar el curso Leading Change and Innovation (Liderando en el cambio y la innovación, Instituto de Empresa). Desde el principio, invitamos a todos los participantes a salir de su zona de confort e intentar permanecer el mayor tiempo posible en el límite, con la intención de maximizar su aprendizaje.
Llamamos a este espacio aquel en el que ocurre la magia. Y lo hacemos conocedores de que así es. Cuando uno, como líder, asume el reto de girar la atención hacia uno mismo para descubrir sus fortalezas y puntos ciegos, aprender a no aferrarse a determinados resultados y probar nuevas formas de proceder en circunstancias conocidas, comienza a desarrollar su agilidad, adaptabilidad y registro de actuación para reconocer y responder de forma más apropiada a múltiples y diversas situaciones.
Y créanme, girar la atención hacia uno mismo y, voluntariamente, responder de forma diferente a como normalmente lo haríamos no es tarea fácil. Para comenzar, requiere de intencionalidad dirigida, escuchar frente a hablar o escucharse, capacidad de permanecer en la incomodidad, tolerancia a lo desconocido, decidir tomar riesgos, practicar la reflexión y no aferrarse a la imagen que cada uno tenemos de nosotros. Y, sobre todo, requiere de enormes dosis de valentía y de coraje, al tiempo que se adopta una posición de defender aquello en lo que uno cree.
La semana pasada tuvimos el honor de ver y disfrutar todo esto de lo que escribo en acción, presente durante los cuatro días que duró el curso. Todos y cada uno de los participantes decidieron posicionarse en los límites de su propio aprendizaje y desde allí propiciaron, en el entorno facilitado, que todos creciéramos y aprendiéramos juntos.
Y todo ello fue posible porque se permitieron explorar para ellos mismos la posibilidad de liderar, convirtiéndose en anfitriones, en lugar de permanecer en el espacio que tradicionalmente adjudicamos a los líderes, espacio en el que les convertimos en héroes, o expertos o, en ocasiones, individuos a quienes se les presupone poder, sabiduría y capacidades fuera de las del común de los mortales.
¿Pueden imaginarse las inmensas posibilidades que se pondrían a disposición de todos si quienes dirigen nuestras instituciones, del tipo que sean, empezaran a adoptar algunas de estas sugerencias, aunque solo fuera durante, por ejemplo, media hora diaria? ¿O que lo aplicaran a, por ejemplo, tres de las decisiones que toman al día? ¿Creen que algo cambiaría?
Nosotros sabemos que sí… Y por eso una y otra vez invitamos a dar ese paso, a tomar ese riesgo de encontrar lo que puede que no nos guste y a sentirnos incómodos para, a través de la magia que se genera, salir de la experiencia infinitamente más fortalecidos y con más capacidad de liderar.
Nunca podremos agradecer suficiente al excelente grupo que durante la semana pasada aceptó nuestra propuesta y, confiando, se lanzó al vacío. Ellos dijeron que había merecido la pena; para nosotros fue la constatación de que merece la pena invitar a entrar, una y otra vez, al espacio en el que ocurre la magia.
Feliz semana de experimentación.
*Catalizando el desarrollo integral de personas y organizaciones
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