El 26 de diciembre de 2004, un terremoto de 9 grados en la escala Richter golpeó las costas de Sumatra (Indonesia) generando una serie de tsunamis que barrieron las poblaciones costeras del Índico, desde Indonesia a Somalia.
Fallecieron más de 225.000 personas y la devastación afectó a todos los ámbitos de la vida de los supervivientes: más de 500.000 viviendas fueron destruidas y millones de personas perdieron sus medios de vida. La pérdidas económicas se valoraron en más de 9.000 millones de euros.
Cruz Roja Española y el conjunto del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja movilizaron sus recursos y desplegaron más de 22.000 voluntarios y cientos de delegados para trabajar en labores de ayuda humanitaria. La catástrofe del tsunami creó, a su vez, una respuesta de solidaridad y generosidad sin precedentes entre particulares, gobiernos y sector privado. Las contribuciones recibidas por Cruz Roja Española superaron los 48 millones de euros. Más del 75 por ciento de los fondos provinieron de aportaciones de particulares.

Como ha recordado hoy la organización, gracias a estas aportaciones ha podido llevar a cabo durante una década diversos programas de rehabilitación, reconstrucción y desarrollo en las zonas afectadas por el tsunami. Entre otras acciones, se construyeron casi 300 viviendas permanentes y 8 escuelas en Sri Lanka, mientras que en Indonesia se levantaron 1.556 viviendas y siete escuelas fueron rehabilitadas.
Uno de los ejes de la intervención se ha dirigido al fortalecimiento de las capacidades de respuesta a futuros desastres de la Cruz Roja de los países afectados, donde la institución, fundamentalmente la de Indonesia, se ha convertido en referente en este ámbito de intervención. “El fortalecimiento de la Cruz Roja Indonesia frente a emergencias en materia de agua y saneamiento se ha materializado después en su intervención en más de 10 operaciones de emergencia dentro de su país, pero también su despliegue ante catástrofes internacionales como las inundaciones de Myanmar o Filipinas, tras el paso del tifón Haiyan“, destaca Ignacio Román, responsable de Cooperación para Asia de Cruz Roja Española.
En este contexto, la exposición La ola negra “nos trae a la memoria con viveza la imagen de la catástrofe, de la destrucción y del dolor desde la zona cero de la catástrofe, pero también de la entereza y de la capacidad para sobreponerse a la tragedia de una población cíclicamente castigada por desastres naturales”.
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