La población no come grupos de alimentos y nutrientes de forma aislada, sino en combinación, y la totalidad de la dieta conforma un patrón general de alimentación cuyos componentes pueden tener interacciones y efectos potencialmente acumulativos para la salud, por lo que se les debe prestar especial atención.
Así lo destaca la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), al quedar recogido en las nuevas Guías Alimentarias 2015-2020 o Guías Dietéticas Americanas, que acaban de publicarse y que en esta edición ponen el foco de las nuevas recomendaciones en los patrones de alimentación y las características de los alimentos y nutrientes, mientras que las anteriores se centraban en componentes dietéticos individuales, como grupos de alimentos y nutrientes.
Las Guías Dietéticas Americanas son publicadas por el Departamento de Salud y Servicios Humanos y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos para orientar a los ciudadanos del país hacia una dieta saludable, promoviendo el consumo de alimentos y bebidas que ayuden a mejorar la salud y a prevenir enfermedades crónicas. Están diseñadas para que los profesionales ayuden a la población de más de 2 años a consumir una dieta sana y nutricionalmente adecuada, y son la base para las iniciativas de políticas alimentarias y nutricionales a nivel federal. Se publican cada cinco años desde 1980, y tienen una gran repercusión a nivel internacional.
Orientación en la dieta
“Los patrones de alimentación se pueden adaptar a las preferencias personales de los individuos, lo que permitiría a los ciudadanos elegir una dieta más adecuada. Cada vez hay más evidencia de la relación entre los patrones generales de alimentación, salud y riesgo de enfermedades crónicas, y las conclusiones de estas relaciones están lo suficientemente bien establecidas como para apoyar la orientación en alimentación”, explica el doctor Miguel Ángel Martínez Olmos, miembro del Comité Gestor del Área de Nutrición de la SEEN.
Así, las Guías Alimentarias 2015-2020 establecen cinco directrices generales que fomenten hábitos alimenticios saludables, reconocen que las personas tendrán que hacer cambios en su elección de alimentos y bebidas para lograr un patrón saludable, y que todos los segmentos de nuestra sociedad tienen un papel que desempeñar en el apoyo a las opciones saludables.
“Estas directrices también encarnan la idea de que un patrón de alimentación saludable no es una receta rígida ni única, sino más bien un marco adaptable en el que las personas pueden disfrutar de alimentos que satisfagan sus preferencias personales, tradiciones culturales y encajar en su economía”, subraya el doctor Martínez Olmos.
Según señala este experto, “en el núcleo de esta guía está la importancia de consumir los patrones de alimentación saludable en general, incluyendo verduras, frutas, granos integrales, lácteos, alimentos ricos en proteínas y aceites, consumidos dentro de un nivel de calorías adecuado y formulados con cantidades limitadas de grasas saturadas, azúcares añadidos, y sodio”.
Menos azúcares añadidos y grasas saturadas
En este sentido, la SEEN resalta que las Directrices de 2015 recomiendan consumir menos de un 10% de calorías procedentes de azúcares añadidos y también un máximo del 10% procedente de las grasas saturadas. Asimismo, establecen que hay una fuerte evidencia de que las dietas con menos carne se relacionan con un menor riesgo de enfermedad cardiaca y accidente cerebrovascular. “Hay evidencia moderada de que los patrones de alimentación están asociados a un menor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y algunos tipos de cáncer”, añade el doctor Martínez Olmos.
Como ejemplo de patrones de alimentación saludable que traducen e integran estas recomendaciones, las guías mencionan, entre otros, el de la dieta mediterránea, gracias a las crecientes evidencias publicadas acerca de su papel en la prevención de enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades crónicas, en opinión de la SEEN.
“De acuerdo con estas guías, el consumo de frutas, verduras y hortalizas se refuerza; el de azúcar se desaconseja, en especial el de alimentos que no lo contienen de forma natural; se deja de criminalizar a todas las grasas en general, distinguiendo entre unas y otras; se revaloriza el consumo de huevos como fuente de proteínas y los productos cárnicos, en general, pierden posiciones”, concluye este especialista.
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