Es muy probable que si no hubiera sido porque le contrataron como programador en un laboratorio y le cogió el gusto a eso de investigar, Juan Manuel Corchado Rodríguez no habría finalizado su formación universitaria ni sería hoy el vicerrector de Investigación y Transferencia de la Universidad de Salamanca (USAL), porque lo que siempre había querido él era “trabajar en una empresa”.
Esa misma pulsión científica que le animó a rematar su preparación para no quedarse rezagado dentro de aquel equipo es la que le mantiene al frente de un activo grupo de investigación de la USAL, el BISITE y, sobre todo, la que guía la labor de este catedrático del Área de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial al frente de un Vicerrectorado desde el que ha tenido que lidiar con una especialmente escasa dotación presupuestaria, “siempre insuficiente”, dice, en el caso de la investigación. El doctor Corchado tiene clara alguna que otra “asignatura pendiente” -cree que la Agencia de Gestión de la Investigación, la OTRI y la Escuela de Doctorado están “mal financiadas y mal dimensionadas”-, pero el balance se inclina más hacia el lado satisfactorio, porque, según asegura, se han conseguido grandes resultados con fondos más bien exiguos.
La investigación es uno de los ejes de la actividad de la Universidad de Salamanca. ¿En qué momento se encuentra en el área biosanitaria?
Queremos ser referente en el ámbito de la salud; tenemos grupos que están haciendo una labor extraordinaria, lo vemos cada día por el número de publicaciones que se generan, por el número de proyectos que se consiguen, por los institutos que tenemos y por los investigadores que recibimos. Y al hilo de esto ahora está creciendo también la industria del sector alrededor de la Universidad de Salamanca. En los últimos años han sido varias las empresas que se han instalado en el Parque Científico de la USAL relacionadas con el tema de bioinformática; ya tenemos nueve.
El 2018 es una oportunidad única para la Universidad de Salamanca y para toda la ciudad, y la investigación supone un reto fundamental en este ámbito. ¿Cuáles son los objetivos de la institución académica en este terreno?
La celebración del octavo centenario de la Universidad tiene que ser un acicate para que hagamos un esfuerzo mayor del que ya hacemos y, sobre todo, para que seamos capaces de atraer patrocinadores que nos permitan impulsar nuestra investigación. Investigar es muy caro, cuesta mucho, y en ese aspecto la Universidad está haciendo un gran esfuerzo. Está invirtiendo mucho en grandes infraestructuras para nuestros centros de investigación; a lo largo de los próximos meses vamos a presentar algunas, y ahora estamos en un proceso en el que estamos evaluando la adquisición de otras por varios millones de euros.
¿Hasta que punto beneficiarán estas inversiones a la investigación?
Vamos a tener infraestructuras que nos permitirán ir mucho más allá en nuestras investigaciones: desde microscopios electrónicos más potentes hasta unidades de análisis del comportamiento animal o sistemas de análisis químico mucho mejores. El impulso a nuestros institutos y la creación del IBSAL también son un acicate para que la investigación médica y biosanitaria que se hace trascienda mucho más a la sociedad en el día a día.
¿En qué medida el IBSAL ha supuesto un impulso real al trabajo de investigación que ya se hacía en la Universidad?
Está facilitando que grupos interdisciplinares formados por equipos de investigación del hospital, de la Universidad… colaboren en el desarrollo de grandes proyectos traslacionales. En este sentido, la relación con el hospital siempre ha sido muy fluida y muy buena, pero yo creo que institucionalizarlo y responder a retos concretos, poder presentar proyectos conjuntos a convocatorias concretas del Carlos III y del CIS a través del IBSAL está haciendo que entre mucho más dinero en la Universidad y que podamos impulsar estos proyectos.
¿Cree que se le está sacando el máximo rendimiento a esta estructura científica?
