Llevo dos semanas trabajando -y, por tanto, viviendo- instalada en el desorden. Y no me refiero al desorden físico, sino al organizacional. Esta mañana me viene a la memoria algo que he leído o escuchado no se bien dónde (claro reflejo del barullo en el que me encuentro) sobre nuestras dificultades para mantenernos en ese espacio, a la vez frustrante y, aunque pueda resultar sorprendente, potencialmente creativo y generador.
Aunque cierto es que nos da más tranquilidad y más sensación de control tener todo en orden, procesos claros, responsables definidos, acciones específicas y todo lo que puedan imaginar, no es menos cierto que en muchos entornos y situaciones a las que nos enfrentamos hoy en día ese control se queda tan solo en sensación.
Sensación que perseguimos a toda costa y que nos lleva, en ocasiones, a tratar a los demás como objetos, partes de un proceso, seres inanimados… en lugar de los seres sociales que todos somos, modificadores del entorno en el que nos encontramos, interacción a interacción, al mismo tiempo que el entorno nos limita.
Realmente me resulta fascinante observar mi dificultad, que intuyo bastante generalizada, de permanecer en ese desorden. Ese espacio donde sentimos que estamos haciendo juegos malabares para tratar de que todo vaya progresando (o que nada se caiga), que nos exige un grandísimo esfuerzo y nos deja agotados.
Y me surgen múltiples preguntas. Entre ellas, qué habrá detrás para que nos resulte tan incómodo. O por qué lo rechazamos tanto, si es nuestra capacidad de atravesar ese espacio de confusión, y ayudar a otros a hacer lo propio, la que nos permite adquirir más claridad y progresar.
También me pregunto cómo se cultiva y se desarrolla la capacidad de estar en medio del lío sin pagar el precio que hoy sentimos que se exige. Porque en el mundo que nos ha tocado, con mucha suerte, vivir, nos enfrentamos a grandes desafíos y a un camino donde si hay algo cierto y garantizado es la incertidumbre. Quizá deberíamos comenzar a pensar que puede ser bueno hacerse amigo/a de la misma, pues va a ser nuestra compañera de viaje largo tiempo.
Creo que una de las capacidades de los grandes líderes de nuestro tiempo será la de ayudar a los equipos y organizaciones a permanecer en y a transitar por la incertidumbre. Lo que todavía desconozco es el aspecto de la invitación a probarla que nos permita desarrollar la capacidad. De momento, en cada ocasión que me brindan para estar dentro del lío intento frenar mi impulso de escapar y me dedico a observarme y a observarlo lo más relajadamente posible, por si acaso el proceso quisiera comenzar a mostrar respuestas.
Feliz semana.
*Catalizando el desarrollo integral de personas y organizaciones
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