En 2013, las campañas de prevención e información sobre el virus del sida de Cruz Roja Salamanca llegaron a cerca de 4.000 personas, una cifra que puede incrementarse este año gracias al aumento de unas actuaciones en las que los voluntarios confirman con demasiada frecuencia que la población no sabe del VIH tanto como cabría esperar. El rechazo social y los prejuicios en torno a esta enfermedad siguen muy presentes, al tiempo que la percepción de riesgo cae en picado por culpa de un pensamiento erróneo que lleva a muchas personas a pensar que son ajenas a un problema que, sin embargo, puede afectar a cualquiera que no se aleje de las conductas de riesgo.
A finales de los años 80, cuando la estigmatización y el miedo a la enfermedad estaban al máximo nivel, Cruz Roja Salamanca puso en marcha su Programa de VIH-Sida. En aquel momento, la principal necesidad era responder a la situación de los afectados, porque muchos de ellos se quedaban “sin una red de apoyo social y familiar”, así que desde la organización se brindaba el respaldo y el acompañamiento hospitalario o domiciliario del que no disponían los pacientes por otras vías.
Esa realidad ha ido cambiando, en gran medida gracias a los tratamientos que consiguen frenar la evolución de la enfermedad y, en muchos casos, cronificarla, por lo que el proyecto se ha ido adaptando a las nuevas necesidades. Así, y sin dejar de lado la intervención con afectados y familiares, Cruz Roja dedica buena parte de sus esfuerzos al desarrollo de actividades preventivas, una actuación fundamental en un momento en el que la percepción de riesgo sobre la posibilidad de contraer el virus se ha reducido de forma alarmante.
Así lo confirma Teresa de la Iglesia, responsable del programa, quien explica que a pesar de toda la información disponible al respecto, todavía persiste “en el imaginario colectivo” la idea de que el VIH es algo asociado al consumo de drogas o a la homosexualidad, cuando la realidad es que el virus se puede transmitir por cualquier tipo de contacto sexual -anal, oral y vaginal-, si no se utiliza una adecuada protección. El resultado de esta percepción de no pertenecer a un grupo de riesgo es que la población “se ve fuera de todo esto” y no adopta las medidas necesarias para evitar la transmisión. Es lo que está sucediendo “con muchos jóvenes, pero también con personas mayores”, que siguen relacionando las relaciones sexuales sin protección exclusivamente con la posibilidad de un embarazo no deseado.
“Lo correcto es hablar de conductas o prácticas de riesgo, no de grupos de riesgo, porque en relación al VIH grupo de riesgo somos todos”, destaca De la Iglesia, que también quiere dejar claro que el sida es “una enfermedad transmisible, no contagiosa”, de manera que, “fuera de las conductas de riesgo, no hay ninguna posibilidad de transmisión”.
De los conceptos erróneos vigentes en la sociedad pueden decir mucho los voluntarios del Programa de VIH-Sida de Cruz Roja. De hecho, es una de las cuestiones que más les impactan en su trabajo dentro del proyecto, como relatan José Martínez, Miguel Ángel Lora y Diego Asensio. “Nos sorprende la ignorancia que muchas veces muestran las personas a las que nos dirigimos en nuestras campañas de prevención. Piensas que la gente sabe más de lo que realmente sabe. Por ejemplo, cuando te acercas a informarles y a entregarles un preservativo de forma simbólica te dicen: ¡pero si yo ya tomo la píldora! o ¡ya llevo un DIU!, y ves que siguen asociando el preservativo solo al riesgo de embarazo, pero no a la posibilidad de contraer una enfermedad de transmisión sexual (ETS)”, cuentan.
“Otros contestan que tienen pareja estable, y cuando les preguntas que desde hace cuánto tiempo, te responden: tres meses”, añade la responsable del programa, quien recuerda que para evitar el VIH no es válido eso de tener “300 parejas estables que me duran un cuarto de hora”. También comenta que en las mesas informativas que se instalan durante las campañas, también se muestra a los destinatarios cómo colocar de forma adecuada un condón, “porque casi nadie sabe cómo ponerlo y quitarlo correctamente, y lo suelen manipular muy mal, como si fuera un calcetín”. Del mismo modo, los voluntarios hablan a las chicas del preservativo femenino, un método que facilita su “empoderamiento a la hora de tener una relación sexual, porque muchas veces nos cuentan que siempre tienen que negociar con el chico el tema del uso del condón”.
