La Tomografía por Emisión de Positrones (PET) es una técnica de diagnóstico por imagen que proporciona información sobre los procesos moleculares y bioquímicos que tienen lugar en las células, una capacidad que, unida a las prestaciones del TAC (escáner), permite realizar “en el mismo acto exploratorio y sin mover al paciente de la camilla” un estudio metabólico y un estudio anatómico o estructural. El equipo fusiona automáticamente ambas imágenes, haciendo posible saber con exactitud dónde se localizan las posibles alteraciones biológicas y moleculares que presenta el enfermo.
Se trata, por tanto, “de una poderosa herramienta de diagnóstico que aumenta nuestro conocimiento sobre las causas subyacentes de la enfermedad y mejora la forma en que se detectan y se tratan muchas enfermedades”, según ha explicado a Salud a Diario la doctora Pilar Tamayo, jefa de sección de Medicina Nuclear en el Hospital de Salamanca y responsable de la Unidad de PET-TAC, quien no podía ocultar su satisfacción por ver convertida en realidad un proyecto por el que ha luchado durante años “junto a la doctora Dolores Caballero”, de la Unidad de Trasplante de Progenitores Hematopoyéticos. “Estamos muy contentos, y también agradecemos al consejero de Sanidad que haya apostado por el mejor equipo del mercado, porque eso redundará en un mayor ahorro y eficiencia, ya que podremos realizar más estudios, en menos tiempo e irradiando menos al paciente”, ha subrayado la especialista.
Y es que, como aclara la doctora Tamayo, el PET-TAC del complejo hospitalario salmantino es el primero “de movimiento continuo” instalado en España “y el cuarto en el mundo”, una característica que hace que los profesionales “sólo tengamos que programar la velocidad a la que se tiene que mover la camilla”, que lo hace de forma continua, a diferencia de otros equipos, en los que las imágenes se obtienen por partes que se superponen. Este sistema “evita el solapamiento de imágenes, lo que reduce el tiempo de exploración y proporciona más sensibilidad, de modo que se logra la misma calidad diagnóstica administrando menor cantidad de radiofármaco”.
Una prueba “segura y no dolorosa”
En este sentido, según comenta la jefa de sección de Medicina Nuclear -un servicio que dirige el doctor García Talavera-, para realizar la PET es necesario administrar al paciente por vía intravenosa una pequeña cantidad de un radiotrazador -en el caso de los enfermos oncológicos, la FDG, por ejemplo- que emite un tipo de radiación que es detectada por el tomógrafo, proporcionando imágenes tridimensionales que muestran “el funcionamiento de nuestro organismo o sus alteraciones”.
Por ello, aunque la exploración dura “entre 20 y 30 minutos”, el procedimiento se prolonga durante cerca de dos horas, porque tras la administración del radiofármaco el paciente tiene que estar en reposo unos 60 minutos para que éste se distribuya por el organismo y pueda ser detectado por el aparato. “Es una prueba segura, no dolorosa y no invasiva”, asegura la responsable de la nueva unidad, en la que se han realizado ya 207 estudios, incluidos los efectuados durante las semanas previas a su puesta en marcha oficial.
Esta técnica es altamente efectiva para detectar tumores, quizá la indicación para la que más se utiliza, pero sus importantes prestaciones se extienden a otros muchos ámbitos, como la Neuropsiquiatría, la Cardiología o determinados trastornos cerebrales, como las demencias, así como diversos procesos infecciosos e inflamatorios.
Análisis de la eficacia terapéutica
Dentro de la Oncología, el PET-TAC es “una poderosa herramienta”, no sólo para el diagnóstico de muchos tipos de cáncer, entre ellos los linfomas, los melanomas y los tumores de pulmón, esófago, mama y cabeza y cuello, sino también para el estudio de su extensión, permitiendo la elección de la mejor opción terapéutica para cada enfermo y, sobre todo, la determinación de si los tratamientos que se están aplicando están siendo efectivos o no.
“Esta técnica ayuda a estadificar el tumor y, en base a eso, decidir cuál es la mejor actitud terapéutica, al tiempo que permite reevaluar al paciente durante su tratamiento para comprobar si está funcionando o no, algo fundamental para no perder tiempo en el proceso de la enfermedad, sobre todo, pero también para evitar un gasto innecesario en terapias que no están dando resultado”, subraya la doctora Pilar Tamayo, que en este contexto afirma que esta tecnología supone “un antes y un después, pero también un durante”, porque proporciona una herramienta de valor “pronóstico”, al ofrecer la posibilidad de analizar de forma precoz la respuesta a los tratamientos mientras éstos se están aplicando.
Por otro lado, y dentro de los procesos cerebrales, la PET es capaz de detectar precozmente trastornos como la enfermedad de alzheimer, permitendo adoptar “medidas terapéuticas dirigidas a enlentecer su progresión”, además de facilitar el diagnóstico de dolencias como la epilepsia y el parkinson. En cuanto al corazón, la doctora Tamayo explica que este equipamiento puede determnar la extensión de la enfermedad coronaria, al discriminar perfectamente el músculo cardiaco normal del cicatrizal o necrótico.
En opinión de la responsable de la unidad, además de estas múltiples prestaciones la PET abre intersantes posibilidades de futuro, como su uso para desarrollar “una Medicina personalizada en la que el tratamiento se base en las características moleculares del proceso y en el perfil genético del paciente”.
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