El papel de la enfermera en la Unidad de Tabaquismo del Complejo Asistencial de Salamanca es esencial. Al tratarse de un tratamiento muy personalizado, el seguimiento es clave para evitar el abandono o la recaída. Nieves Matas es la responsable de velar para que la terapia funcione, de detectar las necesidades de cada paciente, porque en la dependencia a la nicotina no hay dos casos iguales. Los martes y jueves ve a una media de once pacientes, y los lunes y miércoles pasa consulta con el médico, y reciben a otros tantos, entre casos nuevos y revisiones.
La enfermera de la Unidad de Tabaquismo del Complejo Asistencial, Nieves Matas, lo tiene claro, su labor es muy gratificante, porque va viendo los pasos que dan sus pacientes para dejar de fumar. Su misión es la de establecer un contacto terapéutico para establecer un tratamiento racional, que sea plausible y se pueda realizar en el tiempo. “Tratamos de informar con datos objetivos sobre lo que es el tabaco, sus componentes, las consecuencias y los problemas que produce en la salud”, subraya esta profesional.
Hasta su consulta llegan dos tipos de pacientes, por un lado, los que vienen por petición propia a dejar su dependencia al tabaco y, por otro, aquellos que llegan derivados de otros departamentos médicos y que por sus enfermedades tienen que dejar de fumar. “A los que vienen obligados les cuesta mucho más, y hay gente que te dice que les gusta fumar”, precisa Matas.

A cada persona que acude a este programa se le ofrece una ayuda continuada: “Recojo sus datos personales, sus antedecentes de salud y sus tratamientos de interés, porque hacemos el plan conductual, y el médico establece el tratamiento farmacológico”, determina la enfermera. Otro aspecto importante es conocer la historia del paciente como fumador, como por ejemplo, a qué edad comenzó a fumar, cuántos cigarrillos consume al día, si se traga el humo o no, es decir, si las inhalaciones son profundas o no, si se lo fuman enteros o no, el número de veces que ha intentado dejar de fumar, etc. Por otro lado, Nieves Matas hace una medición de parámetros, como el peso, la talla, la tensión, y la recogida de monóxido de carbono, con un aparato denominado cooxímetro, “y veo el monóxido de carbono que tienen en los pulmones y también en la hemoglobina”. De esta forma, la enfermera comprueba si los pacientes realmente han fumado lo que dicen o no. “Por la cantidad que veo de partículas de monóxido en los pulmones sé los cigarrillos que consumen; por ejemplo, si el aparato indica 14 partículas, me pueden decir que no han fumado, pero ese nivel indica que por lo menos han sido dos o tres cigarrillos, y si marca cinco partículas o menos, puede estar limpio y estar causado por la polución”, explica.
Diferentes valoraciones y sus fases
En una primera toma de contacto con la enfermera, a algunos pacientes -los que quieren- les realiza una extracción de sangre para comprobar el nivel de nicotina en sangre, “de la que tenemos que tener 0”, sentencia Matas. Otra de las valoraciones que hace es de la dependencia al tabaco, a través del Test Fafestrom, y el seguimiento cercano de todas las fases de intervención, como la preliminar o la del abandono. “En este periodo entra en juego el plan conductual”, recuerda esta profesional. En la fase preliminar inicia una reducción de la cantidad de tabaco, y son los pacientes lo que eligen un día concreto de abandono.
Nieves Matas asegura que cada paciente es un mundo. “Yo no soy psicóloga, pero a veces tomas ese papel, porque cada persona, según se lo expliques y le cuentes, así lo va a entender”. Ella se adapta a sus necesidades. “Los mensajes tienen que ser muy breves, claritos, y tienes que hacerles ver los perjuicios del consumo del tabaco y las ventajas del abandono, resolviendo las dudas que planteen”, destaca. Esta enfermera recuerda que los mensajes son personalizados, y en ocasiones la preguntan por una terapia grupal, pero les contesta que en este caso no es apropiada, “porque fumar es una cuestión muy personal; dos personas pueden fumar la misma cantidad y la misma marca, pero el grado de dependencia siempre será diferente”.
Seguimiento hasta un año sin fumar
La enfermera recibe al paciente desde el primer día que acude a la Unidad de Tabaquismo, y una vez en fase de reducción del tabaco y fijado el día de abandono, “siempre les veo antes para ver cómo van con esa reducción, si siguen fuertes en su empeño, o si hay que replantear otro día para el abandono”. Y vuelven a la revisión a los 15 días de haber dejado de fumar, después al mes, y si una persona va bien, a los dos y a los tres meses. “Si todo va correcto, les vuelvo a citar con el médico para les haga un refuerzo”. Y si a los tres meses el proceso es adecuado, no tienen que volver hasta pasados otros tres meses (seis desde que el paciente dejó el tabaco) y después, otros seis meses más tarde, lo que suma un año desde el abandono de la adicción. “Si va bien se produce el alta del paciente, y en el caso contrario, se reconduce todo y se retoman las acciones ante el fracaso terapéutico”, comenta.
Con las recaídas se retoman acciones y se reinicia el programa otra vez, “denpende de dónde esté el paciente, no siempre hay que reiniciarlo desde el principio”, advierte Matas. El porcentaje de altas con éxito es mayor que el de abandono del programa o el de las recaídas. Esta enfermera ha detectado situaciones vinculadas a la actual crisis económica, “y se dan casos que te rompen el alma, porque vienen a dejar de fumar porque necesitan ese dinero para comprar el pan al día siguiente, y están tan agradecidos, de cómo les reconduces, les ayudas”, afirma. Se da el caso de pacientes que ya no necesitan el tratamiento y como les ha sobrado las pastillas las traen a al consulta por si les viene bien a otros que tengan más problemas para comprarlo. “La labor de la Enfermería es muy bonita, y yo a ellos les agradezco que cada día lo que me aportan es muchísimo”, sentencia.
Once pacientes diarios
Los martes y jueves, Nieves Matas atiende las revisiones de los pacientes, una media de 11, y reconoce que se consume mucho tiempo con cada uno de ellos. Una media de 15 minutos mínimo a media hora o más. En el caso de los nuevos, que se suelen citar cada media hora, cada lunes y miércoles, “les dedicamos de 45 minutos a una hora”, junto al médico, acuden 5 o 6 nuevos, y la misma cantidad de revisiones.
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