
Debido al envejecimiento que la población ha experimentado en nuestro país en las últimas décadas, existe un porcentaje elevado de personas mayores que presentan deterioro cognitivo. Por ello, me gustaría aportar información al respecto y destacar algunas de las actividades apropiadas para mantener o mejorar las capacidades cognitivas mediante estimulación.
Entre las funciones cognitivas destacan la orientación (temporal, espacial y personal), la atención, la memoria, el lenguaje, la percepción y el reconocimiento de objetos (gnosias), la elaboración de las respuestas motoras (praxias), la organización y planificación de actividades, el razonamiento y otras funciones superiores, como la abstracción, la concentración…
El Centro de Prevención de Deterioro Cognitivo de Madrid define el deterioro cognitivo como “la disminución mantenida del rendimiento de las funciones intelectuales o cognitivas desde un nivel previo más elevado”. Cuando una persona muestra indicadores de deterioro cognitivo, la mayoría de las veces se tiende a pensar que presenta enfermedad de alzheimer, pero esto no siempre es verdad, ya que las causas del deterioro cognitivo pueden ser múltiples: demencia (enfermedad de alzheimer, demencia vascular…), depresión, ictus, alcoholismo, daño cerebral traumático, cirugía cerebral…
En ocasiones se observa que, con la edad, disminuye la memoria, pero esto no se puede generalizar, ya que hay muchas personas que conservan la memoria y las facultades intelectuales durante toda su vida. Sin embargo, la mayoría de las personas tienen, por muy diversas causas (señaladas anteriormente), peor memoria en la vejez que en la juventud. En ocasiones, dichos problemas de memoria les producen olvidos cotidianos (como no recordar el nombre de las personas, dónde han puesto un objeto, apagar la luz o el gas…). Decimos que estas personas tienen pérdida o alteración de la memoria asociada a la edad. Esta alteración no es una enfermedad; se puede dar en una persona sana, sin enfermedades orgánicas ni psicológicas, y si estas personas realizan ejercicios de estimulación cognitiva pueden remitir los problemas de memoria que presentan (olvidos cotidianos).
Tener problemas de memoria no es sinónimo de demencia; en la demencia se ve afectada en mayor medida la memoria y, además, se alteran otras funciones corticales superiores.
Entre los factores de riesgo para el deterioro cognitivo destacan los de tipo vascular: hipertensión, diabetes, obesidad, colesterol, tabaquismo.
A continuación se exponen algunos de los síntomas más frecuentes que nos pueden hacer sospechar que una persona presenta deterioro cognitivo:
- Repetir mucho las preguntas (preguntar varias veces seguidas a dónde se va, qué hora es…).
- Repetir constantemente vivencias o retahílas.
- Desorientarse (perderse por el barrio o en un lugar menos conocido).
- Desorientación temporal (no saber en qué año, día, mes estamos).
- Dificultad para aprender cosas nuevas.
- Dificultad progresiva para encontrar las palabras adecuadas: “tener la palabra en la punta de la lengua”.
- Abandono de ciertas tareas cotidianas: comprar, cocinar, jugar a las cartas, conducir…
- Pérdida de aficiones e intereses (la lectura, coser u otras aficiones que antes tenía la persona).
- Iniciar una tendencia al aislamiento.
Si una persona mayor de 65 años presenta alguno de los factores de riesgo y varios de los síntomas anteriores, es conveniente que lo consulte con su médico de Atención Primaria.
Para prevenir e intentar evitar la evolución del deterioro cognitivo, se deben desarrollar programas de estimulación cognitiva. El Centro de Referencia Estatal de Alzheimer y otras Demencias define la estimulación cognitiva como “el conjunto de técnicas y estrategias que pretenden activar, estimular y entrenar las distintas capacidades y funciones cognitivas (percepción, atención, razonamiento, abstracción, memoria, lenguaje, procesos de orientación y praxias), mediante una serie de situaciones y actividades concretas dirigidas a mejorar el funcionamiento cognitivo en general”.
La estimulación cognitiva es un tratamiento no farmacológico, y las actividades llevadas a cabo en este ámbito deben estar orientadas a mantener o mejorar las funciones cognitivas de las personas (como la memoria) y las habilidades necesarias para la vida diaria (como el manejo del dinero, comunicarse por teléfono, orientarse o no perderse en una ciudad, realizar las tareas domésticas…).
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