Es una de las enfermedades que motivan más consultas en Neurología, después de las cefaleas, el deterioro cognitivo y el párkinson, y a pesar de que históricamente ha sido explicada desde lo misterioso, rodeándola de un halo de prejuicios no del todo disipado, hoy su origen está claro, y se debe a un funcionamiento incorrecto del sistema eléctrico del cerebro, que hace que se produzcan descargas bruscas de un determinado número de neuronas y, con ellas, las crisis epilépticas. En la actualidad, más de un 70% de los pacientes pueden controlarlas con un sólo fármaco y disfrutar de una vida prácticamente normal.
Se dice que la padecían Charles Dickens, Lord Byron, Van Gogh, Lenin, Julio César, Napoleón Bonaparte, Agatha Christie y hasta Santa Teresa de Jesús. Danny Glover, Neil Young, Elton John o Hugo Weaving, actor en películas como El señor de los Anillos y Matrix, también viven y triunfan con epilepsia, una enfermedad históricamente explicada desde la magia y la superstición y rodeada de mitos y leyendas que poco han hecho por normalizar una patología que tan pronto era considerada “sagrada y propia de personas en conexión con Dios” como una manifestación digna de exorcismo.
Afortunadamente, la investigación ha ido poniendo las cosas en su sitio, y aunque todavía es mucho el desconocimiento existente sobre esta compleja dolencia neurológica, incluso entre los propios pacientes, la epilepsia se concibe cada vez más como una enfermedad crónica que permite, en la mayoría de los casos, llevar una existencia normal y corriente.
“En el cerebro hay áreas que tienden a excitarse y zonas a su alrededor (inhibidores) que tratan de controlarlas. Cuando ese balance se pierde, aparece una descarga brusca de un determinado número de neuronas, lo que origina las crisis”, aclara el doctor Jesús Cacho, jefe de Neurología del Hospital Universitario de Salamanca, quien asegura que la epilepsia es uno de los motivos más frecuentes de consulta en el complejo asistencial, por detrás de las cefaleas y las demencias o deterioros cognitivos leves -que se sitúan a la cabeza- y el parkinson. Gran parte de las epilepsias se consideran idiopáticas, es decir, no tienen una causa clara, a pesar de que en el paciente se agotan todos los estudios posibles.
No obstante, el especialista sostiene que gracias a los avances científicos, detrás de muchos de estos casos se están descubriendo condicionantes genéticos, algo “de mucha importancia, porque la Genética se desarrolla cada vez más y, con ello, es posible que en el futuro se pueda actuar contra este tipo de epilepsia”.
Además de las idiopáticas, existen las llamadas epilepsias sintomáticas, que son causadas por acontecimientos que alteran el funcionamiento del cerebro, como “tumores, ictus, traumatismos cráneo-encefálicos severos o anomalías congénitas que se producen durante el embarazo por infecciones como la toxoplasmosis o la cisticerosis (tenia), por ejemplo”. También es una dolencia que se asocia con frecuencia a otro tipo de patologías cerebrales, como la parálisis cerebral, la esclerosis tuberosa o los síndromes de West, Sturge-Weber y Lennox-Gastaut, “una de las encefalopatías epilépticas más graves y difíciles de controlar, aunque están empezando a llegar fármacos para su tratamiento”.
En general, el doctor Cacho sostiene que la epilepsia es una enfermedad “perfectamente controlable en la mayoría de los casos”. De hecho, el 70% de los pacientes “tiene muy buen control clínico con monoterapia”, es decir, con un solo comprimido. “Son afectados que vienen a consulta una vez al año para el seguimiento terapéutico, aunque los efectos secundarios se daban en mayor medida con los medicamentos antiguos, que podían ocasionar hepatopatías o anemia”, indica el responsable del Servicio de Neurología del hospital.
En todo caso, la cirugía sólo puede plantearse para la epilepsia parcial o focal, es decir, la producida por descargas eléctricas anormales en un lugar concreto del cerebro, pero no para la generalizada.
Para el especialista, que recuerda que “grandes personajes de la Historia” han padecido epilepsia, el estigma que rodea la enfermedad “ha persistido en la actualidad”. Pese a todo, “la mayoría de los pacientes epilépticos pueden considerarse curados después de tres a cinco años libres de crisis”, aunque es cierto que si la medicación se retira, “hay un 50% de posibilidades” de que los ataques reaparezcan, por lo que es necesario realizar una evaluación de cada caso.
Lo importante, destaca, es que “dos de cada tres afectados pueden hacer una vida prácticamente normal”. Eso sí, “con un control riguroso, una mejora de sus ritmos circadianos o biológicos y una abstinencia total de alcohol”.
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