La mortalidad infantil y juvenil en Camerún es muy elevada. Demasiado. Los medios de allí poco tienen que ver con los de aquí. Un grupo de profesionales sanitarios del Complejo Asistencial de Salamanca apuesta por tender una mano en lo que pueden. Algunos ya han ido al país en dos ocasiones, a un hospital creado por un pediatra burgalés, donde hacen falta manos para atender y operar a una población castigada por la pobreza y la muerte. Relatan su experiencia en Camerún, sus sentimientos y una realidad que duele.
“África te engancha, por su miseria, pobreza, pero sobre todo por su gente, que cada día tiene que buscarse la vida sin medios ni recursos, pero que cuando ven aparecer a unos blancos que van a tratar de curarles, o por lo menos aliviarles, se entregan y te muestran su agradecimiento de una forma que te rompe el corazón y te llena de sentimientos”. Así comienza a recordar su experiencia en Camerún el anestesista del Complejo Asistencial de Salamanca, Eugenio Briz Sánchez, tras viajar en dos ocasiones a un hospital de Rey Bouba, Camerún, en el límite con Nigeria y El Chad. Primero fue con un grupo de burgos, en enero de 2011, y un año después, en 2012, partió hacía allí un grupo formado en su mayoría por profesionales que ejercen su labor en el hospital de Salamanca.
Entre ellos, María Jesús Bringas García, médico de Urgencias, que recuerda su labor en Camerún. “Allí trabajas en lo que va saliendo, hay mucha enfermedad infecciosa y sobre todo lo que ves allí es muchísima pobreza, nada que ver con nuestra crisis”, apunta. Lo que más le entristece es recordar que allí los niños se mueren porque hay una mortalidad muy alta, “al igual que los jóvenes, y lo que puedes hacer allí está muy limitado”. Con su labor la gente está muy agradecida, “porque no tienen nada y con poco que les des les parece mucho, y aunque el paciente se muera, están eternamente agradecidos porque has intentando hacer lo que se ha podido”, detalla esta doctora.
Por su parte, Eugenio Briz señala que cuando se vuelve de África se siente una gran satisfacción por lo realizado, pero sobre todo, “te das cuenta de que la vida te ha cambiado y que todo lo que tenemos en nuestro medio, por desgracia, ellos tal vez no lo tendrán nunca”.
En su último viaje, en 2012, junto a María Jesús y Eugenio viajaron dos pediatras (Claudia Iñesta Mena y José Antonio Pérez Martín), un cirujano (Alberto Blanco Álvarez), una oftalmóloga (María Isabel Jiménez Franco), dos enfermeros (Marcial Corredera Barrios y Teresa Charfole de Juan) y de Medicina General, María del Carmen Castaño Yubero.
Todos ellos viajan a Camerún de forma totalmente altruista, se pagan el billete y el visado, después de vacunarse de todo lo necesario. También compran el material y las medicinas, más aquello que les facilitó el hospital de Salamanca, como medicamentos, “así como el correspondiente permiso para el desplazamiento”, confirma Briz.
El viaje hasta la zona de Rey Bouba es agotador, “ya que necesitamos tres días para llegar, pero la labor que tenemos que realizar nos obvia el calor, 40 grados, y las condiciones de vida”. En ese hospital de Camerún acuden cada mañana entre 40 y 60 pacientes en áreas como la Medicina de Familia, Ginecología, Oftalmología y Pediatría. “Y según se estudia a los pacientes se decide tratamiento médico o quirúrgico”, apunta el anestesista. Los médicos de familia trabajan desde las ocho de la mañana y hasta las seis de la tarde. “Se veían enseguida desbordados de trabajo y comentaban con los cirujanos la posibilidad de operar ese mismo día o al siguiente de hernias, abcesos, cataratas, etc.”, precisa. A modo de anécdota, narra Eugenio Briz, que como no tenían ginecólogo, las pacientes eran vistas por los médicos de familia y una mañana se presentó una mujer que necesitaba una cesárea urgente. “El hospital más cercano y dotado para ello estaba a unas cuatro o cinco horas de viaje por una carretera infernal, y si no se realizaba la intervención, corría peligro la vida de la madre y del niño”, recuerda. Se habló con el cirujano y se realizó la cesárea, “con la que salvamos la situación y el niño y la madre terminaron felizmente”. Al niño le pusieron el nombre de Al-berto, en honor al cirujano que la intervino.
María Jesús relata la pobreza de la zona, y la importancia de ese hospital, que ha creado la Fundación Mayo Rey de Burgos, y que presta atención a una población muy grande y rural, “donde no hay nada”. El hospital lo llevan tres religiosas, que están allí de forma continua, “y sobre eso se van solapando grupos de médicos y enfermeras de Castilla y León y de fuera, pero sobre todo de nuestra comunidad, porque el proyecto lo inició un pediatra de Burgos”, argumenta Bringas.
Para los médicos, aquello es frustrante, “porque ves cosas que aquí no tienen ningún problema en resolverse y allí puede producir la muerte de un niño, un joven o un mayor”, matiza la doctora. María Jesús destaca que la población tiene asumido que la muerte forma parte de su entorno, “pero a nosotros nos cuesta trabajo ver que se podían solucionar aquí con nada y allí no se pueda”.
Otra de las intervenciones quirúrgicas más comunes es la de cataratas, unas 20, y porque se les estropeó el microscopio y no pudieron hacer más, “a pesar de la ingente cantidad de consultas de Oftalmología”. Los pediatras, veían cada día a entre diez y quince niños de los cuáles ingresaban a uno o dos diarios por malnutrición y/o malaria. En cuanto a la Medicina de Familia, los ingresos eran casi los mismos, con una medida de 6 a 8 pacientes, entre médicos y quirúrgicos, que todos atendían, junto a las monjas que realizan allí su labor. Asimismo, limpiaban el instrumental, el quirófano, la sala de hospitalización, y poner sueroterapia y vigilancia de los pacientes ingresados.
En Camerún estuvieron tres semanas, que según Briz, fueron “cortas”, y regresaron con la ilusión y las ganas de volver pronto. La idea, es organizar otro grupo médico-quirúrgico para enero o febrero de 2014. Este equipo no es el único que viaja en cooperación sanitaria, existen más en el Complejo Asistencial de Salamanca, como por ejemplo, un grupo médico que ha realizado dos viajes a Ecuador en febrero y octubre.
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