Yo creo que está empezando a caminar; ha conseguido un proyecto muy importante del Instituto de Salud Carlos III, ya las sinergias están claras, hay una dinámica de ingresos y de generación de productos; la relación con la Universidad es muy fluida; tenemos convocatorias de proyectos de investigación que se hacen conjuntamente… Yo creo que estamos en una fase de crecimiento y de maduración y que el impulso grande llegará también en los próximos años cuando tengamos el nuevo hospital, la nueva sede del IBSAL. Eso va a ser un paso más para alcanzar nuestro objetivo, que era tener un instituto consolidado. Ahora estamos en una fase de crecimiento y todo el equipo directivo y todos los implicados están haciendo un gran trabajo, los investigadores están muy volcados… Ahora tenemos que acabar de consolidar todo eso.
Ha hablado del futuro hospital, pero ¿en qué medida la situación de las infraestructuras actuales está condicionando el trabajo científico?
Yo creo que tampoco están condicionando nada, que las cosas siguen su curso; vamos bien, en una trayectoria ascendente desde el punto de vista de la investigación y de la transferencia de esa investigación; creo que, de forma significativa, lo estamos haciendo cada vez mejor, estamos recibiendo más fondos y hemos pasado ese bache de los últimos años. La nueva infraestructura marcará la diferencia y con ella mejoraremos más, pero el hecho de que no tengamos aún el nuevo hospital no tiene por qué suponer un problema, más que el de convivir con un hospital que se está quedando viejo por momentos.
Ha comentado que habrá en la Universidad nuevas y muy potentes infraestructuras dirigidas a la investigación y que será necesario captar fondos para incorporarlas. ¿Cuáles serán las principales vías para la captación de fondos?
El Programa Marco de Investigación e Innovación de la Unión Europea Horizonte 2020 (H2020) va a ser una fuente de ingresos muy grande; ahora tenemos unos 60 proyectos de investigación, cuando hace dos años participábamos en menos de 30. Estamos empezando a conseguir bastantes fondos en las convocatorias de proyectos nacionales, aunque no llegando a los niveles de hace 10 años, porque la financiación nacional ha bajado alrededor de un tercio, pero estamos empezando a recibir mucho más dinero, tanto autonómico como nacional. Con el despliegue del RIS3 en la región (la Estrategia de Investigación e Innovación de Castilla y León) vamos a conseguir también bastante financiación, y una de sus líneas estratégicas es la Dependencia y la Sanidad, así que yo creo que por ahí vamos a conseguir bastante financiación autonómica. También de los fondos FEDER. Ya hay un poquito más de fluidez, no con las cuantías de antes, pero cada vez tenemos más posibilidades y estamos consiguiendo más proyectos.
La financiación es el principal caballo de batalla en una guerra que parece siempre perdida, y todos los que gobiernan o aspiran a hacerlo prometen siempre incrementar el presupuesto en este campo, pero ¿cuánto presupuesto destina la Universidad a investigar y cuánto habría que incrementarlo para tener un nivel de investigación aceptable?
Mire, esto no tiene límite. Algunas de las mejores universidades del mundo, como la Politécnica de Lausanne (Suiza) tiene 12.000 estudiantes. Hace varios años estuve allí con nuestro rector y nos dijeron que para esos 12.000 estudiantes y para toda la investigación que hacen tenían un presupuesto 800 millones de euros. Nosotros tenemos 30.000 estudiantes y un presupuesto de 200 millones, o sea que esto es una caja sin fondo: cuanto más tengas, más haces, más y mejor personal puedes contratar, mejor equipamiento… Todo eso ayuda. La investigación está muy relacionada con la financiación, y nuestra financiación es muy ajustada; en nuestra Comunidad Autónoma es de las más ajustadas. Nuestro presupuesto interno también está muy ajustado, sacamos dinero de debajo de las piedras para poder derivarlo a la investigación, y en ese aspecto se hace lo que se puede y se están consiguiendo logros significativos, cada vez tenemos más patentes, más transferencia… De hecho, alguna de las estadísticas que existen nos sitúa como los quintos en España que más transferencia hacemos, y buena parte de esa transferencia está ligada al ámbito biosanitario. Yo creo que como Universidad lo estamos haciendo bien; tenemos mucho campo de mejora, pero también tenemos el hándicap de que somos una Universidad muy generalista, no como otras, que pueden afnar más el tiro, comprar infraestructura conjunta… Nosotros tenemos que satisfacer las necesidades de personas con proyectos de investigación muy dispares.
