En 1819, el médico francés René Théophile Hyacinthe Laënnec publicó su Tratado sobre la auscultación mediata, en el que se describe por primera vez el estetoscopio como instrumento para escuchar los sonidos del tórax y el corazón y diagnosticar enfermedades cardiacas y pulmonares, algunas de ellas desconocidas hasta ese momento.
Lo había inventado tres años antes, cuando una mujer joven llegó a su consulta con síntomas generales de una cardiopatía. En aquel momento, los profesionales de la Medicina aplicaban la llamada auscultación directa o inmediata, un procedimiento que consistía, básicamente, en colocar la oreja sobre el pecho del enfermo. Hay quien cuenta que el Dr. Laënec quiso evitar con la paciente “una cercanía que le resultaba incómoda”, aunque la versión del propio facultativo es que la obesidad de la paciente le impedía “sacar conclusiones por palpación y percusión”.
“Me acordé de un fenómeno acústico conocido: si se coloca el oído en el extremo de una viga, se pueden escuchar perfectamente los golpes de una aguja al otro extremo… Tomé entonces un cuaderno de papel, lo enrollé y coloqué uno de los extremos sobre la zona del corazón y apliqué el oído en el otro; quedé gratamente sorprendido al escuchar los latidos con mucha mayor claridad y pureza de lo que nunca habría podido oír aplicando directamente la oreja”, contaba el padre del también llamado fonendoscopio, un instrumento que en su día resultó tan revolucionario que acabó por convertirse en el símbolo más reconocible de la profesión médica.
Desde el primer momento, comprobó cómo las propiedades acústicas del tubo mejoraban la capacidad del médico para escuchar sonidos del pecho, así que fue perfeccionando su descubrimiento y diseñándolo en otros materiales. En el tratado que cumple este año su segundo centenario, Laënnec describe el instrumento como un cilindro de madera de 30 centímetros de largo y cuatro de diámetro, con un agujero perforado de seis milímetros de ancho. Lo llamó estetoscopio a partir de dos conceptos griegos: stethos (pecho) y skopein (ver), bautizando la acción como auscultación a partir de la palabra auscultare (escuchar).
Algunas décadas más tarde, George P. Camman desarrolló el primer estetoscopio binaural, es decir, con un audífono para cada oído, el origen del que ahora conocemos.
“El fonendoscopio es uno de los instrumentos más representativos de la Medicina. Es la primera herramienta que se compra un estudiante de Medicina”, señala el médico de Atención Primaria Juan Carlos Obaya, quien recuerda que la auscultación “no es un hecho aislado, sino integrado en la exploración cardiaca general” y subraya que médicos y pacientes “debemos concienciarnos de la utilidad de esta sencilla prueba diagnóstica”.
Sin embargo, añade, “diversos datos apuntan a que el uso de este instrumento es cada vez menos frecuente en las consultas”. Desde la Asociación Española de Portadores de Válvulas Cardiacas y Anticoagulados (Aepovac) se apunta esta realidad con datos de la encuesta europea Heart Valve Disease Awareness Survey: el 46% de las personas consultadas en España afirman que es la utilización del estetoscopio durante el transcurso de una visita médica es “muy rara”.
Según se indica desde esta organización de pacientes, el 12% de las personas que contestaron dicha encuesta reconocen que nunca han sido auscultadas y un 22% de los participantes sostienen que su médico utiliza el fonendoscopio en cada una de sus visitas al centro de salud, aunque esta cifra desciende hasta el 17% en el caso de las personas de entre 70 y 74 años.
Un valioso instrumento para el diagnóstico precoz
Sin embargo, tanto los pacientes como los expertos recuerdan que, en muchas ocasiones, la detección de una enfermedad cardiaca puede realizarse de forma temprana utilizando un estetoscopio. Es el caso de las valvulopatías, en las que la existencia de un sonido característico o soplo detectado durante la auscultación suele ser el primer indicio de la existencia de un problema valvular y motivo de derivación al cardiólogo.
“Recordemos que los síntomas relacionados con las valvulopatías, como la fatiga o el cansancio, se pueden confundir con los provocados simplemente por el envejecimiento del paciente. De ahí que cobre gran relevancia el uso del fonendoscopio como medida de detección precoz de una valvulopatía”, afirma Cecilia Salvador, presidenta de Aepovac.
En la misma línea, el Dr. Olaya señala que síntomas generales, “como fatiga o cansancio, dificultad para respirar, palpitaciones y mareos pueden indicar la existencia de una valvulopatía”, y que su diagnóstico “puede realizarse de manera precoz por parte del médico de Familia con un gesto tan sencillo como la auscultación cardiaca con el fonendoscopio durante la visita médica”.
Con todo, más de dos siglos después de que René Théophile Hyacinthe Laënnec comprobara las entonces inimaginables posibilidades de su improvisada trompetilla de papel, parece que el invento sigue teniendo su sitio –o debería tenerlo– en medio de la frenética revoloción tecnológica que vive la asistencia sanitaria.
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