Desde hace décadas se sabe que el tabaquismo es la principal causa de muerte y de enfermedad evitable. Para comparar con otras causas de mortalidad que sí provocan alarma social, baste decir que por cada muerte por drogas ilegales, por cada muerte por sida o por cada 20 muertos en accidentes de tráfico, se producen más de 150 muertes por enfermedades relacionadas con el tabaquismo.
El tabaquismo, sin embargo, no genera la misma alarma social que los ejemplos mencionados con anterioridad. Durante todo el año, y principalmente durante las semanas previas a las vacaciones estivales, la Dirección General de Tráfico inunda los medios de comunicación con costosas (pero, por otra parte, necesarias) campañas para sensibilizar acerca de la importancia de conducir con precaución. Desgraciadamente, a pesar de que el tabaco provoca más muertes y mayores costes sociales, no existen campañas divulgativas de envergadura reseñable para concienciar a los fumadores de los beneficios de dejar el tabaco ni para disuadir a los potenciales nuevos fumadores.
En los últimos años se han tomado medidas desde los poderes legislativos para limitar el acceso de los fumadores al tabaco: de tipo impositivo, aumentando la carga fiscal del tabaco para hacerlo menos accesible y, por otro lado, prohibiendo el consumo de tabaco en los centros de trabajo, locales de ocio, centros educativos y centros sanitarios. Estas medidas han logrado que la población acepte como normal no fumar en el trabajo ni en los bares y ha contribuido también a facilitar la vida de los no fumadores y a reducir el número de fumadores.
Sin embargo, existen aspectos relativos al cumplimiento de las restricciones al consumo de tabaco que son manifiestamente mejorables, principalmente en el entorno de los centros sanitarios. Cualquiera que pasee por los alrededores del hospital o que acuda a sus instalaciones podrá observar a personas fumando impunemente en las áreas del entorno del hospital donde no esta permitido fumar, y lo más llamativo es que muchos de estos fumadores llevan bata blanca. Este hecho es grave, pues además de no respetar la legislación vigente de doble manera (no fumar en el medio laboral y no fumar en el entorno de centros sanitarios), están renunciando a su ejemplaridad, condición innata que conlleva su estatus de personal sanitario.
Para corregir esta situación, el equipo directivo del complejo asistencial ha decidido implementar medidas que eviten estas anomalías. Se ha reforzado la señalización de la prohibición de fumar en el entorno del hospital, se han mandado cartas informativas a los trabajadores del centro y se ha comprometido a que los vigilantes de seguridad del hospital, con la colaboración de otros cuerpos de seguridad si fuera necesario, vigilen el cumplimiento de la ley, cuyo incumplimiento –recordemos- puede acarear multas de hasta 600 euros. Todo ello, complementado con la oferta de ayuda a los fumadores que deseen dejar de serlo en la Unidad de Tabaquismo del complejo asistencial.
Porque SÍ, porque el tabaco es el mayor riesgo para la salud y porque SÍ, porque el cumplimiento de las restricciones al uso de tabaco es un paso necesario en la difícil lucha contra el tabaco, las medidas adoptadas pueden ayudar a que progresivamente su consumo sea una conducta minoritaria y que nunca se realice en el entorno de los centros sanitarios, que deben ser siempre espacios libre de humo.
*El doctor Miguel Ángel Hernández Mezquita es médico del Servicio de Neumología
y coordinador del Grupo de Trabajo de Prevención del Tabaquismo del Complejo Asistencial de Salamanca
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