El presupuesto es tan ajustado que reconocidos científicos, como los del Centro del Cáncer, han llegado a denunciar que tenían que destinar fondos conseguidos para desarrollar proyectos de investigación al mantenimiento de las instalaciones y de la infraestructura necesaria. De hecho, el rector ha sido muy beligerante en este sentido, y ha dicho que habría que ser “más serios” a la hora de crear centros de investigación…
Estamos trabajando intensamente con el Centro de Investigación del Cáncer para que tenga una financiación cada vez más estable y ajustada a sus necesidades. Esto, en la situación actual, es difícil, porque estamos hablando de cantidades de dinero significativas y no puedo decir más que estamos en ello. Es un centro mixto de la Universidad y el CSIC y también recibe financiación de la Junta de Castilla y León, yo creo que tenemos que seguir trabajando mucho para impulsar una infraestructura que es muy necesaria, porque la investigación en cáncer y en otras enfermedades es la más importante de todas.
Este centro se presentó como punta de lanza en la investigación oncológica y, sin embargo, a veces parece como si estuviera en la cuerda floja. De hecho, varios de sus más destacados científicos se han ido…
Bueno, algunos… Todos son importantes, y los que están para mí son los más importantes, porque están, pero yo creo que la financiación no ha sido la única razón para que algunos investigadores se hayan marchado; ha habido otras razones, pero yo creo que los investigadores del CIC están haciendo un gran esfuerzo, están consiguiendo proyectos muy buenos, muy interesantes y muy bien financiados, y la Universidad está apoyándolos al máximo, dentro de nuestras limitaciones. Me consta que también la Junta los apoya en la medida que puede, lo que pasa es que cuando estás con presupuestos con déficit, con muchos menos recursos… No estoy en la piel de los políticos, pero supongo que harán lo que pueden, no sé.
¿Pero el futuro del centro está asegurado?
Sí, sí, sin duda. Es un centro que nos dará muchas alegrías y satisfacciones en el futuro y que sólo puede ir para arriba; no consentiremos que sea de otra forma. Sus equipos están haciendo un gran esfuerzo con muy poco dinero; la financiación que tiene el centro, en comparación con otros grandes institutos, es muy reducida, y aun así los investigadores están haciendo un gran trabajo, y yo creo que esto irá a mejor en los próximos años.
El presidente de la Junta ha anunciado que Castilla y León tendrá el próximo año una Red de Investigación Clínica Oncológica. ¿La Universidad tendrá un papel destacado en este proyecto?
Un papel clave, seguro. Con el Centro de Investigación del Cáncer y el IBSAL estaremos involucrados a tope y seguro que podremos generar proyectos. Para nosotros, el CIC es uno de nuestros centros de referencia, posiblemente el más grande, y la Universidad lo apoya al máximo.
El rector de la Universidad de Salamanca también ha llamado la atención varias veces sobre la peligrosa fuga de cerebros que puede producirse por una deficitaria apuesta por la investigación. ¿Se está dando algún paso reducir este riesgo?
