Desde la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública venimos denunciando desde hace años que es preciso adaptar las plantillas de sanitarios de los centros de salud urbanos y rurales a los cambios poblacionales. El actual mapa sanitario es del año 1988. Desde entonces, la población ha cambiado, pero en estos 25 años la Junta de Castilla y León no ha realizado ninguna modificación del mapa sanitario, adaptándolo a la realidad de la población.
La Junta de Castilla y León ha puesto en marcha una reestructuración, en palabras del consejero de Sanidad, para paliar los desequilibrios territoriales. Y dice: “El mapa sanitario prácticamente no se ha modificado en los últimos 25 años, y en este periodo de tiempo han cambiado las condiciones demográficas, tecnológicas y de comunicación”. Las palabras son las mismas, pero ¿estamos diciendo lo mismo?
La realidad es que esta modificación del mapa sanitario que la Junta maquilla como reestructuración, que en el caso del área de salud de Salamanca supone la amortización de plazas por la jubilación de sus titulares y el traslado de 11 médicos del medio rural a la capital, es una medida puntual implantada de forma apresurada, y mucho me temo que únicamente responde a criterios puramente economicistas, y no a una auténtica y racional reestructuración del mapa sanitario.
Desde la ADSP pensamos que actualmente el problema es de tal magnitud que, evidentemente, no se va a solucionar con medidas puntuales. El nuevo mapa sanitario únicamente debe responder a criterios de eficiencia y calidad, se debe realizar de forma consensuada y transparente y debe garantizar en todo momento que las personas que viven en el medio rural tengan perfectamente cubiertas sus necesidades sanitarias.
Para poder diseñarlo, es imprescindible dar participación en su elaboración a los profesionales de la salud y a la población, que son quienes realmente conocen las necesidades de cada zona.
A la hora de establecer las plantillas, además del número de tarjetas sanitarias, el envejecimiento de la población, la dispersión y la frecuentación hay que tener en cuenta la libranza post guardia de los sanitarios y acordar previamente las sustituciones o acumulaciones de los sanitarios en el periodo estival, justo cuando aumenta la población en el medio rural.
Por último, para evitar que la nueva distribución quede obsoleta, este nuevo mapa sanitario debe conllevar una redistribución que debe ser continuada, mantenida en el tiempo, para adaptarse a los cambios poblacionales que se vayan produciendo.
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