La cleptomanía es un trastorno psicológico en el que la persona no puede resistirse al impulso de robar un objeto que no necesita para uso personal y que no implica una ganancia monetaria.
Justo antes de hacerlo siente cierta tensión emocional, y la acción le produce un breve placer, satisfacción o alivio que a menudo va seguido de sentimientos de culpabilidad y/o vergüenza. La cleptomanía se diagnostica en alrededor de un 0,3-2,6% de la población (del 4 al 24% en casos de robos), y tres de cada cuatro pacientes son mujeres, aunque los expertos están convencidos de que la prevalencia real es más elevada, porque el estigma es una fuerte barrera a la hora de buscar ayuda.
A diferencia de la impulsividad, donde el paciente no puede controlar ciertas conductas a pesar de ser consciente de los daños que conllevan, en la compulsividad existe la sensación de estar obligado a realizar una acción de forma persistente y repetitiva que luego no aportará ningún beneficio. En la impulsividad, la conducta busca la gratificación inmediata, mientras que en la compulsividad el objetivo es aliviar un estado de tensión, un malestar emocional.
Tradicionalmente, la cleptomanía se ha considerado un trastorno impulsivo y se ha tratado como tal, pero algunos investigadores han detectado también aspectos propios de un trastorno de tipo compulsivo. Además, se suele presentar con comorbididades como los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) o el abuso de sustancias, que agravan la situación del paciente y reducen significativamente el éxito del tratamiento.
El perfil psicológico de la cleptomanía combina aspectos compulsivos e impulsivos
Todavía existe una gran falta de evidencia científica sobre la cleptomanía. De hecho, su diagnóstico y tratamiento actuales están basados principalmente en estudios de casos. Hace años, algunos estudios ya proponían la combinación de aspectos impulsivos y compulsivos en la cleptomanía, pero lo hacían solo a nivel teórico.
Para poder avanzar en esta hipótesis, el Servicio de Psicología Clínica del Hospital de Bellvitge y el grupo de investigación en Psiconeurobiología de los trastornos de la conducta del IDIBELL han realizado uno de los pocos estudios publicados que se centra exclusivamente en describir la cleptomanía, que incluye solo mujeres y, además, analiza los resultados del tratamiento.
Este ha contado con 150 participantes, 84 de ellas en tratamiento solo por cleptomanía (13) o cleptomanía y TCA (71) y el resto (66) sin ningún trastorno. Además de recopilar sus datos sociodemográficos y clínicos, las participantes han llenado cuestionarios que evalúan diversos aspectos psicológicos y psicopatológicos, de personalidad y de impulsividad.
El equipo investigador ha analizado los datos y ha publicado los resultados en Scientific Reports, de la editorial Nature, que aportan información valiosa sobre los perfiles psicológicos asociados a la cleptomanía. Los grupos de pacientes con cleptomanía y con cleptomanía y TCA mostraban perfiles más disfuncionales a todos los niveles, pero al compararlos entre los dos se evidenció que aquellas pacientes con TCA tendían a una mayor impulsividad, mientras que el grupo con solo cleptomanía mostraba más tendencia a la compulsividad (preocupación, ansiedad, tensión, falta de flexibilidad…).
En ambos grupos, estos rasgos podían afectar a la respuesta al tratamiento. Esto confirma que la cleptomanía debe tenerse en cuenta en toda su complejidad compulsiva-impulsiva, y hay que incluir los aspectos individuales de cada paciente y también la presencia de comorbilidades.
La necesidad de encontrar tratamientos más específicos
Algunos profesionales sanitarios están preocupados porque muchas personas afectadas no buscan ayuda proactivamente. “Los psicólogos clínicos normalmente diagnosticamos la cleptomanía de forma indirecta en pacientes que ya están en tratamiento psicológico por otros trastornos. Los pocos casos que buscan ayuda proactivamente lo suelen hacer forzados por su entorno cercano o por cargas judiciales, pero no por motivación propia, ya que suelen tener miedo del estigma que arrastra la enfermedad”, explica la Dra. Susana Jiménez-Murcia, jefa del servicio de Psicología Clínica en el Hospital Universitario de Bellvitge e investigadora principal en el IDIBELL y líder de este estudio. “Todo ello hace que el diagnóstico y el tratamiento de la cleptomanía lleguen demasiado tarde y no sean óptimos”, añade.
Actualmente, el tratamiento más común para la cleptomanía es la terapia cognitivo-conductual para aumentar las estrategias de autocontrol, pero en muchos casos no es suficiente para atender esta enfermedad en toda su complejidad. Este es también el tratamiento que han seguido las pacientes de este estudio.
La cleptomanía, un trastorno mental
La Dra. Lucero Munguía, psicóloga e investigadora en el IDIBELL y primera autora de esta publicación, propone que se podrían tener en cuenta “otras opciones, como la terapia de exposición y prevención de respuesta, utilizada para el trastorno obsesivo-compulsivo, y combinarlo con el entrenamiento del control inhibitorio y de la regulación emocional”.
Según la Dra. Munguía, este enfoque sería “especialmente beneficioso en aquellos casos con comorbilidades como los TCA o las adicciones comportamentales”. En algunos casos, indica, “ya estamos implementando algunas técnicas innovadoras, como los serious games, unos videojuegos especialmente diseñados para mejorar las habilidades de regulación emocional”.
Desde el Hospital de Bellvitge y el IDIBELL, el equipo de investigación quiere aprovechar para hacerse eco de este problema: “Queremos recordar a toda la población que la cleptomanía es un trastorno mental que genera un malestar importante en las pacientes, mayoritariamente mujeres, y que se puede tratar. Invitamos a las personas afectadas a pedir ayuda a su médico de cabecera, que lo derivará a un equipo especialista”.
Fuente: Hospital de Bellvitge / IDIBELL
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