Los síntomas neuropsiquiátricos son frecuentes en la demencia, también en estadios previos, como ocurre con el deterioro cognitivo leve, lo que provoca un elevado grado de estrés en los cuidadores.
Así lo manifestó el coordinador de la unidad de Psiquiatría Geriátrica del Hospital Sagrat Cor en Martorell (Barcelona) y presidente de la Sociedad Española de Psicogeriatría (SEPG), el Dr. Manel Sánchez Pérez, en un encuentro virtual organizado por la Confederación Española de Alzheimer (CEAFA) para abordar el manejo de las manifestaciones psiquiátricas en las primeras fases de la demencia.
En este sentido, el experto destacó los principales síntomas psicológicos y conductuales en fases iniciales de la demencia y la clave para su tratamiento: “La agresividad, la depresión y los problemas de sueño, aunque no podemos evitarlos en el contexto de la demencia, podemos tratarlos y aliviarlos en la mayoría de los casos. La clave reside en la investigación de su origen, que podría ayudar a un mejor conocimiento, no solo de estos casos, sino también de otros trastornos mentales que presentan signos similares”.
Durante estas primeras fases de las demencias, el especialista diferencia de forma genérica los problemas de conducta atendiendo a una serie de síntomas psiquiátricos y, por otro lado, de trastornos de la conducta. “Los primeros, como los delirios, las alucinaciones y la depresión, son más asumibles a los síntomas que vemos en otro tipo de enfermedades mentales no orgánicas, mientras que los trastornos de la conducta, como la agresividad, la incontinencia y la agitación psicomotriz, pueden ser más observables particularmente en pacientes con demencia. En general, solemos ver los síntomas psiquiátricos más incorporados en las fases iniciales en los cuadros de demencia, mientras que los trastornos de la conducta suelen aparecer a medida que evoluciona la propia enfermedad”, indicó.
Las ‘4 R’ para para los cuidadores
En este contexto, el Dr. Sánchez Pérez recordó las cuatro reglas básicas del tratamiento diario de la demencia por parte de los cuidadores, conocidas como “las 4 R”: “La reafirmación, cuyo fin es eliminar la confrontación con el paciente para no alimentar su respuesta de hostilidad y agresividad; la reorientación, es decir, ayudarle a reubicarse en el lugar y en el tiempo de una forma amable que le permita sentirse más centrado; la repetición, puesto que la memoria va siendo más frágil a medida que avanza la enfermedad y necesita nuestro recuerdo constante, y, por último, la redirección, que es un aspecto muy importante, al estar conectado con la influencia positiva que ciertas terapias no farmacológicas pueden aportar en esta estrategia”.
Uso de otras terapias en la demencia
Durante el encuentro, el coordinador de la unidad de Psiquiatría Geriátrica del Hospital Sagrat Cor hizo referencia a intervenciones como la aromaterapia, la musicoterapia lo la roboterapia en personas con demencia. “Algunas están orientadas a mejorar el rendimiento cognitivo; otras, a mejorar la capacidad funcional de los pacientes, y otras inciden sobre los síntomas psicológicos y conductuales”, apuntó Sánchez, quien añadió que algunas de estas estrategias no farmacológicas pueden contribuir a mejorar la conducta y, con ello, “el nivel atencional, además de propiciar alguna mejoría cognitiva y de funcionalidad del paciente”.
Algunas de las que pueden ser utilizadas por los cuidadores, aseguró, son “la aromaterapia, como las esencias de lavanda, cuyo agradable olor ayuda a los pacientes que tienden al vagabundeo”; la musicoterapia, “de fácil aplicación e individualizada, y la terapia asistida con animales, que incluye a mascotas reales o de peluche, y que son muy eficaces en demencias avanzadas que afectan al habla”.
De igual modo, destacó que en los últimos años “se han incorporado las asistidas por animales robóticos, que consiguen reducir actividades disruptivas en muchos pacientes, y, en demencias más evolucionadas, también aquellas que obedecen a una estrategia de estimulación multisensorial, que presentan una notable efectividad en problemas de conducta, como la depresión, la apatía y la agitación”, concluyó el especialista.
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