
Somos seres sociales comunicándonos continuamente. No podemos no comunicarnos, incluso el silencio entre dos personas está produciendo una comunicación, a pesar de que dicha situación suela provocar malestar emocional cuando aún no se ha aprendido a gestionar los silencios.
En la comunicación siempre hay dos partes bien diferenciadas: emisor y receptor. Cada uno de ellos, con sus características bien definidas y su particular forma de comunicar o recibir información. Para que el mensaje llegue claro al receptor, es de vital importancia que exista una coherencia en las dos formas de comunicación: el lenguaje verbal y el no verbal.
Al lenguaje verbal pertenece el mensaje oral que estamos emitiendo. La comunicación no verbal comprende todo aquello que está dando información y reforzando el mensaje verbal, como el tono de voz, la mirada, los gestos, movimientos de las manos, la postura corporal. Cuando no existe sincronía entre los dos niveles se produce un cortocircuito en la comunicación que es generador de conflictos.
Entre las barreras que dificultan la comunicación están: el no mirar a los ojos, utilizar un tono de voz alto, establecer distancia física con el interlocutor, prestar poca atención, interrumpir, una inadecuada adaptación al nivel de la persona con quien se está hablando, dar por hecho cierta información (lo que en Psicología se define como el error del adivino)…
Por tanto, las recomendaciones para establecer una comunicación adecuada como soporte para el fortalecimiento de nuestra relación con los demás son, entre otras:
- Respetar los turnos al hablar.
- Claridad y precisión en el mensaje.
- Utilizar un tono de voz adecuado.
- Omitir los gritos.
- Evitar las descalificaciones e insultos.
- Mantener un buen contacto visual.
- Mostrar atención.
- Utilizar gestos de confirmación, como asentir con la cabeza.
- Verificar que se ha comprendido el mensaje del interlocutor con preguntas como: “Si estoy entendiendo bien, ¿has querido decir…?”.
- Tratar de no emitir juicios.
- Aprender a ponernos en el lugar del otro para tratar de comprenderle mejor.
De importante relevancia es la utilización de un lenguaje asertivo, que consiste en expresar lo que se piensa y se desea realmente de modo directo y honesto. Lo opuesto es un lenguaje pasivo, donde la persona calla aquello que siente, dañándose a sí misma, pues como sabiamente dijo Shakespeare, “las palabras que no salen del corazón lo invitan a romperse”, y el lenguaje agresivo, que no solamente perjudica a quien lo utiliza, sino también al receptor, generando conflicto y dañando la relación.
Decida, pues, que es más favorable para usted a la hora de mantener una buena relación con los demás y con usted mismo.

asantero7@hotmail.com
Tiene mucha razón tenemos que ser mejores personas y poner mas atención a nuestro alrededor en algún momento y pensar que no somos los único que tenemos problemas ,
Entre nosotros nos tenemos que ayudar y escudar a todo el mundo y ver si podemos ayudar , algunas veces con solo escuchar hacemos bien
Respetar los turnos al hablar.
Claridad y precisión en el mensaje.
Utilizar un tono de voz adecuado.
Omitir los gritos.
Evitar las descalificaciones e insultos.
Mantener un buen contacto visual.
Mostrar atención.