Cuando la soga aprieta, qué buenos somos, qué grandes héroes, qué profesionales tan magníficos tenemos. Oír hablar a la consejera de Sanidad del personal que trabaja en su departamento era para llorar de emoción, de la estima tan grande que nos profesaba. No tenía palabras para agradecer el tremendo esfuerzo que se hacía. Y nos lo gratificó.
Con una paguita que no ha contentado a nadie –bueno, sí, a los sindicatos que la ratificaron– y que hubiera sido mejor que la hubiese empleado en más contrataciones, rastreadores, reforzar la Atención Primaria y comprar material de protección o reactivos para PCR, que en Salamanca no hay desde hace tiempo.
Lo que les pasa a quienes nos dirigen es que no nos conocen bien. Los trabajadores de la Sanidad queremos reconocimientos de verdad, que nos devuelvan nuestros derechos, que tanto esfuerzo nos costaron y que de un plumazo nos arrebataron. Nos llevan engañando años con la complacencia de nuestros “representantes”, que sólo saben hacer escritos vacíos para justificarse.
Las 35 horas son un derecho irrenunciable. Al igual que la carrera profesional, en la que, con tal de no pagarla, marean al personal con procesos que duran años para lograr progresar en la misma y de una complejidad tremenda. La clasificación de los grupos profesionales está obsoleta y necesita de forma urgente una modificación que nunca llega y que nadie les obliga a realizar.
Pero volviendo al aumento de jornada, ¿nos van a volver a pedir los enormes sacrificios que desde marzo hemos estado realizando? ¿Con qué cara van a exigirnos un esfuerzo extra, extenuante? Toda la buena voluntad, la cooperación, el esfuerzo sin pedir recompensas, el sacrificio de jornadas duras, de cansancio psicológico, de trabajar con bolsas de basura, sin importarnos el contagio o la muerte, acompañar un día sí y otro también a pacientes que morían sólo con nuestra compañía… Esto no se paga con dinero. Esto se paga reconociendo el gran trabajo que se realizó con un simple gesto, devolviéndonos lo que teníamos.
Y ya que estoy metido en harina, recordar a los sindicatos que el movimiento se demuestra andando y que permanecer inmóviles no beneficia en nada a quienes trabajamos en la Sanidad pública. Ya va siendo hora de que os pongáis las pilas.
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