Estamos intentando conseguir financiación y apoyando a los grupos de investigación para que la consigan. Lo que no podemos esperar es que nos llueva el dinero de la Administración pública porque sí; ni siquiera tenemos un plan de investigación en la Comunidad en base a objetivos. Lo que tenemos que hacer es trabajar para que los grupos de investigación consigan su financiación. Ahí es donde estamos, apoyándolos desde este Vicerrectorado con un plan concreto que estamos llevando a cabo para facilitar a los grupos que consigan apoyo a la hora de redactar proyectos, de crear consorcios, de conseguir becarios o técnicos de apoyo, con la Agencia de Investigación… Estamos trabajando incluso con grupos de investigación concretos, sentándonos con ellos para ver cuál es la situación en la que están, analizar las posibilidades e impulsar proyectos concretos.
¿En qué nivel se encuentra la inversión privada en investigación? ¿Qué posibilidades de mecenazgo se abren, por ejemplo, con las exenciones fiscales previstas por el octavo centenario de la Universidad?
Tenemos la suerte, por ejemplo, de contar en el Patronato con el presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, que siempre mira por la Universidad. La Cátedra de Iberdrola nos está ayudando mucho a generar proyectos; no nos da dinero como tal a fondo perdido, pero sí nos ayuda a generarlo, que es lo importante, tener un instrumento para generar dinero. Ahora, las Cátedras del VIII Centenario de la Universidad nos van a permitir incorporar investigadores con un presupuesto para cada cosa; estamos en ello, buscando en qué ámbitos y qué figuras son las que tienen que venir para que nos ayuden a impulsar un área que es estratégica para el mundo, para las empresas y para la Universidad. Yo creo que si conseguimos algunas Cátedras más de este tipo vamos a poder atraer a buenos investigadores que, a su vez, luego nos permitan conseguir más financiación, más proyectos…
El reto es saber si es posible trasladar esa idea a otras empresas…
En ello estamos.
¿Por qué cree que en España no existe una cultura del mecenazgo en investigación consolidada, como sí sucede, por ejemplo, en EEUU?
Es algo complicado… Las exenciones fiscales aquí son menores, la cultura del mecenazgo es menor y supongo que las grandes fortunas de España tendrán otras aficiones, y no la de donar dinero a las universidades… Es algo complicado. Sí tenemos muchas empresas que cada vez están más interesadas en trabajar con nosotros, en desarrollar proyectos empresariales, en instalarse en el Parque Científico… Pero lo que es donación, les cuesta.
¿Y con un cambio de la legislación no se podría impulsar esa cultura del mecenazgo, por ejemplo, con exenciones fiscales por el apoyo a proyectos de investigación en universidades?
Eso ya habría que preguntárselo a los políticos, pero, honestamente, las que hay no son las mejores ni están a la altura de las que hay en otros países. La verdad es que yo creo que la legislación no ayuda mucho y que en otros países sí hay grandes empresas e incluso fortunas a nivel individual que dejan dinero. Pero bueno, la Universidad de Salamanca también tiene muchas fundaciones que se han creado a partir de donaciones de personas y gracias a las cuales sacamos convocatorias para la financiación de proyectos todos los años, como es el caso de la Fundación Solórzano. Hay empresas y personas físicas que sí aportan mucho a la Universidad. Aunque no sea al nivel de lo que sucede en algunas universidades americanas, donde se construyen campus enteros y se beca a cientos de personas, hay que reconocer que sí tenemos cierto apoyo de personas concretas, que no tienen por qué ser grandes fortunas, en algunos casos son, simplemente, familias.
El esfuerzo presupuestario de las administraciones públicas en investigación es mejorable, pero ¿qué pasa con los ciudadanos? ¿Somos conscientes de la importancia de la investigación en el ámbito de la salud y la reivindicamos como corresponde?
