
Nuestro sistema sanitario es un sistema preparado para abordar los problemas agudos de salud de la población, pero no está diseñado para desarrollar la prevención que evite la aparición de la enfermedad, ni tampoco para ser eficiente en la atención a pacientes crónicos. Viene esto a cuento del interés de las autoridades sanitarias, estatales y autonómicas, por el desarrollo de estrategias capaces de abordar esta difícil problemática.
Durante el año 2013, el Consejo Interterritorial de Salud aprobó un documento que se titula Estrategia de promoción de la salud y prevención en el SNS. En el marco del abordaje de la cronicidad en el SNS. Señala el documento en su resumen ejecutivo que “las estrategias para ganar salud y prevenir la enfermedad se basan en la efectividad y en otras cinco características importantes para conseguir los mejores resultados: su aplicación a lo largo de todo el curso de vida, el abordaje por entornos, el enfoque poblacional, el abordaje desde un enfoque positivo, y un enfoque integral”. Para ello, se marca como objetivo general “fomentar la salud y el bienestar de la población promoviendo entornos y estilos de vida saludables y potenciando la seguridad frente a las lesiones”, y como objetivo global cuantificable, “aumentar en dos años la esperanza de vida en buena salud al nacer en España, para 2020”.
Las líneas estratégicas que se marcan para conseguir los objetivos son: potenciación de la salud pública, coordinación y gobernanza territorial, equidad en salud, reorientación de los servicios de salud, intersectorialidad en salud, empoderamiento en salud, entornos saludables y seguros, así como participación y acción comunitaria.
Todo ello parece un compendio de buenas intenciones, envuelto en el lenguaje de gestión sanitaria que tanto se lleva ahora, pero el problema es que las políticas sanitarias que se están llevando a cabo no parece que estén en consonancia con dichos objetivos y, en muchos casos, chocan frontalmente con los mismos. Vamos a exponer de forma somera únicamente tres aspectos de dichas políticas.
Primero. Al hablar de la promoción de la salud y prevención de la enfermedad, los pediatras y los médicos de Familia -pero no solo ellos- podrían aportar mucha información acerca de los recursos (materiales y humanos) que tenían y de los que tienen ahora para promocionar hábitos de vida saludables. Otro tanto podrían decir, en el caso de los niños, los profesores acerca de la asignatura de Educación para la Salud. En ambos casos, sin más recursos la estrategia es un brindis al sol.
Segundo. La organización de la asistencia está diseñada para la atención a los pacientes agudos. Los hospitales son, mayoritariamente, hospitales de agudos, que son más caros, y los pacientes crónicos ocupan las camas de agudos porque no existe una red asistencial para ellos. Eso significa aumento del gasto sanitario (menor eficiencia) y entornos poco favorables para las personas mayores (que mayoritariamente son los crónicos). Si no se cambia el modelo tampoco parece que la estrategia pueda conseguir sus objetivos. Es preciso habilitar recursos para los pacientes crónicos, que son la mayoría, y ello no se resuelve con pequeños cambios, es preciso desplazar el eje hacia la cronicidad.
Tercero. La participación y acción comunitaria. Con la Ley General de Sanidad se pusieron en marcha órganos de participación ciudadana como los Consejos de Salud; sin haber tenido nunca un apoyo decidido por cualquiera de los gobiernos que en España han sido, poco a poco fueron languideciendo, y ahora la participación ciudadana en la toma de decisiones respecto de la asistencia sanitaria es inexistente, salvo que se contemple exclusivamente como el derecho a votar cada cuatro años, pero no parece ese el sentido. Nuevamente nos encontramos ante otro brindis al sol.
En próximas columnas continuaremos analizando éste y otros documentos, como la Estrategia de Atención al Paciente Crónico en Castilla y León, pero en muchas ocasiones uno no puede menos que concluir cual alejados de la realidad están muchos de estos documentos y qué poco modifican la realidad en el día.
Como señalaba al comienzo, la estrategia nacional del SNS se marca como objetivo global cuantificable aumentar en dos años la esperanza de vida en buena salud al nacer en España, para 2020. Realmente el plazo es corto, y podremos ver si se alcanza o no el resultado previsto. Espero que usted y yo lo podamos ver.
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