Las cocinas de los partidos trabajan ya en los programas electorales para las generales del año que viene. El partido del Gobierno tiene mucha ventaja en esta materia y de vez en cuando deja caer reformas fiscales y planes de ayuda que curiosamente entrarán en vigor cuando los motores de las campañas estén en su pleno apogeo y tengamos que optar por una u otra papeleta o, incluso, decidir si nos animamos o no a ir a votar.
No es un mal exclusivo del Partido Popular. Aznar abrió la caja del despilfarro con el cheque mensual de 100 euros a las madres trabajadoras con hijos menores de 3 años. Le siguió el cheque bebé de 2.500 eurazos de Zapatero y Ana Mato acaba de anunciar para el próximo ejercicio una paga de 100 euros mensuales durante un año (como si fuera el sueldo de Nescafé) para las familias numerosas, las que tengan a su cargo algún hijo con discapacidad y en las que haya personas mayores con discapacidad. Y las cantidades se conceden independientemente de las necesidades de las familias. Si usted está en estos supuestos, pídala, que se la concederán sin mayor revisión. Igual da que tenga que sostenerse con 400 euros mensuales que con 4.000.
Es la tan injusta e ineficaz política del café para todos. Estas efímeras ayudas directas son un simple pan para hoy y hambre para mañana; porque no se fíen, que en unos meses vendrá Paco con las rebajas (quien dice Paco dice Mariano o Cristóbal) y nos pedirá un nuevo esfuerzo para reponer las maltrechas arcas públicas después de tanto dispendio. Lo malo es que por este intento de contentar a la población con medidas populistas se pierden miles de euros que, distribuidos de forma individualizada y racional, servirían para paliar las necesidades de aquellos que a diario pasan por un calvario para afrontar situaciones de extrema necesidad.
Uno de mis héroes de ficción favoritos es Allan Karlsson, el anciano de Jonas Jonasson en El abuelo que saltó por la ventana y se largó. Si no han leído el libro, se lo recomiendo para este verano (de la película no puedo opinar; ni la he visto ni he oído críticas al respecto), y acuérdense de estas ayudas cuando lleguen a la parte en la que el centenario le pide al Gobierno de su país que deje de ingresarle en su cuenta corriente una pensión que ni ha pedido ni necesita. Claro, que este hombre es sueco de verdad, y no como nosotros, que sólo nos lo hacemos.
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