Algunos se trasladan por mar, arriesgando sus vidas sin importarles el oleaje o la tempestad, utilizando embarcaciones no aptas para navegar; cualquier cosa que flote vale para salir de su país. Otros cruzan la frontera utilizando la vía terrestre en camiones y contenedores, corriendo el riesgo de asfixia y de morir en el intento. Vienen de Afganistán, Eritrea, Nigeria, Somalia, Gambia, Irak… aunque en la actualidad la mayoría son de Siria.
Los reportajes y vídeos que ofrecen los medios de comunicación son aterradores e insoportables de digerir, como los datos que recogen algunas organizaciones internacionales, asegurando que más de un millón de refugiados o desplazados han muerto desde el mes de marzo en el mar. ¿Pero hasta dónde es soportable esta falta de sensibilidad y humanidad política que permite este drama? Si en este momento el principal motivo de la huida masiva se produce por las guerras, ¿dónde ha quedado el derecho humanitario y los convenios de Ginebra que protegen a las víctimas de los conflictos armados?
La Comisión Europa no ha dado respuestas adecuadas hasta que la desgarradora imagen de un niño sirio muerto en una playa de Turquía ha convulsionado al mundo, demostrando la dimensión y gravedad del problema, además de demostrar el salvaje comportamiento de algunos seres humanos y el cinismo e hipocresía de los gobiernos. Una vez más, la sociedad civil ha removido conciencias y ha sido la impulsora de la movilización.
En España, nuestro Gobierno ha mirado hacia otro lado, y en ningún momento ha hecho esfuerzos para buscar soluciones, esperando que los problemas los resolvieran otros; sólo la proximidad de las elecciones generales y las iniciativas para la creación de una red de ciudades que se han ofrecido a recoger refugiados ha llevado al presidente, Mariano Rajoy, a decir que atenderá a los refugiados que lo soliciten y tengan derecho, sin aclarar cómo y cuándo.
Hay demasiada incomprensión en este tema por parte de nuestro Gobierno; lo primero que debe hacer es respetar los derechos humanos y abordar el tema desde el punto de vista humano y ético. Es necesario tomar medidas realistas y eficaces, porque las tomadas hasta ahora no sirven. No vale tranquilizar la conciencia ofreciendo solo ayuda humanitaria, se debe prestar también apoyo a todas estas personas para que puedan reconstruir sus vidas. Si hemos inyectado dinero público para ayudar a la banca, con mayor motivo se debe aportar presupuesto para esta situación, porque la inmigración y los refugiados no se detienen.
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