Los resultados de la investigación están ahí. Todo el mundo ve su aplicación práctica en la vida diaria, en pacientes, en familiares… Las noticias relacionadas con la salud son muy comunes, y cada vez la conciencia de que para llegar ahí hay que investigar está más presente. Lo que pasa es que los ciudadanos suelen ver la investigación como algo alejado de su vida cotidiana, porque a investigar nadie enseña en la escuela ni en el instituto, que es por donde pasa todo el mundo, y en la universidad muchas veces te forman para que seas un técnico o para que seas un profesional, pero no para ser un investigador. Desde ese punto de vista, tenemos que avanzar, pero yo creo que los ciudadanos cada vez tienen más noción de que la investigación es un aval de cualquier sociedad y de que las sociedades que mejor funcionan son aquellas que invierten en investigación. Pero a la hora de vivir con pocos fondos, es verdad que la sociedad y los políticos piensan que hay otras necesidades que son más perentorias.
En los últimos años, la Universidad está acostumbrada a hacer mucho con poco dinero. ¿Hay algún proyecto científico que se haya quedado en el camino o se haya ido alargando por falta de fondos?
Todos los grupos de investigación tienen proyectos en mente que no han podido desarrollar por la misma naturaleza de la vida científica; todos soñamos con hacer cosas que nos cuestan más de lo que tenemos o para las que no tenemos suficiente personal, laboratorios o equipamiento. Si hablas con cualquier investigador, seguro que te pone un ejemplo. En todo caso, la Universidad, como institución, está fortaleciendo sus servicios y está adquiriendo grandes infraestructuras. Estamos haciendo todo lo que podemos. Este año hemos pedido también una subvención de grandes infraestructuras, y vamos a incorporar varios millones para ello. Siempre se queda todo corto, pero nuestra Universidad sigue invirtiendo, al mismo tiempo que reduce deuda, que es algo también muy importante. Tenemos una Universidad muy saneada, si no es de las más saneadas de España, y en los últimos años, pese a los recortes, estamos en una línea ascendente en generación de proyectos. Conseguimos más proyectos y mayor nivel de transferencia.
Investigaciones con títulos como Bioenergética y estrés oxidativo del sistema nervioso o Nanoendocrinología y obesidad abren esperanzas para muchos enfermos, pero ¿en qué medida se cumple uno de los principales objetivos de la Universidad, que es trasladar a la sociedad el nuevo conocimiento que se genera?
Bueno, nuestro primer objetivo es formar bien a nuestros estudiantes, y luego tenemos otros muchos: la investigación es uno de ellos y la transferencia de la investigación es otro. Para transferir hace falta hacer buena investigación y también hacen falta empresas que se impliquen y mecanismos que nos permitan transferir, y ahí es donde estamos trabajando mucho en los últimos años. En concreto, en el mundo biosanitario yo creo que lo estamos haciendo bien, porque fruto de nuestros proyectos de investigación estamos generando patentes y, como ejemplo concreto, un elemento clave es que en lo que va de año se han puesto en marcha tres nuevas empresas biotecnologías en el Parque Científico para transferir resultados de nuestra investigación. También hemos desarrollado proyectos concretos de transferencia financiados por la Diputación de Salamanca que han funcionado muy bien, como una investigación relacionada con la mejora de la calidad de la carne del cerdo ibérico, para reducir el colesterol, que está dando buenos resultados. Creo que en esto la Universidad lo está haciendo muy bien. En cuanto al IBSAL, la razón de ser de su Laboratorio de Investigación Traslacional es que los investigadores trabajen en conjunto con los profesionales, y hay algún proyecto muy grande y muchos otros financiados por el FIS que son muy aplicados y cuyos resultados, si son positivos, se van a transferir y van a mejorar la práctica hospitalaria diaria. En el ámbito de la Medicina, la investigación hará que nuestros médicos y otros profesionales sanitarios cada día sean mejores y tengan más potencial. Yo no entiendo un hospital en el que sus profesionales no investiguen, porque eso les aporta la capacidad de estar actualizados y de mejorar sus técnicas de forma continua.
