Las células beta producen y segregan insulina en el páncreas. Desde que fueron descubiertas por primera vez a fines del siglo XIX y luego vinculadas con la diabetes a principios del siglo XX, la ciencia ha estado tratando de rastrear los orígenes de las células beta.
Encontrar el origen de las células es fundamental para desarrollar nuevos tratamientos para la diabetes, ya que puede ayudar a regenerar o reemplazar las células beta que se pierden o dañan.
Una teoría que remonta al año 1906 es que las células beta surgen de las células de la superficie de los conductos pancreáticos, unos tubos ramificados que transportan las enzimas al intestino. Se ha demostrado que esto solo ocurre durante el desarrollo embrionario y no después del nacimiento, y que en la edad adulta las células beta generalmente son reemplazadas por otras células beta.
En 2021, un artículo de investigación en la revista Cell Stem Cell desafió este punto de vista y encontró evidencia de que los ratones adultos pueden formar nuevas células beta y que estas surgen de las células del conducto pancreático. El estudio fue uno de los últimos ejemplos de una polémica que ha durado siglos sobre los orígenes de las células beta, especialmente porque varios grupos de investigación independientes habían utilizado una metodología parecida para explorar la misma cuestión durante más de dos décadas.
El estudio utilizó dos herramientas genéticas para etiquetar las células beta productoras de insulina en ratones de ocho semanas de edad. Después de un período de seis meses, los autores del estudio encontraron una dilución marcada de las células beta cada semana, lo que sugiere que existe una fuente de células beta más allá de otras células beta. Los resultados fueron esperanzadores porque las nuevas células representarían un aumento del 30% en el número total de células beta durante un año, un proceso que podría aprovecharse para el desarrollo de nuevas estrategias para tratar la diabetes.
Identidad equivocada
Sin embargo, un grupo internacional de expertos en diabetes, incluidos expertos que habían desarrollado las herramientas genéticas utilizadas en el primer estudio, fueron escépticos. Hoy, estos expertos han publicado un seguimiento del estudio, también en la revista Cell Stem Cell, cuestionando los hallazgos realizados en el artículo de 2021. Los expertos muestran que las herramientas utilizadas para marcar las células beta marcaron accidentalmente las células delta en su lugar, otro tipo de célula en los islotes pancreáticos, lo que resultó en un caso de identidad equivocada.
“Las células delta son muy finas y se camuflan si no se etiquetan correctamente. Quedan aplastadas entre las células beta”, explica el Dr. Jorge Ferrer, coautor del artículo e investigador del Centro de Regulación Genómica (CRG) y el Centro de Investigación Biomédica en Red enfocada a Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM). “Dadas las deficiencias del estudio original, la evidencia sigue siendo abrumadora de que, en el páncreas adulto, la mayoría, si no todas, las células beta surgen de células beta preexistentes”.
“Es de vital importancia hacer esto bien. Una interpretación incorrecta podría, por ejemplo, resultar en años de trabajo desperdiciado tratando de estimular un proceso regenerativo fisiológico que no existe”, dice el profesor Yuval Dor, coautor del estudio e investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad Hebrea-Hadassah.
Se necesitan nuevos estudios
El equipo científico reconoce que, aunque el peso de la evidencia muestra que las células beta producen otras células beta en la edad adulta, podría haber escenarios aún por descubrir en los que los procesos que ocurren durante el desarrollo embrionario se recapitulan en la edad adulta.
Toda la investigación realizada hasta ahora ha sido en ratones, que pueden ser manipulados genéticamente. Se necesitan estudios futuros para mostrar si existen diferencias en los humanos, aunque según los investigadores hasta el momento no hay indicios de que esto sea fundamentalmente diferente o deba abordarse con nuevas herramientas.
La investigación publicada hoy es una colaboración liderada por la Universidad Hebrea de Jerusalén, el Centro de Regulación Genómica de Barcelona y el Centro de Investigación Biomédica en Red enfocado a Diabetes y Enfermedades Metabólicas Asociadas (CIBERDEM). Los autores destacan otros equipos científicos que también han sido clave para el estudio de la Universidad de Harvard, la Universidad de Vanderbilt, la Universidad de Utah, el University College San Diego, el Instituto de Tecnología Technion de Israel, la Universidad de Columbia Británica y la Universidad de Ginebra.
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