Lo cierto es que es precisamente la respuesta a estas carencias informativas lo que hace que el programa de Cruz Roja cobre cada vez más sentido. Sus voluntarios desarrollan básicamente dos líneas de actuación diferenciadas, una dirigida a la población general y otra a las personas de más riesgo, un objetivo para el que se actúa de forma transversal con los usuarios de otros proyectos de la organización humanitaria, como los de Educación de Calle, el Centro de Emergencia Social (CES), la Unidad Móvil de Atención Sociosanitaria (UMAS) o el Centro de Mediación Social, destinado a menores de entre 7 y 14 años, con los que se trabaja en educación afectivo-sexual. Durante 2012, estas iniciativas preventivas llegaron a unas 4.000 personas, y este año puede que la cifra se supere, “porque estamos haciendo muchas campañas”.
En cuanto a la intervención con afectados por el VIH y sus familias, Cruz Roja tiene en cuenta aspectos preventivos, educativos y asistenciales, una triple dimensión encaminada siempre a mejorar la calidad de vida de los pacientes y su entorno familiar, intentando prevenir “las situaciones de crisis”. En este sentido, Teresa de la Iglesia señala que uno de los momentos de mayor demanda de apoyo se produce cuando llega el diagnóstico. “Si la persona no se lo espera, sufre un shock. Se pregunta: ¿ahora qué va a ser de mí?, ¿cómo se lo digo a mi familia o a mi pareja?, ¿cómo voy a organizar mi vida? Si trabajan, tienen miedo a ser despedidos, y algunos te dicen que ya ni siquiera van a buscar pareja. Es un problema que sigue sin poder visibilizarse, y los afectados, sin poder comentarlo”, admite la responsable del proyecto.
Sin embargo, y pese a ser consciente del estigma al que tienen que hacer frente las personas seropositivas, De la Iglesia no deja de lanzar un mensaje contundente: “En estos momentos hay unos 450 diagnósticos en Salamanca, pero todos los años hay casos nuevos, y el 30% de la población que ha contraído el VIH todavía no lo sabe. Es muy importante que las personas que crean que han tenido alguna práctica de riesgo se hagan la prueba; primero, porque si resulta que son portadoras del virus pueden seguir transmitiéndolo sin saberlo, y segundo, porque para asegurar una buena calidad de vida el diagnóstico tiene que ser precoz, algo que permite cronificar la enfermedad con un adecuado tratamiento. Si la detección es muy tardía, el cuerpo ya está muy deteriorado. Esto está sucediendo con mucha frecuencia, porque puede pasar mucho tiempo entre la conducta de riesgo y la aparición de sintomatología, y aunque el afectado se sienta mal, no lo relaciona con aquella práctica”.
Por otro lado, los integrantes del Programa de VIH-Sida de Cruz Roja muestran cierta “preocupación” por la posibilidad de que, a partir del próximo año, la nueva normativa sobre el copago de los fármacos de dispensación hospitalaria impida el acceso a los antirretrovirales a determinados pacientes. “Entendemos que no habrá problemas, pero estos tratamientos rondan los 600 euros mensuales, y si tienen que pagar un 10%, además de los que adquieren en la farmacia para otras patologías…”, indica.
5 de diciembre, Día Internacional de los Voluntarios
El próximo jueves, Diego Asensio, José Martínez y Miguel Ángel Lora celebrarán su día. El suyo y el de los millones de ciudadanos que desarrollan en todo el planeta una labor desinteresada en favor de los colectivos más vulnerables y en busca de un mundo mejor. Estos tres voluntarios del Programa de VIH-Sida de Cruz Roja Salamanca -el proyecto cuenta con unos 25-, decidieron, por distintas motivaciones, dar un paso al frente e implicarse en una acción que, según aseguran, les reporta una gran satisfacción personal.
“Es una manera de darle forma a mi tiempo libre. El proyecto me gusta, y me siento bien y a gusto con lo que hago”, sostiene José, voluntario desde hace más de tres años, aunque lleva uno y medio en el Programa de VIH-Sida.
A su lado, Miguel Ángel comenta que siempre tuvo “inquietud por hacer algo de voluntariado”, y que pensó “que era el momento de hacerlo” cuando se quedó en el paro. “Dos personas batante cercanas a mí murieron como consecuencia del sida, y el proyecto me gustó, porque te facilitan una preparación adecuada, mientras que en otros sitios te ves incapacitado para hacer determinadas cosas”, resalta instantes antes de criticar los “tabúes y tonterías” que todavía rodean la palabra sida. “A veces parece que estamos en la Edad Media, hablando de infecciosos. El desconocimiento sobre la enfermedad todavía es terrible”, afirma.
Mientras, Diego cuenta que aunque lleva tres años de voluntario en Cruz Roja, contactó hace poco más de un mes con en el grupo de VIH-Sida, donde realiza las prácticas de Trabajo Social. “Me hablaron muy bien del programa, y me gusta que te preparen antes de intervenir para que sepas cómo hacer tu acción voluntaria”, apunta un joven al que le gusta trabajar con un colectivo “olvidado por la sociedad” y que recuerda que, en temas como el virus del sida, “la información te da poder”.
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