Estuve dos años en París, haciendo psicoanálisis en La Sorbona. El profesor Barrosó me enseñó a darme cuenta que en una nariz no aceptada, el problema empieza donde termina la nariz: en el subconsciente. Y que tratando con milímetros, debemos hacer la pirueta de conseguir, no una nariz más bonita, sino una persona más feliz. Trabajando precisamente sobre eso: las formas.
Debemos dejar hablar a nuestro paciente. Le escuchamos. Le observamos. Le hablamos. Y sobre unas fotografías que le tomamos directamente en la consulta, le explicamos qué va a suceder, cómo lo vamos a modificar, qué va a sentir. O a no sentir. Ella o él se verán en nuestro digitalizador de imágenes. Sí, como en un túnel del tiempo, se trasladará al futuro, su futuro después de la rinoplastia.
Llegamos a un punto común, un fin. Y después del examen psicológico y del estético vendrá el último: el médico. Chequeo completo: análisis, electrocardiograma, exploraciones, historia clínica…
Después, el hospital con su quirófano de alta cirugía, con los anestesistas y mi equipo de colaboradores. Antes de empezar, todo estará revisado: luces, temperatura, coordinación, imágenes, controles biométricos…
Me acostumbré hace años a utilizar el microscopio. Como me dijo una vez un maestro americano: “Si ves la nariz tres veces más grande, los buenos resultados serán tres veces mayores”. Creo ciegamente en eso. Y en el control de mis anestesistas, que mantienen a mi paciente con todas las constantes para que yo pueda ver bien (no sangra nada) a través de los orificios.
Esta es la rinoplastia cerrada (por las ventanas nasales). La abierta (cortando y elevando) es un procedimiento anterior que fue resucitado hace algunos años. Pero como decía un excelente amigo, cirujano plástico europeo: “Si puedo conseguir un buen resultado sin hacer un corte exterior, ¿por qué hacerlo?”.
La intervención es única, exclusiva, diferente para cada paciente. Creo que he operado a cerca de 5.000, y lo puedo afirmar: no hay dos iguales, no hay dos operaciones iguales. Cada una a la carta, a la medida. Podrá inspirarse en lo que vimos en el ordenador, pero siempre habrá que improvisar variaciones sobre los resultados que se van consiguiendo en la práctica.
La técnica básica está en todos los libros. Pero lo que hace diferente cada una está en la preparación, en la experiencia del cirujano.
* El doctor Juan Antonio Mira González es médico cirujano y miembro de Saluspot
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