Más precariedad, bajo estado de ánimo generalizado, explotación laboral, dificultad para formarse y cualificarse, así como para emanciparse.
Son algunos de los problemas que afectan a la población joven tras la pandemia y que ha detectado Cruz Roja en su investigación Los y las jóvenes, y el reto de la digitalización en la COVID-19: competencias para la vida, el empleo y la educación, un informe cuyas conclusiones ha presentado hoy el coordinador nacional de Cruz Roja, Antoni Bruel.
Cruz Roja ha detectado un incremento de la población joven atendida, entre los 16 y los 30 años, que casi se duplicó en el escenario de la pandemia con respecto al periodo anterior; además, sus familias tienen dificultades para mantenerles, y una parte de ellos y ellas sufren las consecuencias de una difícil emancipación o una emancipación obligada, que se hace en condiciones de vulnerabilidad, con baja cualificación, extrema precariedad laboral o trabajo sumergido, y un escaso nivel de competencias digitales para el empleo, entre otras circunstancias. Algunos de estos o estas jóvenes han experimentado o experimentan actualmente la exclusión social, habiendo vivido situaciones de calle o dificultad para la supervivencia.
Todas estas dificultades se convierten en limitaciones de las familias para apoyar a sus hijos e hijas en sus estudios. Esta situación está ligada al abandono de la formación, y la necesidad de una rápida salida al mercado laboral.
El estudio elaborado por Cruz Roja muestra que el 52% de estos jóvenes se encuentran en situación de desempleo, además, el 37% de las mujeres (frente al 10% de los varones) asegura trabajar en labores domésticas no remuneradas, y un 7% con empleos de economía sumergida.
Uno de cada cuatro tiene un contrato temporal a tiempo parcial, especialmente si su edad entre los 16 y los 21 años, y el 12% sólo trabaja de manera esporádica, como lo hace de manera fija apenas el 8% de los participantes en el estudio.
Explotación laboral
La falta de experiencia laboral es importante: el porcentaje de jóvenes menores de 19 años sin experiencia laboral es del 61%, frente al 30% de jóvenes de 19-24 años y el 11% de mayores de 24 años.
El 27% de los/as jóvenes encuestados han perdido su trabajo durante la pandemia.
En cuestión de género se identifican tres dimensiones con clara incidencia sobre las jóvenes: los cuidados, el empleo y la violencia de género. Adicionalmente, una menor tasa de empleo, una mayor tasa de contratos temporales y una mayor tasa de paro tornarían aún más precaria la situación de las mujeres, agudizada además por motivos de nacionalidad o nivel educativo.
La discriminación por motivo de sexo, edad, origen o situación económica afecta también a estos jóvenes entre los que una parte importante están afectados por la brecha digital, bien por falta de competencias, bien por falta de recursos económicos o falta de conectividad. Solo la mitad de las personas encuestadas (52%) utiliza las TIC para la búsqueda de empleo y solo un 30% las utiliza como herramienta de trabajo.
Bajo estado de ánimo
Por último, Cruz Roja ha detectado un bajo estado de ánimo generalizado en jóvenes con dificultades sociales y laborales, ligado a un problema estructural. La población joven es el grupo en el que el confinamiento ha producido un mayor impacto psicológico; también hay que tener en cuenta que han sido, en parte, el chivo expiatorio del malestar social generado por la pandemia y que las imágenes en los medios y redes han contribuido a redondear un estereotipo muy negativo sobre la juventud.
Un 25% de las personas entrevistadas admite que se estresa por cualquier situación adversa, un 11% afirma que suele manifestar ira a menudo, un 14% siente tristeza y el 41% afirma tener miedo al futuro.
El ejemplo de un centro de referencia
Los resultados de esta investigación sobre los factores de riesgo a los que se enfrenta la juventud coinciden con lo que se detectan en el Centro Joven de Cruz Roja en Salamanca, que ha intensificado las intervenciones y el apoyo integral a los más de 200 jóvenes, de entre 16 y 29 años, atendidos al año.
Tras más de 30 años de trayectoria, el Centro Joven -ubicado en la calle Rector Madruga, en Garrido- se ha convertido en un espacio referente para las personas jóvenes de la ciudad de Salamanca que carecen del título de ESO o de formación laboral o que tienen asociadas dificultades sociales, familiares, económicas o emocionales. Gracias a un seguimiento individualizado, los y las jóvenes refuerzan sus capacidades profesionales y sus posibilidades de lograr un empleo gracias a los cursos de capacitación profesional (cocina, almacén, placas solares, mantenimiento de edificios…), las prácticas, el apoyo educativo para conseguir la titulación de la ESO y la orientación laboral, sumado a los talleres para desarrollar sus habilidades sociales y competencias tecnológicas.
Un apoyo integral que Cruz Roja completa con las atenciones a los problemas familiares, sociales y psicológicos de cada caso y la gestión y trámite de ayudas si es necesario, junto con talleres de educación para prevenir conductas violentas y hábitos nocivos, de mejora del bienestar emocional y de educación afectivo-sexual. Por último, los jóvenes que acuden al Centro Joven también se benefician de actividades de ocio y tiempo libre acordes a sus demandas y haciendo uso de los recursos que ofrece la ciudad.
Según reconocen en el Centro Joven de Cruz Roja en Salamanca, la pandemia ha puesto de manifiesto aún más si cabe la necesidad de una prevención y una intervención en materia de salud mental. Por ello, buena parte de la intervención psicológica del último año ha estado centrada en el manejo y afrontamiento de la ansiedad y en mejorar el estado anímico y la convivencia en el ámbito familiar.
El pasado año 2021 el Centro Joven de Cruz Roja en Salamanca, único de estas características en España dentro de la organización humanitaria, atendió a 205 usuarios/as diferentes, el 68% varones y 32% mujeres, con un repunte de las intervenciones realizadas, alcanzando las 6.945, lo que supone un 34,8% más que las 5.150 del año 2018 previo a la pandemia. En el ámbito laboral se llevaron a cabo una veintena de acciones formativas y se logró aumentar la inserción laboral de los jóvenes respecto al 2020, pasando del 16% al 20%.
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