La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) ha celebrado su V Curso Práctico para Residentes de Pediatría, una actividad desarrollada en Madrid y en la que han participado 92 especialistas en formación con el objetivo de actualizar conocimientos, tanto teóricos como prácticos, de algunas de las patologías más frecuentes entre la población pediátrica.
Uno de los aspectos que se han tratado durante el curso es la obesidad y el sobrepeso, ya que constituyen la patología crónica más prevalente en la edad pediátrica. Según el estudio EnKid, realizado en una muestra representativa de la población española de 2 a 24 años, “la prevalencia de sobrepeso y obesidad infantil es del 26,3% (12,4% y 13,9%, respectivamente), por lo que residentes de Pediatría deben conocer cómo se maneja desde Atención Primaria (AP)”.
“La obesidad es el origen de muchos casos de diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer”, explica la doctora Itziar Martín Ibáñez, pediatra de AP. Tan solo el 5% de los casos que se ven en consulta son debidos a enfermedades endocrinas, síndromes genéticos y trastornos metabólicos que cursan con obesidad. “No obstante, la gran mayoría de los niños padecen obesidad exógena, es decir, aquella que resulta del desequilibrio entre la ingesta y el gasto energético. Estos casos suelen iniciarse en la infancia y en la adolescencia, y aunque los determinantes biológicos contribuyen al riesgo de desarrollar obesidad, los factores ambientales van a influir en que se desarrolle o no, así como en el grado o intensidad de la misma”, aclara la pediatra.
El entorno del niño, condicionado por costumbres y modas, puede favorecer determinados estilos de consumo alimentario y de empleo del ocio. “Asimismo, adoptar uno u otro estilo de vida está influenciado por factores de índole macroeconómica: precios de los alimentos, publicidad, horarios laborales de los progenitores, disponibilidad de parques o instalaciones para la actividad física, el nivel socioeconómico y académico de los progenitores, diseño de las ciudades, oferta de transporte público, etc.”, apunta la doctora Martín Ibáñez.
La facilidad para acceder a alimentos muy calóricos y llevar un estilo de vida muy sedentario son los factores que más influyen en la obesidad. La pediatra aclara que en las familias en las que hay miembros adultos con obesidad “es más probable que haya también menores que la vayan a padecer y que, a su vez, tienen más probabilidades de sufrir obesidad cuando se hagan adultos”.
Los principales objetivos del curso organizado por la AEPap son que el residente conozca los aspectos asistenciales propios de la Pediatría de AP y las diferencias y coincidencias entre la especialidad en Atención Primaria y Hospitalaria. “Además, también es fundamental que se afiance la necesidad de la continuidad asistencial entre ambos niveles y que aprendan el manejo de las herramientas formativas específicas de las que se dispone en AP”, explican las doctoras Juana María Ledesma, Itziar Martín y Carmen García Rebollar, coordinadoras de esta actividad formativa.
Formación y comunicación, factores clave
En este sentido, el objetivo de la Pediatría de AP se centra en la atención integral a la salud del niño en todas sus etapas, poniendo especial énfasis, no en la enfermedad, sino en la prevención y promoción de la salud, teniendo en cuenta que las intervenciones en la primera infancia son más costo-efectivas y tienen la mayor tasa interna de retorno.
Por eso, la formación de los residentes es fundamental, ya que, a pesar de que más del 67% de los pediatras ejerce en Atención Primaria, la mayor parte de su formación es hospitalaria. De hecho, una encuesta realizada por el Grupo de Docencia de la AEPap confirma que casi el 97% de los pediatras considera necesaria la rotación por el primer nivel asistencial y que el 39,3% cree adecuado que este periodo dure tres meses, siendo la opinión mayoritaria partidaria de aumentar dicho periodo.
En cualquier caso, la comunicación es un factor clave en AP. Por ello, para mantener una entrevista clínica eficaz con los niños y sus familiares, “los residentes tienen que conocer técnicas de comunicación”, una asignatura pendiente en las facultades y que adquiere relevancia en este curso. La doctora Begoña Domínguez, presidenta de la AEPap, estima que a lo largo de su vida laboral, “un pediatra de AP llega a comunicarse en más de 150.000 ocasiones con niños y familias”.
De hecho, a lo largo de 2012, 6.387 pediatras atendieron más de 32 millones de consultas de pediatría de Atención Primaria en el Sistema Nacional de Salud, lo que supone que casi el 90% de la población infantil pasa por estas consultas.
En este contexto, la presidenta de la AEPap plantea la necesidad de homogeneizar la docencia de Pediatría de AP, ya que hace falta “unificar y aplicar los criterios de acreditación en todo el territorio nacional”. También es importante, afirma, “aumentar el número de tutores acreditados y contar con un registro de los mismos, al igual que de centros de salud y Unidades Docentes Multiprofesionales Pediátricas”. De esta manera, subraya, es fundamental que la labor docente de los pediatras “sea reconocida y valorada curricular y profesionalmente”.
Uso racional de antibióticos
Este año se ha incluido en el curso un taller sobre el uso racional de antimicrobianos, y han sido la doctora Rosa Albañil y el doctor Rafael Jimenez Alés, miembros del grupo de Patología Infecciosa de AEPap, los encargados de su puesta en marcha. Tal y como ambos comentan, “la práctica de la Medicina actual es posible porque existen antibióticos; sin su existencia, y la disminución que producen en la morbimortalidad causada por infecciones bacterianas, no sería posible realizar procedimientos quirúrgicos, trasplantes de órganos, atención a enfermos críticos, prematuros, tratamiento de enfermedades neoplásicas, etc”.
Sin embargo, el uso de antibióticos siempre supone un impacto sobre la flora bacteriana -patógena y colonizadora- del organismo al que se administran: seleccionan el crecimiento de cepas resistentes y pueden inducir la adquisición de resistencias a su acción por parte de bacterias inicialmente sensibles, mediante mutación o por adquisición de genes por transferencia desde otra bacteria resistente.
La resistencia puede hacerse extensiva a distintos antibióticos y familias de antibióticos, existiendo bacterias panresistentes (PDR) a todos los antibióticos disponibles. Por ello, el uso de antibióticos y la inducción de resistencias microbianas es un problema global que excede a la práctica médica, e incluso al uso humano, porque su utilización en veterinaria, agricultura y ganadería tiene los mismos efectos que éste en cuanto a la aparición, propagación y persistencia de microorganismos resistentes.
Según los doctores Albañil y Jiménez Alés, un mejor uso de los antibióticos puede disminuir las tasas de resistencias bacterianas. “El objetivo para los médicos debe ser conseguir un uso prudente, maximizando el impacto terapéutico y minimizando la toxicidad y el desarrollo de resistencias”, indican.
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