Con la artroscopia, mediante pequeñas incisiones, se introduce una cámara de vídeo y una serie de instrumentales específicos que nos permiten trabajar directamente dentro de la articulación, sin necesidad de las grandes incisiones de las operaciones abiertas convencionales.
De este modo, las técnicas artroscópicas nos permiten la visión directa de las lesiones desde el mismo interior de la articulación, por pequeñas que éstas sean, permitiéndonos su reparación con la máxima precisión. Las estructuras dañadas son así restituidas según su morfología original, previa a las lesiones, sin dañar los tejidos circundantes.
Al no realizarse incisiones de gran tamaño, el daño de los tejidos que rodean la articulación es mínimo. Así pues, la ventaja no sólo es cosmética, con cicatrices casi imperceptibles semanas después de la cirugía. La atrofia muscular es casi inexistente y la rigidez articular mucho menor, así como el riesgo de adherencias entre los diferentes tejidos.
La consecuencia de todo ello es que el dolor posoperatorio disminuye rápidamente tras los primeros días, permitiendo una recuperación más confortable. Dicha disminución del dolor tiene lugar desde las horas inmediatamente posteriores a la cirugía, al llevarse a cabo un tipo de anestesia que combina la general y el bloqueo anestésico del brazo.
El escaso dolor, el menor daño a los tejidos y las pocas adherencias y rigideces articulares no solo repercuten en un proceso posoperatorio más cómodo para el paciente. También tiene como consecuencia permitir el inicio de la rehabilitación de una forma más precoz, consiguiéndose, a su vez, una recuperación funcional más rápida.
No son estas las únicas ventajas de la artroscopia de hombro. El hecho de reparar las estructuras dañadas sin apenas tocar el resto de los tejidos nos permite afrontar con plenas garantías nuevas cirugías en la misma articulación, ya sean artroscópicas o abiertas, en el futuro, si ello fuera necesario.
El desarrollo exponencial de este tipo de técnicas quirúrgicas a lo largo de estos años ha conseguido que actualmente pueda ser resuelto casi cualquier problema en el hombro. Las lesiones más frecuentemente tratadas son las luxaciones recidivantes (y todo tipo de inestabilidad en el hombro) y la patología de los tendones del manguito de los rotadores, ya sea por rotura o no.
No son las únicas lesiones. También los problemas de la región distal de la clavícula, la capsulitis articular (hombro congelado) han sido tratados con eficacia gracias a estas nuevas técnicas. La gran efectividad de estas técnicas, junto con la mejor tolerancia por parte del paciente nos conducen a un futuro en el que acabarán desplazando progresivamente a la cirugía abierta en estos campos, como ya ocurrió con las lesiones de los meniscos en la rodilla hace dos décadas.
Por lo tanto, nos encontramos ante una técnica quirúrgica que nos permite la evaluación y tratamiento de las lesiones intraarticulares del hombro con gran precisión, con daños mínimos y una más rápida y cómoda recuperación. Sin duda, una gran noticia para los pacientes que sufren este tipo de patologías.
* El doctor Fernando Clemente Armendáriz es especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología y miembro de Saluspot
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