Es asombroso el descubrimiento reciente de que el corazón contiene un sistema nervioso independiente con más de 40.000 neuronas y una compleja red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.
La fascinante hipótesis, surgida de diferentes investigaciones, dice que gracias a esos circuitos tan elaborados parece que el corazón tiene la capacidad de decidir y pasar a la acción, independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar y percibir. Y todo este proceso lo llevaría a cabo a través de los cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza.
Primera conexión:
Mediante la transmisión de impulsos nerviosos. El corazón sería (según los estudios) el único órgano del cuerpo que envía más información al cerebro de la que recibe y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro, dependiendo de las circunstancias..
Se plantea el hecho de que puede influir en nuestra percepción de la realidad y, por tanto, en nuestras reacciones.
Segunda conexión:
La información bioquímica, mediante hormonas y neurotransmisores. Es el corazón el que produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio general del cuerpo: la homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la que se conoce como hormona del amor.
Tercera:
La comunicación biofísica, mediante ondas de presión. Parece que, a través el corazón, envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo mediante el ritmo cardiaco.
Cuarta:
La comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado emocional. Las investigaciones demuestran que cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico, y se ordena con las emociones positivas.
El campo magnético del corazón se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro corazón.
A partir de diferentes investigaciones, se establece la hipótesis de que el circuito del cerebro del corazón pudiera ser el primero de los dos órganos en tratar la información, que posteriormente pasaría desde el cerebro a la cabeza, encontrándonos con dos clases de variación de la frecuencia cardiaca: una sería armoniosa, de ondas amplias y regulares, y adaptaría esa forma cuando la persona siente emociones y pensamientos positivos.
La otra parece ser desordenada, con ondas incoherentes, y se manifestaría con las emociones negativas, con el miedo, la ira o la desconfianza. Dicen los investigadores que las ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardiaco; es decir, que el corazón lleva tras de sí a la cabeza. Concluyen los expertos que el amor del corazón no es una emoción, es un estado de conciencia inteligente.
Los estudios demuestran que el cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias; su conocimiento es inmediato, instantáneo y, por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.
Puede parecer ciencia ficción, mas está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de coherencia biológico, generándose armonía y un funcionamiento perfecto; es una inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas.
Aunque es un potencial no activado, empieza a estar al alcance de un gran número de personas e irá in crescendo a medida que vayamos siendo más conscientes de nuestro poder interior.
A la luz de estos nuevos descubrimientos, es imprescindible para activar este circuito trabajar y potenciar las cualidades del corazón: la apertura hacia los demás, saber escuchar, la paciencia, la ayuda mutua, la aceptación de las diferencias, la empatía etc.
A través de la práctica de pensamientos y emociones positivas. En esencia, liberarse de la ilusión de separación y de los tres mecanismos primarios: el miedo, el deseo y el ansia de dominio.
Para liberarnos de ellos, lo haremos a través de la observación de nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, y escogiendo las emociones que nos pueden hacer sentir bien. La práctica de la meditación y la respiración consciente es una de las alternativas para tomar conciencia de nosotros mismos y aprender a identificar nuestros estados internos. Será, pues, conveniente aprender a confiar en la intuición y reconocer que el verdadero origen de nuestras reacciones emocionales no está en los acontecimientos externos, sino en nuestro interior.
Como tarea responsable: trabajar periodos de silencio, contactar con la naturaleza, vivir momentos de soledad que permitan estar consigo mismo, meditar, contemplar, trabajar en grupo y confiar en el corazón cuando no sepamos qué rumbo tomar nos ayudará a descubrir nuestro ser esencial, obviado durante tanto tiempo.
asantero7@hotmail.com
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