También están surgiendo desde la Universidad destacadas spin-off…
Acabamos de aprobar una normativa para impulsar las spin-off de la Universidad en la que definimos claramente qué es una spin-off, y quien quiera crear una puede solicitarlo. Esto está muy ligado al impulso de la cultura del emprendimiento, mediante la cual intentamos que todos nuestros estudiantes, el profesorado y el PAS de la Universidad sepan que, como forma de labrarse un futuro profesional, existe la posibilidad de ser empresarios, de ser autónomos, de montar una empresa… Eso que está ahí de toda la vida y a lo que ahora se le llama emprender. Queremos que la gente sepa qué tiene que hacer para impulsar un proyecto empresarial a partir de una idea concreta, que no pierda tiempo con los papeles y la burocracia y que sepa que su idea de negocio tiene cierto futuro porque profesionales le han dicho: “Éstas son tus ventajas, estos son tus fallos, depura esto, ponte en contacto con esta persona, aquí puedes conseguir financiación…”. En definitiva, nuestro objetivo es facilitar las cosas al estudiante. Pero hasta ese momento, lo que queremos es intentar que conozca que existe esa posibilidad, que puede trabajar para un tercero, ser funcionario o desarrollar su propio proyecto de vida y ser su propio jefe. Esa cultura que está más o menos clara en algunos lugares, en países como España está empezando a cuajar, aunque tenemos muchos emprendedores en nuestro país… Lo que queremos transmitir es que esto existe, no para pegar pelotazos ni para saltar a la fama, pero sí para crear tu proyecto de vida. Por ejemplo, en el emprendimiento social y cultural la Universidad de Salamanca ha desarrollado proyectos pioneros. Que sepas que existe un nicho de negocio donde chicos y chicas pueden labrarse la vida ayudando a mayores dependientes o facilitando la vida a personas con discapacidad… Lo que queremos es que no les dé miedo.
¿La Universidad va a reforzar, entonces, este respaldo al emprendimiento?
No, la Universidad lo está haciendo ya. En los últimos dos años hemos llevado a cabo labores concretas con nuestros estudiantes, con todo aquel que nos lo ha pedido hemos hecho un plan a medida; tenemos hasta siete cursos de formación diferentes adaptados a distintos perfiles, y también tenemos especialistas que guían a cada individuo hasta el momento de montar su empresa. Y después también estamos con ellos para facilitarles la aceleración de su negocio y que les vaya bien, dándoles servicios a través del Parque Científico.
La USAL desarrolla estos días los Campus Científicos de Verano, una iniciativa que permite a los futuros alumnos aproximarse al trabajo investigador. ¿El gusanillo científico suele picar una vez que se está en la Universidad o hay forma de ir despertando en los jóvenes la vocación investigadora antes de llegar a la etapa universitaria?
Depende. Yo creo que fomentar la cultura investigadora es algo muy bueno. Por suerte, nuestros grupos de investigación tiran de nuestros jóvenes talentos, les implican y a muchos les gusta, aunque otros tienen claro que no. Quizás muchas veces no se implican tanto por desconocimiento. Seguramente tengamos que hacer mayor esfuerzo a la hora de enseñar a nuestros estudiantes de primero, segundo, tercero… cuáles son las investigaciones que estamos haciendo. En los últimos años de carrera, muchos hacen el trabajo de fin de grado en el laboratorio y están más familiarizados con los profesores en su faceta de investigadores, más que en la docente, y les gusta. Es algo en lo que tenemos que hacer un mayor esfuerzo, porque muchas veces hasta que no lo conoces, no lo vives. Yo dejé la Universidad a medias; me fui a trabajar a un laboratorio de investigación como programador, y fue allí donde le cogí el gusto a la investigación. Gracias a aquello volví a la Universidad a acabar la carrera; si no, me hubiera quedado allí, porque yo tenía claro que quería trabajar en una empresa. Tuve la suerte de que donde me ofrecieron trabajo fuera un centro de investigación y después de ver lo que hacían allí, mi jefe me dijo: “Mira a ver, acaba la carrera y sácate una tesis doctoral, porque si no vas a ser aquí el último pringado” (risas).
