Existen dos tipos fundamentales de crisis epilépticas: las generalizadas, que afectan a toda la superficie del cerebro y generan pérdida de conciencia, con o sin convulsiones, y las parciales o focales, en las que la descarga eléctrica anormal se origina en un área cerebral concreta. En este caso, las manifestaciones son innumerables -a veces sorprendentes- y varían en función de la zona involucrada.
Pérdida de conciencia, convulsiones, relajación de esfínteres, mandíbulas encajadas, confusión y agotamiento posterior… Son los signos que comúnmente se asocian a la epilepsia, pero, aunque son los más conocidos, no son más que los correspondientes a uno de los numerosos tipos de crisis epilépticas que existen, y que dependen de la zona del cerebro donde se produce la descarga eléctrica incontrolada o las áreas a las que se propaga.
En este sentido, el doctor Jesús Cacho, jefe de Neurología del Hospital Universitario de Salamanca, explica que hay dos grupos de crisis: las generalizadas, en las que todo el cerebro se ve afectado desd el el principio, y las parciales o focales, que se originan en un área concreta del cerebro, aunque en algunos casos pueden generalizarse posteriormente.
En el primer caso, siempre se produce una pérdida o interrupción del nivel de conciencia, aunque pueden no ser convulsivas. En este grupo se enmarcan, entre otras, las crisis epilépticas clásicas, denominadas tónico-clónicas o grand mal, y cuyas manifestaciones responden a las enumeradas al principio. “Ante estos episodios, es importante adoptar medidas dirigidas a que el paciente no se golpee o se dañe y ladearle la cabeza para que no se asfixie”, recomienda el doctor Cacho, quien destaca la importancia de “esperar a que pase y acudir al hospital” para evitar un “status epiléptico”, es decir, la aparición de un encadenamiento de crisis o un episodio que se prolonga más de unos minutos. “En estos casos sí se produce un incremento del riesgo, porque durante ese periodo el cerebro está sin oxígeno y consume mucha glucosa, de modo que se pueden producir lesiones neurológicas graves, e incluso uno de cada tres afectados puede fallecer”, indica el especialista.
En relación a las focales o parciales, que se originan en un área concreta del cerebro, el responsable del Servicio de Neurología del hospital aclara que pueden ser simples o complejas. Las primeras, también conocidas como auras, no generan una pérdida de conciencia, por lo que el paciente “se da cuenta de lo que ocurre y lo describe”, aunque puede sentirse confuso y desorientado. Sus manifestaciones dependen de la zona cerebral afectada, pudiendo producirse hormigueo, movimientos en una mano, visión de luces, emisión de algún sonido, dificultad en el habla, desviación de los ojos, sensación de olor o sabor desagradable, vértigo o incluso placer, entre otras muchas posibilidades.
Al contrario de lo que sucede en las parciales simples (CPS), las crisis parciales complejas (CPC) sí implican pérdida de conciencia, aunque más bien se trata de una interrupción de la conciencia. Por eso suelen denominarse “pseudo-ausencias”. En ocasiones, estos episodios ocasionan una mirada fija e inexpresiva y movimientos automáticos, y el paciente epiléptico se chupetea los labios, se arregla la ropa o se desabrocha los botones, pone los ojos en blanco, carraspea, mueve una mano o realiza movimientos de masticación, por ejemplo. “Hay afectados que presentan crisis que se inician como focales y luego derivan en crisis secundarias generalizadas”, aclara Jesús Cacho, que menciona otro tipo de crisis dentro de las parciales: las ambulatorias o crepusculares.
En ellas se produce “cierta bajada de conciencia, pero el paciente conserva un estado consciente suficiente para actuar de forma automática”. Pueden durar “segundos u horas”, y en algunas ocasiones el afectado es capaz hasta de viajar de modo automatizado, aunque cuando finalizan se siente confuso y desorientado. “Conocí el caso de un hombre que había sido maquinista y que cuando sufría la crisis iba a la estación, cogía el tren y aparecía en Santander”, asegura el neurólogo, quien sostiene que “todo lo raro de las epilepsias sucede en las parciales complejas: déjà vu, crisis de miedo y hasta crisis orgásmicas”.
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