Es una causa frecuente de enfermedad en los niños menores de dos años, y durante los meses de invierno y el inicio de la primavera genera una alta demanda asistencial tanto en las consultas de Atención Primaria como en los servicios de Urgencias. Comienza la época preferida por la bronquiolitis para extenderse y complicar el bienestar de los bebés. Con ella, la preocupación de los padres por una infección de origen vírico que, pese a la inquietud que genera, suele cursar de forma benigna. Así lo recuerdan los pediatras, que explican que más del 95% de los afectados por esta patología no necesitará ingreso y que la mayoría, ni siquiera requerirá tratamiento específico.
Llega el invierno y con él, la probabilidad de que los centros de salud se llenen de bebés que estornudan, tosen y moquean. Algunos tienen algo de fiebre y, casi todos, unos padres preocupados por la posibilidad de que el aparente resfriado se convierta en algo más, quizás una bronquiolitis. “Yo siempre digo a las familias que deben acudir a su pediatra cuando les preocupe algo. En lo que sí insisto es en que deben pensar si ir o no ir a Urgencias, porque este servicio no es una consulta de Primaria a cualquier hora“, aclara desde el principio el doctor Javier Pellegrini, pediatra del centro de salud Alfonso Sánchez Montero (Pizarrales) y vicepresidente de la Sociedad de Pediatría de Asturias, Cantabria y Castilla y León (SCCALP).
En general, cuando el bebé tiene menos de tres meses siempre se aconseja una consulta médica cuando hay fiebre. A partir de ahí, y en relación a los procesos respiratorios, lo adecuado es hacerlo si el niño no mejora en dos o tres días de la tos y la mucosidad, si está decaído y, sobre todo, “si respira con dificultad”.
Y es que este síntoma, muchas veces acompañado de sibilancias (ruidos pulmonares que suenan como un pito), es uno de los más característicos de la bronquiolitis, una patología que inquieta a los padres y que muchas veces es considerada como la complicación de un catarro. El doctor Pellegrini desmiente esa creencia: “La bronquiolitis no es un resfriado banal que se complica, sino un proceso específico; concretamente, una infección por un virus que produce una inflamación de los bronquios y, con ello, moco y sibilancias“.
De esta forma, ni siquiera es cierta la idea extendida de que hay niños predispuestos a cogerse una bronquiolitis cada vez que se acatarran. Incluso puede decirse que, por definición, bronquiolitis sólo hay una. “La bronquiolitis es el primer episodio agudo de sibilancias que sufre un niño menor de dos años, generalmente en invierno”, matiza el pediatra. Es decir, el primero, y solamente el primero. “Lo que ocurre es que, durante un tiempo, un porcentaje de los lactantes que han padecido bronquiolitis vuelve a tener sibilancias cada vez que se acatarra, debido a que los bronquios han quedado inflamados”, explica el facultativo, quien recuerda que lo más habitual es que esta enfermedad curse de forma leve. “Más del 95% de las bronquiolitis no necesitan ingreso, y la inmensa mayoría tampoco un tratamiento específico”, expone el también coordinador del Grupo de Trabajo de Asma de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP).
Los datos coinciden con los aportados por la doctora Cansino Campuzano, del Hospital Universitario Materno Infantil de Canarias, que en un artículo cifra entre el 2 y el 5% las hospitalizaciones debidas a una enfermedad que llegan a contraer durante una epidemia 10 de cada 100 lactantes, sobre todo los menores de 12 meses.
El virus respiratorio sincitial, el mayor culpable
Aunque pueden darse casos esporádicos a lo largo de todo el año, es en invierno y al principio de la primavera (principalmente de noviembre a marzo) cuando se observa una mayor actividad de los virus que causan bronquiolitis, entre los que destaca, con un 75% de las infecciones, el virus respiratorio sincitial (VRS), responsable de un gran número de patologías respiratorias. En este sentido, el artículo de la doctora Cansino recoge alrededor del 70% de los lactantes serán infectados por el VRS durante su primer año de vida, y el 22% desarrollará una enfermedad sintomática por su causa.
En relación a esto, el pediatra del centro de salud de Pizarrales subraya que no hay que confundir una bronquiolitis -siempre vírica-, con una bronquitis, que puede ser generada por un virus o por una bacteria y cuyo principal síntoma es la tos, con o sin expectoración, de menos de dos semanas de duración.
En cuanto a la bronquiolitis, Javier Pellegrini reitera que la inmensa mayoría de los procesos son leves, y explica que, salvo excepciones, los tratamientos habituales -broncodilatadores inhalados, corticoides, etcétera- no son útiles, aunque hay algunos afectados que responden a ellos, generalmente los más graves, que suelen ser lactantes con algún factor de riesgo, como tener menos de tres meses, haber nacido de forma prematura o padecer alguna cardiopatía congénita o enfermedad pulmonar crónica.
Por esta razón, los especialistas indican que el tratamiento, en la mayoría de los casos, debe basarse en adoptar medidas de soporte para mantener un nivel adecuado de hidratación y oxigenación en el bebé. Son las siguientes:
1. Si el lactante no tiene problemas para alimentarse por la dificultad respiratoria, ofrecerle líquidos en tomas pequeñas y frecuentes |
2. Realizar lavados nasales con suero y aspirar las secreciones para aliviar la congestión nasal, sobre todo antes de comer y de dormir |
3. Administrar antitérmicos si hay fiebre |
4. Facilitar que el niño duerma en posición semi-incorporada |
5. No exponer al bebé al humo del tabaco. Las tasas de ingreso por bronquiolitis son más altas en lactantes de familias fumadoras |
Como ha indicado anteriormente el pediatra, normalmente la bronquiolitis en lactantes sanos es una enfermedad autolimitada, aunque es necesario el control pediátrico y permanecer atentos a posibles signos de agravamiento, como son el aumento de la frecuencia y la dificultad respiratoria (se hunden las costillas), el aleteo nasal, la cianosis (coloración azulada de la piel), el letargo o las apneas (pausas respiratorias). Por lo demás, la duración media de la bronquiolitis es de 12 días, aunque hasta el 18% de los afectados continúan con algunos síntomas a los 21 días y hasta el 9%, casi un mes después.
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