En el marco del Día Mundial del Dolor, que se conmemora este lunes, los expertos quieren poner el foco en el impacto del dolor irruptivo oncológico (DIO).
Este síntoma afecta al 59% de las personas con cáncer, y su abordaje supone un gasto sanitario medio de 2.941 euros al mes por cada paciente, de los que el 88% corresponde a costes médicos directos y el 7% son costes indirectos por pérdida de productividad. El dato es cinco veces mayor que la estimación en enfermos que no presentan estos episodios de dolor irruptivo oncológico.
El DIO es una exacerbación transitoria del dolor que aparece sobre la base de un dolor persistente estabilizado, y se caracteriza por su elevada intensidad, por la rapidez de instauración (generalmente súbita) y por su corta duración (habitualmente, inferior a 20-30 minutos). Los pacientes pueden presentar varios episodios a lo largo del día, con una media de tres o cuatro diarios. Es el síntoma más temido y agobiante para los pacientes con cáncer, y conlleva un alto impacto en su calidad de vida, ya que hace que se reduzcan actividades como caminar, trabajar, sociabilizar, dormir y disfrutar en general.
”El impacto negativo del dolor irruptivo en los pacientes oncológicos es muy pronunciado. Compromete la calidad de vida, debido a su repercusión sobre la realización de las actividades diarias, y genera ansiedad tanto en los pacientes como en sus cuidadores”, destaca el Dr. Antonio Gómez Caamaño, jefe del servicio de Oncología Radioterápica del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) y presidente de la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR).
Por su parte, el Dr. Juan Pablo Leiva, jefe del servicio de Cuidados Paliativos del Hospital de Manacor (Mallorca) y presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), subraya las múltiples dimensiones del DIO, además del dolor físico, “que suele ser de severa intensidad, aunque breve duración”. “Impacta en la esfera emocional, generando miedo y angustia, y muchas veces, a las funciones biológicas, como orinar, toser, tragar o hacer movimientos funcionales que son naturales en el día a día”, indica el especialista, quien añade: “La desesperanza y pérdida de significado que este tipo de síntoma puede producir genera distrés existencial. El DIO puede limitar la vida social del paciente, al no querer ver a amigos o familiares por la ocurrencia de este tipo de dolor, lo que tiene consecuencias sobre la esfera social”.
Barreras para controlar el dolor irruptivo oncológico
A pesar del enorme impacto de este tipo de dolor, los profesionales médicos se encuentran con un gran número de barreras para manejar y controlar el DIO. Entre ellas, destaca la falta de un abordaje multidisciplinar, la ausencia de protocolos específicos, la definición incompleta (en ocasiones múltiple) y la educación de los profesionales sanitarios y de los propios pacientes en torno a este síntoma.
“El DIO es un problema que continuamos teniendo con frecuencia en nuestra práctica clínica diaria. La mejor manera de abordarlo es mediante sensibilización y formación. Con excesiva frecuencia, la sobrecarga asistencial y la fascinación que tenemos por toda innovación diagnóstica y terapéutica nos hace olvidar aspectos que son muy importantes para los pacientes, como el dolor”, comenta el Dr. Gómez Caamaño. “La formación continuada es clave para el diagnóstico correcto de este tipo de dolor y, con ello, la prescripción acertada, evitando así otro tipo de complicaciones para el paciente”, añade el Dr. Leiva.
Recomendaciones para mejorar el manejo del DIO
En este escenario, los expertos coinciden en la necesidad de llevar a cabo un call to action a la comunidad médica para mejorar el manejo del DIO. Para ello, ofrecen una serie de recomendaciones, como consolidar una definición universal de este tipo de dolor; diseñar una herramienta fácilmente manejable para su evaluación; proporcionar formaciones certificadas en manejo del dolor a oncólogos, enfermeros y médicos de atención primaria; individualizar el tratamiento, tomando en cuenta las condiciones personales y las características clínicas y sociales de cada paciente; desarrollar protocolos y equipos multidisciplinares y formar a los pacientes sobre sus síntomas y tratamiento.
“El abordaje del dolor irruptivo oncológico suele ser un problema frecuente en la práctica clínica diaria debido a múltiples barreras. En una fecha clave, como es el Día Mundial del Dolor, queremos mostrar nuestro apoyo a la comunidad médica para sensibilizar y ofrecer la formación necesaria que les ayude en el diagnóstico y tratamiento del DIO, porque resolver este importante problema para el paciente va a tener un impacto muy positivo en su vida”, apunta Pablo Viguera, director médico de Kyowa Kirin, compañía que trabaja en diferentes áreas terapéuticas, entre ellas la oncología.
“El buen control del DIO evita que se desajusten las diferentes esferas de la vida de la persona (emocional, social…)”, explica el Dr. Leiva, mientras que el Dr. Gómez Caamaño recuerda: “No tener dolor es la máxima aspiración de quien lo padece”.
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