Y acabó siendo el vicerrector de la Universidad de Salamanca… ¿Qué le gustaría haber conseguido una vez que finalice su mandato?
En estos momentos difíciles para la investigación, lo que estoy intentando, en la medida de lo posible, es conseguir fondos para nuestros investigadores, con su ayuda, obviamente. Desde el Vicerrectorado, intentar que las infraestructuras se adapten más a las necesidades de nuestros investigadores y, muchas veces, intentar levantar el ánimo a científicos que desesperadamente, y después de muchos intentos, no consiguen su propósito, que es tener la financiación suficiente. Intento motivarles y ayudarles, en la medida de mis posibilidades, a alcanzar los resultados que quieren conseguir. Tenemos la gran suerte de estar en una Universidad donde hay mucha gente muy implicada, que trabaja y no se cansa, y que después de pedir 20 proyectos consigue uno, y aun así, sigue intentándolo, sabiendo que, posiblemente, hasta que no vuelva a pedir otros 20 no vuelva a conseguir financiación para un proyecto. Tenemos también muchos jóvenes que quieren seguir los pasos de los investigadores de la Universidad. Y honestamente, en ese aspecto me gustaría haber tenido más fondos para mejorar nuestras infraestructuras. Creo que tenemos una Agencia de Gestión de la Investigación, una OTRI (Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación) y una Escuela de Doctorado mal financiadas y mal dimensionadas, que se tenía que haber invertido en ello mucho más de lo que se ha invertido en nuestra Universidad. También, obviamente, se tenía que haber invertido en facilitar que nuestros grupos crezcan incorporando más profesorado, más investigadores, más jóvenes investigadores. Es algo que no hemos hecho bien; dentro de las limitaciones presupuestarias, yo pienso que se podría haber hecho mejor. Como equipo rectoral pienso que ahí tenemos una asignatura pendiente. Pero en la medida de mis posibilidades, y dentro del presupuesto que manejo, me he volcado en intentar que las cosas funcionen.
¿Está satisfecho?
Lo cierto es que estoy contento, porque los números son claros y las cosas están yendo a mejor, y no en todas las universidades es así; muchas siguen a la baja y sin recuperar y nosotros hemos pasado el bache, estamos subiendo. Queda muchísimo por hacer, esto no es consuelo, pero yo creo que de alguna forma estamos ya en línea de darle un cambio a nuestra situación. No sé si podremos volver a los tiempos pasados, pero sí a que haya más financiación.
Que ya en esos “tiempos pasados” se decía que los fondos eran insuficientes…
Siempre son insuficientes, la naturaleza de la investigación es así. Cada vez conoces más, ves más y siempre quieres más. Los investigadores somos inconformistas por naturaleza.
Recordamos que SALUD A DIARIO es un medio de comunicación que difunde información de carácter general relacionada con distintos ámbitos sociosanitarios, por lo que NO RESPONDEMOS a consultas concretas sobre casos médicos o asistenciales particulares. Las noticias que publicamos no sustituyen a la información, el diagnóstico y/o tratamiento o a las recomendaciones QUE DEBE FACILITAR UN PROFESIONAL SANITARIO ante una situación asistencial determinada.
SALUD A DIARIO se reserva el derecho de no publicar o de suprimir todos aquellos comentarios contrarios a las leyes españolas o que resulten injuriantes, así como los que vulneren el respeto a la dignidad de la persona o sean discriminatorios. No se publicarán datos de contacto privados ni serán aprobados comentarios que contengan 'spam', mensajes publicitarios o enlaces incluidos por el autor con intención comercial.
En cualquier caso, SALUD A DIARIO no se hace responsable de las opiniones vertidas por los usuarios a través de los canales de participación establecidos, y se reserva el derecho de eliminar sin previo aviso cualquier contenido generado en los espacios de participación que considere fuera de tema o inapropiados para su publicación.
* Campos obligatorios