Cristina Viéitez Manrique, investigadora del Instituto de Biología Funcional y Genómica (IBFG, centro mixto del CSIC y la Universidad de Salamanca), está poniendo en marcha el proyecto ‘Cracking the Post-Translational Modification Crosstalk Code in S. cerevisiae’, conocido por su acrónimo PTMtalk, que tiene como objetivo desentrañar el “lenguaje” que utilizan las proteínas para comunicarse.
Para ello, cuenta con uno de los prestigiosos proyectos Starting Grants, otorgados por el Consejo Europeo de Investigación (ERC, por sus siglas en inglés), que incluye una financiación de 1,5 millones de euros para los próximos cinco años. Estos proyectos, que son parte del programa Horizonte Europa, financian apuestas “arriesgadas, pero que tienen un potencial muy alto”, explica Viéitez en declaraciones a DiCYT. En este caso, el objetivo es entender las bases moleculares del lenguaje que posibilita la comunicación entre proteínas.
Los fallos en este proceso tienen efectos negativos en las células, como el descontrol de su crecimiento o su muerte, algo que, a su vez, tiene implicaciones en el diagnóstico y tratamiento de muchas enfermedades.
El trabajo se va a desarrollar con Saccharomyces cerevisiae, la levadura que se emplea en la fermentación del pan, el vino y la cerveza. “Hay mecanismos que se han conservado a lo largo de la evolución, los podemos identificar en organismos muy simples y, después, ver si también se encuentran en las células humanas”, comenta la investigadora. Usar este modelo para las células eucariotas, como las del ser humano, facilita la investigación, ya que “nos permite manipularlas genéticamente y de forma masiva”.

Proteínas que “hablan”
Dentro de las células, hay miles de proteínas que “hablan” entre ellas, pero “el lenguaje que utilizan no se conoce muy bien”. Hasta ahora, los científicos eliminaban una proteína concreta para tratar de averiguar cuál era su función. El problema es que, en realidad, pueden tener diversos papeles en función del contexto. “Una misma persona puede hacer de trabajadora o de madre dependiendo de dónde y con quién está”, comenta la investigadora del IBFG, “y a las proteínas les sucede lo mismo”.
Por eso, el enfoque del proyecto PTMtalk es diferente al habitual. El objetivo es introducir mutaciones para eliminar funciones concretas en cada paso, en lugar de quitar toda la proteína. De esta forma, el resultado es mucho más específico. Sin embargo, al mismo tiempo, se podrá realizar a gran escala, estudiando miles de aspectos diferentes. Será un análisis “masivo y costoso” con un resultado incierto, aunque “encontremos lo que encontremos, será algo nuevo y dará mucha información”, afirma la experta.
Esta nueva estrategia se apoya en la combinación de dos métodos distintos, uno de ellos desarrollado por Viéitez en su etapa postdoctoral . Además, el avance de la tecnología en los últimos años es clave, ya que para el estudio masivo del lenguaje de las proteínas es imprescindible contar con potentes robots, dos de ellos ya están en el IBFG, mientras que otro se va a incorporar gracias a este proyecto. Además, la cantidad de datos que se van a obtener es tan ingente que implicará la realización de análisis computacionales.

Implicadas en enfermedades
Avanzar en este campo tendrá muchas consecuencias. Algunas de las proteínas de las que potencialmente se puede obtener nueva información podrían estar implicadas en enfermedades como el cáncer, el alzhéimer y muchas otras patologías.
“Cuando tengamos los primeros resultados sabremos en qué línea podremos ayudar más. Por el momento, se trata de una primera aproximación con un modelo sencillo que nos permite trabajar a gran escala. Después, otros investigadores podrán usar estos datos para analizar proteínas implicadas en diferentes enfermedades y contextos”, comenta la científica.
No obstante, “nuestro sueño sería colaborar con grupos expertos en diferentes patologías para trasladar los resultados de levaduras a células humanas y enfermedades”, asegura, lo que podría tener un importante impacto en terapias y diagnósticos. Por el momento, en esta fase de investigación básica el equipo del IBFG ya colabora con grupos de Alemania y de Bélgica.
Viéitez, nacida en El Bierzo (León), ha pasado por laboratorios de Suecia, Alemania y Suiza, pero regresó a su país gracias a una de las prestigiosas ayudas Ramón y Cajal en 2023 para formar su propio grupo de investigación en el IBFG. “Una de las cosas que más me atrajo es que este centro está apostando por la incorporación de grupos que estudian biología de sistemas, para analizar los procesos de una forma más global”, comenta. Ahora, gracias al nuevo proyecto espera incrementar su equipo. “Podemos atraer a Salamanca a investigadores internacionales”, destaca.
Fuente: DICYT
Recordamos que SALUD A DIARIO es un medio de comunicación que difunde información de carácter general relacionada con distintos ámbitos sociosanitarios, por lo que NO RESPONDEMOS a consultas concretas sobre casos médicos o asistenciales particulares. Las noticias que publicamos no sustituyen a la información, el diagnóstico y/o tratamiento o a las recomendaciones QUE DEBE FACILITAR UN PROFESIONAL SANITARIO ante una situación asistencial determinada.
SALUD A DIARIO se reserva el derecho de no publicar o de suprimir todos aquellos comentarios contrarios a las leyes españolas o que resulten injuriantes, así como los que vulneren el respeto a la dignidad de la persona o sean discriminatorios. No se publicarán datos de contacto privados ni serán aprobados comentarios que contengan 'spam', mensajes publicitarios o enlaces incluidos por el autor con intención comercial.
En cualquier caso, SALUD A DIARIO no se hace responsable de las opiniones vertidas por los usuarios a través de los canales de participación establecidos, y se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso cualquier contenido generado en los espacios de participación que considere fuera de tema o inapropiados para su publicación.
* Campos obligatorios