La Universidad Pablo de Olavide, la Universidad de Sevilla y la Unidad de Fibromialgia del Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz de Sevilla presentan esta semana los resultados de un estudio científico abierto, no controlado y unicéntrico con 27 mujeres diagnosticadas de fibromialgia de 41 años de media, en el Congreso del European Scientific Institute.
Las mujeres se diagnosticaron de fibromialgia de acuerdo a los test WPI (índice de dolor generalizado), SS Score (índice de gravedad de síntomas) y FIQ (cuestionario sobre el impacto de la fibromialgia en la calidad de vida) y se les realizó un estudio de composición corporal (peso, talla, índice de masa corporal e impedancia bioeléctrica). “La impedancia bioeléctrica es una técnica que consiste en medir la resistencia que tienen las distintas estructuras corporales al paso de la corriente eléctrica. Esto permite medir la cantidad de agua, masa muscular, masa ósea y masa grasa de una persona”, resume Francisco Martín, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Pablo de Olavide.
Además, a las pacientes se les hizo el test SHC de intolerancia alimentaria –un estudio de activación y sensibilización celular donde se miden distintos parámetros como la histamina, adaptado a las características de cada paciente– y se midieron en el plasma citoquinas inflamatorias -moléculas responsables de los procesos de inflamación-.
Tratamiento
A continuación, siguieron un tratamiento basado en Coenzima Q; complejo multivitamínico y mineral; palmitoiletanolamida (suplemento alimentario); simbióticos; estimulación magnética transcraneal; eliminación de alimentos positivos para el test SHC y actividad física aeróbica moderada. Según Martín, “el tratamiento se llevó a cabo durante dos meses y, posteriormente, a las pacientes se les volvieron a realizar todos los test diagnósticos de fibromialgia y las pruebas de composición corporal, intolerancia alimentaria y citoquinas inflamatorias”.
Las conclusiones principales del estudio revelaron que la impedancia bioeléctrica y las citoquinas inflamatorias son buenos marcadores para el diagnóstico y la evolución de la enfermedad; las intolerancias alimentarias pueden estar en la base de los mecanismos de la fibromialgia y, por último, el tratamiento multidisciplinar empleado mejoró en más del 90% la clínica de estas pacientes.
Participantes en el estudio: el Dr. Francisco Martín Bermudo, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Pablo de Olavide; Francisco Berral de la Rosa, catedrático de Biomecánica de la Pablo de Olavide; el Dr. Francisco Prada Elena, catedrático de Anatomía y Embriología Humana de la Universidad de Sevilla; y los Dres. Manuel Blanco Suárez, internista, y Oscar Cáceres Calle, alergólogo e inmunólogo clínico, del Hospital Viamed Santa Ángela de la Cruz, de Sevilla.
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