Según la Organización Mundial del Comercio Justo, éste es un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional, prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales.
Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y trabajadores/as desfavorecidos. En primer lugar, el comercio justo lucha por unas buenas condiciones de trabajo y por el desarrollo de las capacidades de los trabajadores. En un negocio, además, se espera transparencia y responsabilidad con los consumidores.
Para ello son necesarias las prácticas comerciales y el pago justos, que se darán si toda la sociedad se encuentra comprometida con la causa, porque todos deberíamos formar parte de ella. Los medios y las empresas deben concienciar tanto a consumidores como trabajadores para que todos ellos se comprometan a hacer del comercio un proceso íntegro.
La disputa por la igualdad de oportunidades está a la orden del día, en especial si pensamos en los productores económicamente marginados, asegurando que puedan participar en el mercado en condiciones equitativas. Además, se opone firmemente al trabajo infantil y al trabajo forzoso, promoviendo condiciones laborales seguras y dignas para todos los trabajadores. En línea con los principios de igualdad y justicia, el comercio justo aboga por la no discriminación, la equidad de género y la libertad de asociación, garantizando que todos los individuos tengan las mismas oportunidades y derechos en el ámbito laboral.
Comercio justo y responsabilidad medioambiental
Además, el comercio justo reconoce la importancia de la acción climática y la protección del medio ambiente. Se compromete a promover prácticas sostenibles que reduzcan el impacto ambiental y contribuyan a la preservación de los recursos naturales para las generaciones futuras.
En Cáritas, contamos con una Red Interdiocesana de Comercio Justo, con más de 45 puntos de venta que dan una importante presencia a este comercio en nuestro día a día. Además de vender productos, funciona como una herramienta de reflexión, sensibilización y transformación social.
En conclusión, el comercio justo supone un compromiso con la sociedad. Al centrarse en valores como el diálogo, la transparencia y el respeto, busca mejorar las condiciones comerciales, proteger a los trabajadores y productores desfavorecidos, y promover la igualdad de oportunidades. Este enfoque no solo beneficia a los individuos y comunidades involucradas, sino que también contribuye a la protección del medio ambiente y al desarrollo de un futuro más justo y sostenible para todos. Es más que un modelo comercial; es una forma de trabajar hacia un mundo más justo y equitativo, donde todas las personas tengan la oportunidad de prosperar.
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