Los relojes inteligentes suponen un método cómodo, barato y no invasivo que ayuda a la detección precoz de fibrilaciones auriculares en algunos pacientes, los cuales aumentan el riesgo de repetición de ictus.
Una de cada seis personas tendrá un ictus a lo largo de su vida. Con el envejecimiento de la población, se espera que en los próximos años esta frecuencia aumente y es necesario desarrollar nuevas estrategias para mejorar la prevención de nuevos casos. Un estudio liderado por Vall d’Hebron ha analizado el uso de los relojes inteligentes para detectar de forma precoz fibrilaciones auriculares, el tipo de arritmia más común y que aumenta hasta cinco veces el riesgo de tener un ictus.
Los resultados, publicados en la revista Sensors, muestran que podrían ser una herramienta útil complementaria a la atención médica en el seguimiento de pacientes hospitalizados después de un ictus para evitar que se repita. El trabajo ha sido liderado por el doctor Jorge Pagola, investigador del grupo de Investigación en Ictus del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y adjunto de la Unidad de Ictus del Hospital Universitario Vall d’Hebron juntamente con la Unidad de Arritmias, y en colaboración con el Hospital Universitario Joan XXIII y el Hospital Universitario de Girona Dr. Josep Trueta.
70 pacientes hospitalizados por ictus a los que se les puso relojes inteligentes
El trabajo se llevó a cabo con 70 pacientes del Hospital Vall d’Hebron de 80 años de media y hospitalizados por haber sufrido un ictus recientemente. Todos ellos llevaban un reloj inteligente Fitbit para medir el ritmo cardiaco y, además, se les realizaba un electrocardiograma continuo durante unas horas.
El objetivo era comparar los resultados obtenidos con ambas estrategias a la hora de detectar fibrilaciones auriculares, las cuales se relacionan con más probabilidad de sufrir un ictus y, además, de que sea más grave e incapacitante. “Los relojes suponen una estrategia sencilla de utilizar, de bajo coste, no invasiva y bien aceptada, que podría ser útil para el seguimiento de los pacientes, también en personas de edad avanzada”, explica la doctora Claudia Meza, miembro de la Unidad de Ictus del Hospital Vall d’Hebron e investigadora del grupo de Investigación en Ictus del VHIR.
Por un lado, se midió la frecuencia cardiaca en pacientes ingresados, y se observó que el reloj tenía tendencia a dar unos valores inferiores a los reales, especialmente cuando eran superiores a las 100 pulsaciones por minuto o cuando había un episodio de arritmia. En este sentido, se piensa que los cambios en la piel y en la circulación sanguínea presentes en la edad avanzada pueden alterar la medida y, por lo tanto, en estos pacientes los relojes no serían recomendables para controlar la frecuencia cardiaca.
Por otro lado, se analizaron las alertas del reloj que aparecen cuando detecta que hay un ritmo cardiaco irregular, sugestivo de una fibrilación auricular. Así, se vio que el reloj era capaz de detectar un 34,5% de los casos reales con esta arritmia, con una especificidad del 100%. Es decir, detectaba un tercio de los casos, pero todos los que detectaba tenían realmente una fibrilación auricular, según el electrocardiograma.
Seguimiento a largo plazo
En base a los resultados, se muestra que los relojes inteligentes pueden ayudar a hacer el seguimiento de algunos pacientes con ictus a largo plazo, sobre todo en los que presentan episodios intermitentes de arritmias y sin síntomas claros asociados, los cuales pueden ser complicados de detectar si no se hace un control continuo. “Es importante destacar que deben ser una herramienta que ayude a los métodos diagnósticos habituales para detectar arritmias. En ningún caso deben sustituir la atención médica habitual, ya que después debemos confirmar los resultados obtenidos y ajustar el tratamiento en consecuencia si es necesario para prevenir ictus posteriores”, enfatiza el doctor Jorge Pagola.
En el futuro, más investigación es necesaria para evaluar la efectividad de estos métodos en la práctica clínica, tanto en personas más jóvenes como en pacientes no hospitalizados mientras hacen su vida habitual. Además, se espera que el continuo desarrollo tecnológico también incremente la sensibilidad para detectar un porcentaje de casos más elevado.
El estudio ha recibido financiación por parte del Instituto de Salud Carlos III y cofinanciado por la Unión Europea (FEDER/FSE) – A way to build Europe (PI2001210), además del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
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