La palabra silencio procede del latín ‘silent?um’, del verbo ‘silere’, que significa callar o estar callado. El silencio musical es la ausencia de sonido, una pausa, un descanso; incluso tiene una grafía simbólica específica en las partituras que señala la duración del mismo. Mira si será importante, que una de las funciones es dar sentido a la melodía.
Siempre hablamos de música, de sonido y de movimiento, pero el silencio también forma parte esencial en nuestra vida, aunque pareciera estar en un segundo plano debido a las prisas cotidianas.
Hay quienes dicen que el silencio absoluto no existe, pero la mayoría de las veces estamos de acuerdo con que tiene varias acepciones, y encontramos silencios al hablar, al leer, al escuchar, en la naturaleza, en la calma…. Hoy hablaré contigo de ese que no sólo se dibuja en un pentagrama, sino de ese que, al escucharlo con calma, te convierte en el observador de lo que nos pasa.
En esta vida ajetreada y llena de actividades no privilegiamos el estar en silencio; si abrimos la mirada, nos damos cuenta de que en el mundo oriental está mejor valorado. En la práctica de la meditación se promueve el silencio como portador de reposo, como puente que conecta con nuestro ser interior más genuino.
Estudios científicos certifican que la exposición al silencio baja la presión sanguínea, lo que previene aquellas enfermedades cerebrovasculares y cardiovasculares, refuerza el sistema inmunológico, permite la regulación hormonal, reduce los niveles de cortisol en la sangre y los de adrenalina, disminuyendo la sensación de estrés, entre otros.
Pitágoras decía. “El comienzo de la sabiduría es el silencio”. Quien pueda aprovechar ese momento íntimo para convertir el silencio en el centro de su atención, puede liberarse de sus preocupaciones y disfrutar de la paz que necesita. Por otra parte, los que saben manifiestan que a la mayoría de las personas les resulta perturbador, incómodo y desconcertante permanecer en silencio prolongado. Es difícil acallar los pensamientos ruidosos y vencer la ansiedad generada; por lo tanto, surgen miles de excusas para no intentarlo.
Para mejorar la relación con el silencio, la respiración es una gran aliada, conjuntamente con la voluntad y la disposición. Lo que se recomienda en estos casos es repetir la práctica más de una vez todas las semanas. No hay nada mejor para calmar la mente agitada que enfocarse en uno mismo y restaurar el equilibrio interno (pensamientos y emociones) con el mundo externo que nos rodea. Con ello tendremos una visión más clara de los problemas y quizás de cómo resolverlos, desarrollaremos la capacidad de escuchar a los demás, controlaremos las situaciones de estrés y/o discusiones y reflexionaremos sobre nuestro sentir y accionar.
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