No es solo pan, se busca empleo decente

El mundo laboral es presentado en una perspectiva abstracta, de forma tal que el sufrimiento que produce la precariedad laboral y el desempleo en la persona y su grupo familiar queda oculto. El big data no puede dar cuenta de la dignidad ni del bienestar, que se erosionan progresivamente en el seno de un hogar sometido a las repercusiones negativas que cada crisis económica deja a su paso, en forma cíclica, amenazando a los eslabones más débiles de la sociedad.

Frente al fenómeno del desempleo, las mujeres, los jóvenes y los migrantes suelen ser los segmentos más vulnerables de la población. De acuerdo con un reciente estudio realizado por la Fundación Fomento de Estudios Sociales y Sociología Aplicada-Foessa, España tiene casi dos millones de hogares (10,3%) que están padeciendo las consecuencias de la inestabilidad producida por empleos precarios; en muchos de ellos todos los miembros se encuentran en paro (1.023.900) o carecen de algún ingreso percibido con regularidad (589.900).

El derecho al trabajo digno no solo se trata de tener un ingreso periódico, sino también de las posibilidades de desarrollo integral de las personas, sus familias y, aparejado con ello, el combate de la pobreza.

En el marco de las actividades mundiales por el 1 de mayo, Cáritas Salamanca se sumó a los esfuerzos confederales para dar visibilidad a una serie de acciones en favor del Derecho al Trabajo Digno consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1945, que en su artículo 23 dice lo siguiente: “Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección del mismo, a la protección contra el desempleo, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. Toda persona tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social”.

En ese sentido, Cáritas ha trabajado comprometidamente desde 2014, junto con otras organizaciones religiosas españolas, respaldando la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD). Se aprovechó el Día del Trabajador para lanzar el manifiesto Sin compromiso no hay trabajo decente, en el cual se advertía lo que ya estamos viviendo, que tanto la pandemia como el conflicto en Ucrania tienen y tendrán consecuencias negativas en la esfera económica; particularmente se verá un debilitamiento en el campo laboral y millones de trabajadores atravesaran situaciones, cuando menos, difíciles.

Por ello, merece la pena unir fuerzas con Cáritas y la comunidad salmantina para exigir un mayor compromiso en la formulación y cumplimiento de políticas laborales inclusivas en los diferentes niveles del gobierno, en sintonía con la agenda establecida por Naciones Unidas para 2030 y, a la vez, dar visibilidad a un aspecto crítico de la vida contemporánea: la necesidad de crear empleos decentes como una prioridad humana y cristiana.