Hace tan solo 100 años la esperanza media de vida era de alrededor de 35 años, un indicador que se duplicó en las primeras cinco o seis décadas del siglo XX debido, principalmente, a tres hitos de salud que tuvieron especial impacto en las edades tempranas: “la higiene, las vacunas y los antibióticos”.
Durante los últimos 40 años, la esperanza de vida ha seguido incrementándose en la “segunda fase” de esta “revolución extraordinaria” que se debe, principalmente, “a los avances en la investigación sobre cómo envejecen las células y cómo podemos ayudar a que lo hagan de una manera más lenta que impida la aparición de la enfermedad”. Lo cuenta uno de los científicos más reconocidos en este campo, Juan Carlos Izpisúa, que este miércoles ha hablado sobre su trabajo en el ámbito del rejuvenecimiento celular durante la primera sesión del foro internacional Age Open Science, un encuentro que estos días convierte a Salamanca “en la capital mundial de la investigación sobre envejecimiento y longevidad“.
Durante dos jornadas, los lugares más emblemáticos de la capital salmantina servirán de escenario “para conectar la ciencia y la sociedad” a través de la intervención de 12 científicos que se encuentran a la vanguardia mundial en este campo, entre ellos Izpisúa, que ha participado en la inauguración del foro, junto con Raquel Yotti, secretaria general de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación; Ricardo Rivero, rector de la Universidad de Salamanca (USAL), y Óscar González de Benito, director de la Fundación General de la USAL.
“Estoy convencido de que la revolución de vivir más tiempo y, sobre todo, con mucha mejor calidad de vida, es el factor social y económico más importante de la humanidad, porque puede hacer que cambiemos la manera en la que dirigimos nuestras vidas. Cuánto dura nuestra juventud, nuestro periodo de trabajo o nuestra jubilación son parámetros que podemos cambiar en los próximos años gracias a la investigación”, ha subrayado este especialista en Biología del desarrollo, titular de la Cátedra Roger Guillemin y profesor del Laboratorio de Expresión Génica del Instituto Salk de Estudios Biológicos (Estados Unidos).

Muchos de los descubrimientos y del valioso conocimiento que se está generando en el campo del envejecimiento y la longevidad han sido posibles gracias a la labor de los investigadores e investigadoras que participan en el foro Age Open Science, un evento del que Raquel Yotti ha destacado su carácter de “ciencia abierta”, esencial para hacer posible “la capacidad transformadora” y de “servicio social” de los avances científicos.
La representante del Ministerio de Ciencia e Innovación ha recordado el estrecho vínculo que existe entre el envejecimiento y la salud. “A lo largo de las últimas décadas se han producido avances en el ámbito de la biología molecular, de la genética y en otros muchos campos que están abriendo nuevas oportunidades para llevar más allá las fronteras de la longevidad”, ha indicado Raquel Yotti.
Durante su participación en la apertura del encuentro, que forma parte del Programa para una Sociedad Longeva aprobado en el marco del Proyecto Interreg España-Portugal 2014-2020, ha destacado que “toda investigación que profundice en las causas del envejecimiento y en los mecanismos que conducen al deterioro y la degeneración celular” abre nuevos caminos para luchar contra uno de los principales desafíos que existe en estos momentos para aumentar la esperanza de vida: “las enfermedades crónicas, como las cardiovasculares, el cáncer, las patologías degenerativas… todas ellas muy vinculadas al envejecimiento”.

Vivir más y vivir mejor
El doctor Juan Carlos Izpisúa ha protagonizado también el primer encuentro con la sociedad en el emblemático Patio de Escuelas de la capital salmantina. Presentado por el Dr. Fermín Sánchez Guijo como “una de las mentes más brillante y originales de nuestro tiempo”, Izpisúa ha explicado a los asistentes el proceso y el futuro que se abre ante nosotros con la reprogramación celular, la posibilidad de poder rejuvenecer nuestras células para que ellas mismas sean capaces de luchar contra las enfermedades asociadas al envejecimiento o a la interacción con el medio.

“Podemos convertir una célula vieja en una célula joven y que sea capaz de luchar contra las enfermedades de una forma más efectiva, ya lo hemos comprobado en muchos animales de laboratorio y en diferentes órganos, y tengo la esperanza de que esto constituya una nueva era en la práctica de la medicina”, ha asegurado.
El objetivo, como ha remarcado Izpisúa, no es solo vivir más, sino en un estado de salud mucho mejor y, para ello, es fundamental trasladar a la sociedad estas investigaciones en torno al envejecimiento y acelerar su aplicación a la clínica. “Hay que entender lo que estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo y cómo esto puede ser trasladado a la clínica, y de esto trata en este encuentro”, ha añadido; para ello, hay que avanzar en la seguridad y la eficiencia de los mecanismos de investigación en torno a la reprogramación celular, concienciar a los gobernantes de la importancia de estos ensayos y fomentar el diálogo con los médicos, la sociedad y la administración.
En contra de lo que vaticinó Darwin, el profesor Izpisúa ha asegurado que hoy en día ya “podemos controlar nuestro genoma y nuestro epigenoma, cambiar el rumbo y mejorar la salud de toda la especie humana”.
Autofagia
Posteriormente, la investigadora de la Universidad Pompeu Fabra Pura Muñoz ha abordado el papel de la autofagia y la senescencia celular para mejorar la regeneración muscular durante el envejecimiento.
Los tejidos pierden la capacidad de regenerarse cuando falla un mecanismo de reciclaje de residuos de las células llamado autofagia. Los experimentos de Pura Muñoz sobre el músculo esquelético demuestran que, si se restaura la autofagia con fármacos, se puede frenar el envejecimiento de los tejidos. Un proceso fundamental para avanzar en la autonomía de las personas mayores, la mayoría con problemas de fragilidad asociados a una fuerte dependencia y deterioro cognitivo.
Otros ponentes
Los encuentros han continuado en el Palacio de Anaya, donde Giovanna Malluci, catedrática van Geest de Neurociencia Clínica en la Universidad de Cambridge y directora del Instituto de Investigación de la Demencia del Reino Unido en Cambridge, ha hablado de la búsqueda de los mecanismos que subyacen al alzhéimer y las enfermedades neurodegenerativas, mientras que Manuel Serrano ha abordado los avances en senescencia celular y reprogramación celular para contrarrestar enfermedades asociadas al envejecimiento.
En el Palacio de la Salina han intervenido Tom Rando, con una ponencia sobre el Envejecimiento de células madre: consecuencias funcionales y estrategias rejuvenecedoras, y Robin Franklin, que ha hablado sobre la Biología regenerativa de los progenitores del SNC adulto: revertir los estragos del tiempo.
La jornada se reanuda mañana con nuevas intervenciones de los eminentes científicos incluidos en un programa que se puede consultar en la web de este encuentro internacional.
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