El pasado día 16 de mayo los salmantinos nos desayunamos con la noticia de que, en el año 2021, no habían acudido a consultas del hospital 33.000 personas. Ninguna había cancelado la cita.

El absentismo en consulta es un problema que deberíamos analizar en profundidad, y no es éste el medio adecuado, pero sí me gustaría dar unas pinceladas que pudieran aportarnos algún conocimiento más sobre el tema.
Lo voy a analizar desde el punto de vista de causa y consecuencia. Hay unas causas por las cuales una persona no acude a una consulta y unas consecuencias para el sistema sanitario y para esa persona. También podríamos añadir al final unas posibles soluciones.
El absentismo en consulta no es un tema nuevo y está más que estudiado, en parte por las pérdidas económicas que supone. Entre las causas por las que una persona no acude a una consulta hay varias, pero, analizando una por una, me he dado cuenta de que la demora en la primera cita (que, según muchos estudios, es la causa principal) se relacionaría, además, con casi todas las demás causas.
Algunos ejemplos: que la persona tenga una patología banal que ya se ha curado antes de acudir a la cita, que se haya olvidado de la cita puesto que ha pasado mucho tiempo desde que su médico la pidió o, la más preocupante, que el paciente crea que tiene una patología que no puede esperar y, o bien recurre a la medicina privada, o bien utiliza atajos, como ir a Urgencias, y ya no acude a la cita que tenía asignada previamente.
Otras posibles causas serían que las citas sean mayoritariamente por las mañanas, dificultando su asistencia a los más jóvenes que trabajan, o también problemas de comunicación: no le llegó la información por correo o teléfono.
Por otro lado, banalizamos la importancia de una consulta: no pensamos en que nuestra ausencia suponga ningún problema ni para otras personas (que podrían ocupar nuestro puesto en la cita) ni para el sistema, que se hace ineficiente por este motivo.
Entraríamos así en el terreno de las consecuencias para el sistema sanitario: la principal es la ineficiencia, ya que se están desaprovechando recursos económicos y materiales puestos para tal fin y, por otro lado, las pérdidas económicas derivadas de todo ello. También merece la pena recordar que 15.000 personas están esperando y podrían haberse citado.
Finalmente, entre las consecuencias para los ciudadanos que no acuden a una cita estarían: aumento de la morbilidad, no diagnosticar patologías potencialmente graves, acudir a Urgencias y no ver resuelto su problema, ya que no es un lugar para resolver patologías no urgentes, y desconfianza en el sistema sanitario público en favor de la medicina privada.
¿Podemos hablar de soluciones? Cuando un problema dura tanto en el tiempo y no acaba de desaparecer, está claro que no tiene una única solución o que las que tiene no son fáciles de implementar. Hay sistemas de recuerdo de consulta, como enviar mensajes al teléfono del paciente, que han resultado eficaces, aunque solo cubrirían el motivo del olvido.
Por otro lado, las patologías banales no deberían ser vistas en el hospital, pero habría que facilitar la interconsulta para que el médico de familia pueda comentar el caso del paciente y liberar incertidumbres. En la misma línea, pero en el otro sentido, las patologías no demorables deberían tener circuitos especiales de atención que pasaran por una comunicación fluida entre hospital y atención primaria.
Por otro lado, estaría bien crear campañas de concienciación en las que informáramos a los ciudadanos sobre las consecuencias que para el sistema sanitario y para otros ciudadanos tiene el absentismo en consulta.
Y me dejo lo mejor para el final: ¿podremos algún día disminuir la demora?
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