(Actualización) – El descubrimiento de la variante ómicron del SARS-CoV-2 ha llevado a cancelar vuelos con diversos países africanos, mientras numerosos territorios empiezan a detectar casos entre viajeros procedentes de distintas zonas de Sudáfrica, pero también de Nigeria y Egipto.
Hasta el momento, se han confirmado más de 40 contagios de este linaje del virus en una decena de Estados de la Unión Europea. En España, tras el primer positivo detectado en el Hospital Gregorio Marañón, este martes se ha confirmado el segundo en una mujer procedente de Sudáfrica vacunada con la pauta completa y con síntomas leves de covid-19. Además, varias comunidades autónomas estudian posibles infecciones por esta variante, como Cataluña y Castilla y León, donde la consejera de Sanidad, Verónica Casado, ha apuntado que se está analizando un caso “sospechoso” en el Clínico de Valladolid.
¿Qué medidas habría que tomar para frenar su expansión? ¿Es siquiera posible? Tres expertos en epidemiología y salud pública responden a estas preguntas en el Covid Vaccine Media Hub, portal internacional de información fiable del que SINC es el nodo español.
En primer lugar, no parece extraño que circule ya por España esta variante, “de la que aún no se conoce con certeza su grado de transmisibilidad ni su gravedad“, como afirma Ignacio Rosell, especialista en medicina preventiva y salud pública y secretario del Comité de Expertos de Covid-19 en Castilla y León, puesto que ómicron “ya se encontraba en países cercanos, incluido nuestro vecino Portugal”.
De hecho, este mismo martes las autoridades sanitarias de Países Bajos han confirmado que esta variante ya fue detectada en muestras tomadas en su territorio entre el 19 y el 23 de noviembre –es decir, antes de ser comunicada por Sudáfrica– a personas llegadas en vuelos procedentes de Johannesburgo y Ciudad del Cabo.
“Realmente es muy difícil detener el avance de nuevas variantes”, explica Óscar Zurriaga, profesor de la Universidad de Valencia y vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología. “Ya hemos visto, en más de una ocasión, cómo no transcurre excesivo tiempo entre que se detecta una variante en algún lugar del mundo y en nuestro territorio. Hoy en día, la movilidad de la población sigue siendo, pese a la pandemia, muy elevada, y circula por muy diferentes vías”, agrega.
¿Prohibir vuelos vale de algo?
El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, ha asegurado hoy que entiende la preocupación de los países por protegerse ante una variante “que aún no comprendemos enteramente”. Sin embargo, ha pedido más “racionalidad” ante una realidad que actualmente plantea “más preguntas que respuestas”, lamentando que algunos gobiernos hayan tomado “contundentes medidas que no se basan en pruebas ni son eficaces por sí mismas” y que solo “agravarán las desigualdades”.
Según las modelizaciones del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC), acciones como la limitación de vuelos podrían retrasar el impacto de la nueva variante por dos semanas, pero no evitarlo. Apoyándose en estos datos, el epidemiólogo de la Universidad de Alcalá Pedro Gullón es crítico con las medidas que limitan la circulación de aviones: “No sabemos hasta qué punto ómicron ya está extendida por países de nuestro entorno ni cuáles son sus características de transmisibilidad. Por lo tanto, la prohibición de vuelos es probable que tenga una efectividad muy limitada de cara a no permitir que entre ómicron”.
De la misma opinión es Rosell: “La cancelación de viajes, habida cuenta de que la variante ya circula por países a los que no se han puesto esas mismas restricciones, solo podrá servir para, quizás, detener en alguna medida su velocidad de introducción, pero no tanto impedirla”.
“Impedir o cancelar los vuelos directos con un determinado país, salvo que se haga de forma unánime y uniforme por el resto de países, y todos en el mismo momento temporal, no parece ser la solución. Y ni siquiera cumpliendo esta condición se está asegurando la efectividad de esta medida”, añade Zurriaga.
¿Qué se puede hacer?
“La mejor forma de controlar el avance de ómicron, con la información que tenemos, es controlando la transmisión comunitaria de covid-19 dentro de los países“, señala Gullón.
El epidemiólogo madrileño propone una estrategia con cuatro prioridades de cara a frenar la expansión de esta variante en este momento: “Estudiar las características de ómicron (transmisibilidad, letalidad, potencial escape inmunitario), lo que llevará tres o cuatro semanas; secuenciar para conocer la extensión de la variante; reducir la transmisión comunitaria de covid-19, sea o no por ómicron, y extender la vacunación global para disminuir transmisión en otros territorios”.
Estudiar y secuenciar ómicron es un trabajo crucial que llevan a cabo detectives moleculares como los de FISABIO y el Centro Nacional de Microbiología (ISCIII) en España y otros grupos en todo el mundo. Reforzar la vigilancia genómica de la variante y su distribución “permitirá conocer el alcance real en cuanto a su transmisibilidad, su gravedad y su escape vacunal real, para actuar con las medidas más apropiadas”, insiste Zurriaga.
Vacunar, vacunar, vacunar
Para reducir la transmisión, los expertos coinciden con el mensaje de la OMS: es urgente ampliar la vacunación, pero no solo en los países ricos, sino en todo el planeta.
“La aparición de esta variante en el continente africano, en el que es tan baja la cobertura vacunal, no hace otra cosa que reforzar el argumento de que es necesario colaborar, de una manera más decidida, en que se incremente la vacunación en todos los países. Para ello, no solo es necesario dotarlos de más cantidad de dosis, sino también de los medios (logísticos, humanos y económicos) para que puedan administrarlas”, continúa Zurriaga.
“La mejor medida para detener esta variante, y cualquier otra que pudiera surgir más adelante, es seguir avanzando en la vacunación mundial, porque esto es una PANdemia“, zanja Rosell.
Fuentes: SINC, OMS, Consejería de Sanidad de Castilla y León
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