La obesidad, junto con el sobrepeso, es actualmente una de las principales causas de enfermedad cardiovascular y muerte en todo el mundo. Se trata de un factor de riesgo que puede estar relacionado con una excesiva presencia de grasa contigua al miocardio, lo que implica un riesgo cardiovascular superior por su contacto directo con los vasos coronarios. Investigadores de la Universidad de Navarra acaban de publicar un estudio en Revista Española de Cardiología (REC) que ha analizado la relación entre la presencia de grasa epicárdica y el riesgo de sufrir síndrome metabólico y enfermedad cardiovascular.
Según el estudio ENRICA, el síndrome metabólico (SM)está presente en casi el 23% de la población española. Este síndrome se define como un conjunto de alteraciones metabólicas tales como hipertensión arterial y altos niveles sanguíneos de glucosa y triglicéridos y obesidad abdominal, que aumenta el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular y diabetes tipo 2.
“El objetivo de nuestro estudio era analizarla grasa epicárdica en la población general y estudiar su asociación con el síndrome metabólico y factores de riesgo cardiovascular”, explica el doctor Álvaro Calabuig, miembro de la Sociedad Española de Cardiología, del Departamento de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Clínica Universidad de Navarra y primer firmante del estudio. “Hasta ahora no se había estudiado la grasa epicárdica medida con ecocardiogramay su asociación con el riesgo cardiovascular en individuos sanos de la población general en nuestro medio”, prosigue el doctor.
Así, como parte del estudio poblacional RIVANA que examina el riesgo cardiovascular y el síndrome metabólico en Navarra, desarrollado y financiado por el Gobierno de Navarra y por el Instituto de Salud Carlos III, se evaluó una muestra de 880 sujetos sanos de 45 a 74 años (492 con síndrome metabólico) entre 2008 y 2010. A los participantes, que no presentaban enfermedad cardiovascular, se les realizó una exploración física y se les tomó una muestra sanguínea para obtener el perfil bioquímico. Posteriormente, un cardiólogo midió el espesor de lagrasa epicárdica con ecocardiografía transtorácica y se obtuvo información sobre los factores sociodemográficos y el tabaquismo de los participantes en la entrevista basal.
“Lo que pudimos ver con el estudio es que la grasa epicárdica aumenta significativa e independientemente con la edad. Su incremento se asocia independientemente con el síndrome metabólico, entre otras circunstancias”, afirma Calabuig.
Los resultados del estudio determinaron que el grosor de la grasa epicárdicamedido ecocardiográficamente, es decir, visualizando el corazón mediante un transductor sobre el pecho del paciente (generalmente sobre el lado izquierdo), aumenta con la edad en los participantes sin síndrome metabólico.
Además, este aumento se asoció a mayor prevalencia de síndrome metabólico, menor concentración de colesterol HDL (bueno), hipertrigliceridemia y presencia de obesidad abdominal. En concreto, tal y como explica el doctor, “uno de los principales hallazgos del trabajo es la posibilidad de emplear la medición de la grasa epicárdica mediante ecocardiografía como marcador objetivo de la cantidad de grasa visceral en pacientes sanos y como marcador de síndrome metabólico.Por ello, esta técnica podría ayudar en la identificación de los individuos en riesgo gracias a una medición sencilla, al no tratarse de una técnica invasiva ni que conlleve efectos secundarios”.
Diferencias según edad y sexo
Asimismo, el estudio también proporciona datos de sobre las diferencias en la cantidad de grasa epicárdica entre hombres y mujeres, y en función de la edad. La presencia de grasa epicárdicamayoro igual a5 mm aumentaba significativamente con la edad.
En comparación con los participantes de 45-54 años, los de 55-64 presentaban una probabilidad 4,11 veces superior de tener niveles de grasa epicárdica elevadosy los participantes de 65 años tenían una probabilidad 8,22 superior de tener exceso degrasa epicárdica. Por otra parte, tanto los varones como las mujeres de edad más avanzada presentaron valores de la grasa epicárdica superiores a los de los más jóvenes y la tendencia lineal fue estadísticamente significativa. En promedio, los varones presentaban niveles superiores de grasa epicárdica alos de las mujeres.
En definitiva, “este estudio aporta información sobre el comportamiento del grosor de la grasa epicárdica en los participantes sin enfermedad cardiovascular previa y su relación con el perfil cardiometabólico. Se trata del primer estudio en el que se mide el grosor de la grasa epicárdica ecocardiográficamente y abre la puerta a un marcador más a la hora de detectar al futuro paciente cardiovascular”,concluye el Dr. Calabuig.
El 75% de las emergencias cardiovasculares se producen en el hogar
Por otro lado, la Fundación Española del Corazón (FEC) organiza mañana la primera de las tres conferencias que forman parte del V Foro de Salud Cardiovascular para Pacientes y Familiares y que tratará sobre un aspecto de vital importancia, qué hacer ante una emergencia cardiovascular cuando ésta se produce en el hogar.
Según explica el doctor. Francisco Javier Noriega Sanz, médico adjunto de la Unidad Coronaria del Hospital Clínico San Carlos, miembrode la FEC y encargado de dar la conferencia que tendrá lugar en la Casa del Corazón a las 18h, “cada año se produce en nuestro país unos 30.000 paros cardiacos, de los que el 75% se producen en nuestro hogar. Una respuesta rápida y eficaz es primordial en estos casos, lo que pasa por una correcta educación a la población”.
Así, desde la FEC recuerdan que deben tenerse claros los siguientes tres pasos:
1. Reconocer los síntomas. Los principales síntomas que pueden significar que se está teniendo algún problema cardiaco son: Dolor torácico, cuando se presenta un dolor parecido a una opresión en el centro del pecho es posible que se esté sufriendo una angina de pecho o un infarto de miocardio. Disnea, la dificultad para respirar de que aparece de forma brusca es otra urgencia cardiológica. Síncope o pérdida de consciencia, y crisis hipertensiva: es el caso de tener unas cifras de presión muy elevadas acompañados de mareos, cefaleas u otros síntomas. “Aun así, aunque no tengamos ningún otro síntoma, pero nuestra presión arterial esté por encima de 180/110 mmHg, deberemos avisar también acudir al centro de salud o servicios de emergencias, ya que estas cifras pueden provocar una angina de pecho o un ictus entre otras enfermedades”, avisa el doctor Noriega.
2. Llamar a emergencias:especialmente si se ha sufrido un infarto o un ictus, poner en alerta rápidamente al servicio de emergencias es esencial para maximizar las posibilidades de supervivencia y minimizar las secuelas. “En cuanto llamamos al 112 e informamos de un infarto, se pone en marcha un sistema conocido como ‘Código Infarto’, que permite que el paciente sea trasladado al hospital que mejor puede atenderle en este caso y que se le realice una angioplastia antes de las dos horas desde el inicio del mismo”, afirma el doctor.
3. Realizar las maniobras de resucitación cardiopulmonar: en el caso de que se haya producido un infarto y tras haber llamado a urgencias es muy importante actuar y realizar las maniobras de resucitación. “Realizar el RCP salva vidas, pero solo el 10% de la población española es capaz de hacerlo”, se lamenta el doctor Noriega. Actualmente, según datos del Consejo Español de Resucitación Pulmonar, la supervivencia tras una parada está en el 5%, pero con la respuesta correcta y realizando RCP, ésta podría llegar a ser del 15%.
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