Un equipo internacional con investigadores del Centro del Cáncer ha demostrado por primera vez en ratones una novedosa estrategia que previene el desarrollo de la leucemia infantil, o leucemia linfoblástica aguda de células B. Los resultados se publican en la revista Cancer Research.
La leucemia linfoblástica aguda de células B infantil es una enfermedad con efectos devastadores. Por ello, uno de los grandes retos de la investigación es desarrollar el conocimiento que permita prevenir su desarrollo. Los científicos han asumido este desafío hace años y poco a poco se van acercando más a este objetivo.
El grupo dirigido por Isidro Sánchez-García, investigador del CSIC, Carolina Vicente, investigadora del centro vinculada al grupo de pediatría clínica IBSAL- Hospital de Salamanca, junto el grupo dirigido por la Dra. Kim Nichols del St. Jude Children’s Research Hospital (Memphis, TN, USA) y el grupo dirigido por el Dr. Andreas Weiss en Novartis Institutes for BioMedical Research (Basel, Switzerland), han proporcionado la primera evidencia, in vivo, de que el tratamiento temporal con el fármaco ruxolitinib previene que ratones con predisposición a desarrollar leucemia aguda de células B desarrollen dicha enfermedad.
Se sabe desde hace más de diez años que las alteraciones genéticas en el gen PAX5 predisponen al desarrollo de la leucemia linfoblástica aguda de células B en un alto porcentaje de los niños portadores de la misma. Sin embargo, esta predisposición genética por sí sola no desencadena la enfermedad. Hoy sabemos que, además de esta alternación inicial, se deben producir otras mutaciones secundarias para que se genere la leucemia.
Este estudio ha utilizado un enfoque preventivo para dirigirse a estas mutaciones secundarias e impedirlas, de forma que, aunque existiese predisposición genética, no se originaría la leucemia. De este modo, si se logran frenar estas mutaciones secundarias, se podría bloquear el desarrollo de la leucemia aunque las células contengan la mutación inicial del gen PAX5. (Las mutaciones iniciales son más complejas de “corregir” puesto que se producen en los óvulos o esperma de los progenitores.)
“En este trabajo hemos suministrado un fármaco (ruxolitinib) a ratones con el gen PAX5 mutado, y en el momento de exposición a la infección que genera el estrés inmunitario, con el fin de erradicar las células preleucémicas”, explica el investigador Isidro Sánchez-García, del Centro de Investigación del Cáncer (CISC-Universidad de Salamanca), que ha trabajado en el estudio. El fármaco inhibe la vía de señalización JAK1/2, evita las mutaciones secundarias y elimina de manera específica a las células B preleucémicas (con la mutación del gen PAX5) sin afectar a las células B normales.
“La condición previa para el desarrollo de la enfermedad es que el gen PAX5 esté mutado, pero la progresión de la misma no se presenta hasta que el estrés inmunitario facilite la aparición de mutaciones en la vía de señalización JAK/STAT”, precisa Sánchez-García. “Por tanto, la leucemia infantil podría prevenirse si se evitara la aparición de estas mutaciones secundarias”, añade.
Primera evidencia ‘in vivo’
Este estudio ha proporcionado la primera evidencia in vivo de que esta estrategia es capaz de prevenir el desarrollado de la leucemia linfoblástica aguda de células B. En concreto, de 29 ratones tratados con el fármaco ruxolitinib, solo uno desarrolló la enfermedad. Sin embargo, de los 34 ratones expuestos a la infección, pero sin recibir el tratamiento de ruxolitinib, ocho la desarrollaron.
Este enfoque preventivo podría aplicarse a otros casos de susceptibilidad genética a la leucemia infantil en los que las mutaciones secundarias presentes en los estadios leucémicos guíen la identificación de vulnerabilidades dentro de la población de células B preleucémicas. Además, este descubrimiento respalda una mayor investigación de los enfoques específicos dirigidos a eliminar a las células B preleucémicas como medio para prevenir la aparición de la leucemia linfoblástica aguda de células B.
Los resultados de estas investigaciones han sido publicados en la revista Cancer Research, de la American Association for Cancer Research. La principal vía de financiación del grupo que dirige el Sánchez-García para este proyecto proviene de la Fundación Unoentrecienmil a través del proyecto Cunina, donde participa el grupo dirigido por el doctor Manuel Ramírez Orellana, del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid. El proyecto también cuenta con financiación de la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación; la Junta de Castilla y León, y de la Fundación Científica de la Asociación Española contra el Cáncer.
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