Trastornos alimentarios en adultos

Existen varios factores que juegan un papel en la predisposición, la aparición y el mantenimiento del trastorno. Desde cuestiones macro-sociales, como la cultura de la delgadez, la belleza y la juventud eterna, a cuestiones relacionadas con el apego, la familia o eventos traumáticos que puedan haber estado presentes en la vida de la persona. Por tanto, el origen de un TCA es complejo y multifactorial.

Aunque los TCA más conocidos generalmente son la anorexia y la bulimia nerviosas, las clasificaciones internacionales, como el DSM-V, en sus versiones actualizadas incluyen otros quizá menos conocidos, como la pica, el trastorno de rumiación, el trastorno de evitación/restricción de los alimentos y el trastorno por atracones, además de los cuadros “no especificados”.

Cuando hablamos de TCA en adultos nos atenemos a dos perfiles: uno más crónico y otro debutante. El perfil de cronicidad es el de aquella persona en la cual el TCA se desarrolla en la adolescencia (temprana o tardía) y se mantiene hasta la edad adulta. En estos casos es habitual que la persona ya haya pasado por varios tratamientos, e incluso por varios ingresos hospitalarios. El otro perfil, aunque de forma más escasa, también se observa en personas en las cuales el TCA se ha desarrollado ya pasada la treintena o en torno a los 40 años.

Las consecuencias físicas de un TCA son similares a cualquier edad. Sin embargo, cuando se produce a edades tempranas puede tener un impacto significativo en el desarrollo del niño o la niña. Cuando se desarrolla posteriormente, las alteraciones hormonales secundarias en un caso de anorexia, por ejemplo, aumentan el ya existente riesgo de desarrollar osteoporosis.

Un TCA es una manera que la persona tiene para relacionarse consigo misma y con el mundo, y aunque es de forma patológica, le aporta una seguridad y estabilidad que cree necesaria en su vida. Si en ese primer episodio no se ha realizado un trabajo terapéutico profundo y ayudado a la persona a adquirir la confianza y las herramientas necesarias para desenvolverse, puede ocurrir que ante una situación que perciba como estresante, se vuelvan a desarrollar síntomas. No podemos olvidar que las tasas de recaída en trastornos de la conducta alimentaria están por encima del 40%.

La ayuda del entorno social y familiar es un activo importantísimo a la hora de abordar un TCA. Pedir ayuda muchas veces cuesta, por la creencia de que es algo superficial, un capricho, o por mera vergüenza. Es fundamental dar el paso hacia la salud con un tratamiento adecuado y el apoyo de la familia. Se aconseja incluir una pauta de actividad física moderada y supervisada, siempre y cuando no exista riesgo vital y se haya restituido un peso adecuado, junto con una recuperación de la bradicardia (si la hubiera) y un restablecimiento de los valores hormonales y electrolíticos.

Todos deberíamos querernos más a nosotros mismos. Mujeres y hombres de todas las edades. Lo contrario no suele ayudar demasiado. Las mujeres están sometidas a una presión enorme para estar siempre perfectas en todas las facetas de su vida y, a la vez, reciben infinidad de mensajes en los medios de que “aún no es suficiente”. Una actitud crítica y una autoestima construida desde valores personales, y no desde la apariencia física, es fundamental.

*Robin Rica Mora es psicólogo sanitario y miembro de Saluspot