Lunes, 26 de septiembre. Llego con mucha curiosidad a la reunión de inicio de curso de los padres de alumnos con el profe de mi hija mayor. Con curiosidad y con ganas de confirmar lo que intuyo… que Alexia ha tenido gran suerte y que su profe es un profe distinto, con enormes ganas de hacer crecer a sus alumnos.
En pocos segundos, mi mirada repara en una cita claramente visible desde todos los ángulos de la clase que dice: “Je ne perds jamais – Nunca pierdo. Soit je gagne – A veces gano. Soit jápprendre – A veces aprendo” (Nelson Mandela). Siento que mi hija y el resto de sus compañeros son muy afortunados. Cómo me gustaría tener 10 años de nuevo y ser yo quien se sentara en la silla en la que estoy más allá de ese encuentro para escuchar al profesor. No es sólo la cita, es todo lo que ya llevamos de reunión.
En poco tiempo, Thomas ha compartido con nosotros muchos elementos que él considera importantes: desde el reconocimiento del otro, cada día instaurando el saludo y la bienvenida siendo conscientes de lo que hacemos (entre él y cada alumno), como hacen los zulúes en su saludo (“Sawubona, Nikghona – Te veo. Aquí estoy”), pasando por la rotación de roles de servicio a la comunidad que conforma la clase (quién sujeta la puerta mientras todos van llegando, los que distribuyen el material, los que lo recogen, los que van a buscar y traer cosas…), el fomento del trabajo en grupo (y la constante redistribución para que todos aprendan a trabajar con sus amigos y con los que no lo son, con los que aportan unas cualidades y con los que traen otras…), el semáforo que ayuda a los alumnos a reconocer y modificar su actitud (y que invariablemente comenzará en verde cada lunes, con independencia del color que mostrará al final del viernes anterior).
Comienza después con la sección más pedagógica, la que tiene que ver con los contenidos que se estudian, el reparto del tiempo y formas de trabajo. Aquí, una vez más, el mensaje es claro: “Adquirir conocimientos es un objetivo, por supuesto”, dice, “pero lo prioritario es que cada alumno pueda encontrar su lugar único, sea respetado y aprenda a respetar“. También trabajará con ellos para que aprendan a dialogar y a desarrollar la responsabilidad y el espíritu crítico.
El colofón llega para mí cuando habla de las reuniones entre padres y profe y solicita la colaboración de cada uno de los padres de alumnos para que juntos trabajemos por “el bienestar de nuestro niño/a y, al tiempo, pues son el mismo, el bienestar de su alumno/a”. Ojalá con la edad de mi hija yo hubiera podido sentir que mi profesor o profesora tenía un interés genuino en mi bienestar. Qué inspirador, qué sentido de la responsabilidad, qué forma tan distinta comparada con mucho de lo que nos rodea día a día.
Y es que esto de la responsabilidad no parece haber estado de moda en los últimos tiempos, y nos iría mejor a todos si la practicáramos más, aunque cueste y no sea fácil.
Continuando con el hilo de personas que inspiran, este fin de semana tuve la oportunidad de acudir a un excelente taller con Carola Castillo. Asumir la responsabilidad por las consecuencias de nuestras acciones y decisiones fue central durante el día y medio de duración. Al finalizar, Carola compartió con nosotras dos grandes regalos, el de la gratitud por poder hacer el trabajo que hacía y la mayor lección de humildad que yo he presenciado hasta la fecha, cuando llegó el momento de cerrar y despedirse.
Por lo general, rendimos devoción y pleitesía al profesor, al gurú, al que nos guía… y los alumnos se agolpan alrededor al finalizar la intervención. Sabedora de ello, Carola pidió poder despedirse individualmente de todas y cada una de las participantes mientras aún permanecíamos en el círculo que habíamos formado. Una vez completado el círculo, abrió un pequeño huequito y, dando las gracias una vez más, se marchó calladamente, sin protagonismo. Lo importante no era ella, lo importante para ella era lo que allí se había creado. La imagen y las sensaciones de ese momento permanecen conmigo.
Qué bueno que existen Thomases y Carolas en éste mundo.
Feliz semana.
*Catalizando el desarrollo integral de personas y organizaciones
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